Uruguay y Francia agonizan
- Staff de Sobre Ruedas
Los dos tienen sólo un punto en el Grupo A, mientras que Dinamarca y Senegal, que horas antes empataron 1-1, tienen cuatro.
A daneses y senegaleses les bastará empatar en la última fecha con Francia y Uruguay respectivamente para avanzar a costa de sus ilustres rivales. Uruguay dejó escapar una oportunidad dorada de sumar tres puntos ya que jugó con un hombre más desde los 25 minutos por la expulsión de Thierry Henry.
El partido comenzó con un vendaval ofensivo francés que la defensa uruguaya respondió a pie firme aunque con dificultades.
La velocidad de los campeones mundiales complicó a la defensa uruguaya y en dos oportunidades David Trezeguet llegó hasta las barbas de Fabián Carini, pero adelantado. Los tres centrales uruguayos debieron ser socorridos continuamente por Gustavo Varela y Darío Rodríguez, abandonando las intenciones ofensivas del planteamiento del técnico Víctor Púa.
Alvaro Recoba careció de espacios para apoyar a sus delanteros, pero en un contragolpe iniciado por Darío Silva probó uno de sus mortíferos tiros de izquierda, que el arquero Fabien Barthez sacó a un costado con un pié.
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Aunque tiene reemplazantes de jerarquía, el equipo bajó notoriamente su nivel cada vez que no jugó Verón.
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Atacar con tanta gente deriva en grandes espacios para la contra rival, con pocos hombres para cubrirlos.
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Analiza Roberto Alfredo Perfumo*
Incluso después de haberse clasificado con tanta antelación y de haber dado muestras de un estilo definido, existe una discusión sobre si esta Selección representa al clásico estilo argentino. La respuesta es sencilla: es la muestra perfecta de un equipo argentino que juega en Europa. Práctico, profesional y que entiende el fútbol moderno: no hay tiempo para la horizontalidad, sí para la pausa. Después discutiremos de gustos.
Lo primero que genera este equipo es una sensación de estar pensando los 90 minutos en atacar y por eso hace tanto daño. Hay una idea de ataque muy vertical, de mirar siempre al área, sin demasiadas escalas en tres cuartos de cancha. Tal vez la contra de esto es que no se produce un juego vistoso.
En ese sentido, Bielsa ya consolidó un esquema y Argentina mostró su poder de variantes. La pausa de Verón da la posibilidad de pronunciar ese juego vertical a partir de su visión para aplicar sus pases-puñalada de precisión. Mientras el dilema de Batistuta o Crespo aún no está resuelto, la certeza es que en la mayoría de los últimos partidos el movimiento en diagonal de Crespo ofreció una opción peligrosísima por su capacidad de picar antes que el defensor y definir de primera. La sociedad Sorin-Kily González es otro punto alto, no por juego entre ellos, sino por entendimiento táctico. Mientras tanto, Ortega es el comodín: se lo puede ubicar como delantero o volante.
El principal aspecto a mejorar está de mitad de cancha hacia atrás. No hay problemas para que la línea de 3 defensores pase a ser de 4, 5 o hasta 6 cuando el rival está en ataque franco. Ahí funciona bien un volante central como Simeone para cubrir espacios. En cambio, la falla grave está en un aspecto que se llama transición, que es cuando el equipo debe recomponerse de atacar a defender.
Argentina suele tener distracciones cuando el rival juega con pelotazos largos y con el gol de Bergkamp en el 98 queda claro que con jugadas así un equipo se puede quedar afuera del Mundial. Sería una lástima que ocurriera eso de nuevo: sin dudas, se trata de uno de los mejores equipos en la historia.
En principio, Argentina no es la favorita a ganar el título. Sí, en cambio, debe ser protagonista: lo dicta su historia. Este grupo de jugadores habilita a tener una visión optimista.
Argentina debe jugar hacia adelante. Por eso mis equipos juegan con wines, porque el desborde es el acto más significativo que tiene el fútbol actual. Me parece una cuestión clave, porque los partidos son todos iguales y hay que dominarlos todo lo que se pueda, se haya quebrado su desarrollo con alguna alternativa de juego, o no.
Finalmente, me preocupa conseguir que los vaivenes anímicos de los futbolistas tengan la menor incidencia en su capacidad de realización. Es un arte muy difícil.
La historia del fútbol argentino está integrada por páginas gloriosas, escritas por jugadores que dejaron un recuerdo que venció al paso de los años. Son muchos, es cierto. Por eso, esa vieja costumbre de los argentinos, de elegir el equipo ideal de todos los tiempos, se complica. En cualquier discusión de café los nombres aparecen a montones. Y la lista, antojadiza, se hace interminable. Por eso se forman dos equipos. Son 22 nombres, en homenaje a todos los demás.
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En toda la historia de los Mundiales, sólo seis jugadores representaron a dos selecciones diferentes. Y el primero en hacerlo fue Luis Monti, un argentino que salió subcampeón en el 30 con su país natal, y campeón con Italia en el 34. Así, sumo otra particularidad: de los seis “traidores” (los otros cinco son el húngaro Ferenc Puskas, el uruguayo José Santamaría, el brasileño Altafini y los croatas Jarni y Prosinecki), es el único que jugó dos finales con diferentes selecciones. Todo un deshonor para los románticos del fútbol.
El Grupo que le tocó a la Selección en Corea-Japón es muy complicado. En especial si se lo compara con el de Francia 98 (lo compartía con Japón, Jamaica y Croacia). ¿Qué le tocó antes? Algunos ejemplos. EE.UU. 94: Grecia, Nigeria y Bulgaria. Italia 9 0: Camerún, Rumania y URSS.
*Ex zaguero de la Selección Argentina. Jugó los mundiales de Inglaterra 66 y Alemania 74. Actualmente es director técnico.
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