De glorias y “autoglorias”
- El Verdugo
El hecho de que usted haya vestido la camiseta de una selección nacional, jugado en Grandes Ligas o ganado algún título mundial de boxeo o de otra disciplina no lo convierten automáticamente en una “gloria deportiva nacional”.
Desde la comodidad de mi lujoso apartamento leía el diario Crítica, pero anteriormente, escuché en la radio a un señor que se autoproclamaba “gloria nacional”, porque fue selección de fútbol. Señor, ubíquese, no digo su nombre para no herirlo... Usted no es una gloria: fue un buen jugador y punto.
Igual ocurre con los grandes ligas criollos, todos buenos jugadores, pero la mayoría del montón, al fin y al cabo... No es lo mismo decir Carew o Mariano, que...
Una gloria deportiva nacional es aquel atleta cuyo legado, a través de las épocas, perdura por la magnitud de sus hazañas; son deportistas excepcionales, brillantes, míticos... En mi lista de glorias están: los miembros del Salón de la Fama de Boxeo, Roberto “Mano” de Piedra Durán, cinco veces campeón mundial; Eusebio “El Alacrán” Pedrosa; “El Tigre” Ismael Laguna y Panamá Al Brown, primer campeón mundial latinoamericano. Aquí ubico al velocista Lloyd LaBeach, doble medallista olímpico; al pelotero Rod Carew, siete veces campeón bate y Salón de la Fama en la MLB; Rommel Fernández (q.e.p.d.) y Julio Dely, quien hizo goles en Uruguay, Italia, España, Francia. También incluyo al canastero Davis Peralta, campeón anotador en los Juegos Olímpicos del 68; además de los pesistas Idelfonso Lee y Carlos Chávez, primeros medallistas de oro en Panamericanos y al látigo Laffit Pincay. A los demás, los felicito, pero aprendan a ocupar su lugar, que yo ocupo el mío.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.