Cabalgatassobre arenas andaluzas
- Modesto A. Tuñón F.
Aunque hay rastros de atalayas construidas durante la época romana, la influencia más fuerte de su cultura está en el período árabe; de allí las costumbres de las carreras con potros de razas moras.
La ciudad de Sanlúcar de Barrameda no tiene hipódromos a pesar de existir centros de entretenimientos ecuestres donde se hacen cabalgatas, presentaciones y otros tipos de espectáculos equinos en esta urbe situada en la costa de la comarca de Cádiz de la región andaluza en España.
En las tardes, el sol muere sobre el mar que baña a Sanlúcar y el firmamento se tiñe con un dorado que refresca a la playa, los humedales del parque nacional Doñana y la desembocadura del río Guadalquivir luego de su recorrido por tierras resecas y llenas de los troncos enanos de olivos y deformes de los viñedos.
Justo en estas playas, donde se mezclan los aromas de aceitunas y uvas con el ambiente marino, ocurre un fenómeno que tiene lugar durante las cálidas tardes del verano. Sobre todo en agosto y por más de un siglo, este pueblo es testigo de seis días de carreras de caballos que se realizan precisamente sobre las arenas pardas durante la bajamar cuando los jinetes con sus brillantes vestiduras hacen tronar las cabalgaduras.
La gente baja a la playa justo cuando desciende la marea y despliega sus sillas, toallas, pañoletas, manteles detrás de las barreras colgantes de plástico; adultos, niños y turistas aprecian el torbellino de las bestias y sus jinetes que cortan la tarde veraniega al atravesar este espacio playero una y otra vez. También acomodan mesas para convertir en palco la larga acera entre la arena y la calle.
Solo sucede por tres días en la primera y otros tres días en la segunda quincena de agosto. Se consideran las horas de la marea, pues es el único espacio que las aguas dejan libre y así ha sucedido desde 1845 cuando se constituyó la sociedad civil que auspicia estas carreras, cuatro años después de formado el ente que regula estos torneos en España.
Pero Sanlúcar es más antigua que todo eso. En su subsuelo hay registros de la cultura de los tartesos, aunque se siguen encontrando restos de civilizaciones anteriores. Ejemplo de ello son los dólmenes de Hidalgo, la cultura del bronce en Bonanza y la historia en los Caveros. Como en el resto de la costa de Cádiz y la Costa de la Luz, los romanos, visigodos y árabes ocuparon Sanlúcar durante siglos.
Aunque hay rastros de atalayas construidas durante la época romana, la influencia más fuerte de su cultura está en el período árabe; de allí las costumbres de las carreras con potros de razas moras. Sanlúcar se fortaleció, gracias a la economía de la importación y la exportación justo en la desembocadura del Guadalquivir por donde entraban los barcos rumbo a Sevilla. Todas las mercaderías pasaban por la ciudad costera.
La primera mezcla de caballos que hubo en la región fue con la llegada de los musulmanes. Los árabes cruzaron los equinos que ellos traían con el ejemplar local. Es el que se conoce hoy en día como el caballo árabe español. Este animal tiene como características más peculiares su tronco y su cuello corto, largo de cañas, aunque no tiene gran velocidad ni mucha resistencia.
En el siglo XVI, unos monjes de la Cartuja de la Defensión en Jerez, hicieron otro cruce de especies, un hispanoárabe con otro de origen alemán y el resultado fue el que se conoce hoy en día como caballo cartujano, ágil, rápido, precioso, y lo mejor de todo, dotado de manera magnífica para la obediencia y la doma. Son ampliamente conocidas las costumbres de cría y mercadeo de estos cuadrúpedos en toda Andalucía.
Las experiencias de carreras en esta región hicieron que se formalizara la sociedad en 1845 y se estableció su finalidad: "…teniendo entendido el Ayuntamiento que vienen a esta ciudad las autoridades de la provincia a presenciar las carreras de caballos el día 31 del corriente, quedan encargadas las comisiones de fiestas y de guerra para que poniéndose de acuerdo determinen lo que crean conveniente para su recibimiento, felicitación y demás oportuno".
Desde allí fueron desarrolladas estas competencias y cada época marcó diferentes momentos de intensidad hasta peligros de suspensión de las carreras playeras; todo conforme al avance de la sociedad española y su realidad política. En los últimos años del siglo XX se consolidó la sociedad de carreras con una plantilla de 600 criadores y más de 12 mil animales.
Las playas de este poblado tienen un espíritu especial, según los folletos turísticos. Bonanza se encuentra precisamente en la desembocadura del río, vecina al espacio protegido de Doñana. Sus aguas son muy tranquilas y destacan por su belleza paisajística. Bajo Guía, pertenece al barrio de pescadores del mismo nombre. Es un varadero de embarcaciones pesqueras y allí se hace el deporte de la vela.
Por su parte, Calzada y las Piletas es una playa muy ancha. Aquí es donde se desarrollan las famosas carreras de caballos y se le conoce como el Hipódromo. Se trata de una pequeña cala con una esquina de rocas marinas, visible con la marea baja, se suelen ver crustáceos y moluscos. La última, Jara, está protegida por grandes rocas. Es la más tranquila de todas y en ella se hace navegación de recreo.
La programación de las carreras se desenvuelve de acuerdo a las convocatorias y vienen jinetes y caballos de todas partes. La promoción le da vuelta al mundo y se sabe que junto a Madrid, San Sebastián y Jerez, Sanlúcar entra al circuito de las competiciones con la particularidad de su pista en forma recta, arenosa y sin curvas como es tradicional en otros lugares.
“Son unas carreras muy buenas y tienen mucho tiempo de hacerse aquí: más de un siglo”, afirma un señor mayor complacido que observa desde la acera a la lugareños, a los turistas y que quiere resaltar la fama de Sanlúcar de Barrameda en la celebración de estas cabalgatas por la playa: “estamos orgullosos de poder recibir tanto visitante todos los años”, concluye.
Desde temprano, el público se arremolina en el escenario frente al mar. ‘Pescaíto’, mariscos, pulpos y vino se encuentran en los puestos de venta; mientras en los restaurantes, habrá algo más sustancioso como la paella o caldos espesos. Las familias traen sus meriendas y despliegan la faena como en un ‘picnic’ sobre las arenas de la playa y contemplan el paso de las fieras con sus jinetes que circulan antes de la carrera.
A la orden de partida, salen los bólidos que recorren este suelo marino hasta llegar a la meta bajo los gritos de entusiasmo y los vítores de la audiencia local y turistas que no aciertan a creer estas fantasmagóricas escenas en la playa, mientras las aguas marinas se han alejado en el horizonte.
Luego del estrépito y entregado los premios de la última carrera, la noche empieza a invadir el ambiente junto al sudor y rumor de los equinos y el mar comienza a recuperar lentamente la playa. El público se retira con la satisfacción que deja la jornada y las ganas de preparar el jolgorio y las festividades para el próximo año.
Detalle.
La condición de la marea es un factor que debe considerarse.
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