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De la germanía a la lengua mía
Ariel Barría Alvarado - Publicado:
Algunos de mis estudiantes, e igual que ellos muchos jóvenes, creen que ciertos giros en su expresión diaria son inventos recientes y que, por eso, su lenguaje coloquial los representa y los distingue.Ignoran hasta qué punto extienden con esto el legado de la germanía.Por su parte, hay comunicadores que, desde sus medios de comunicación y sin el menor empacho, expresan términos propios de este ámbito, ignorando la fuerza que su ejemplo tiene en la sociedad.Se le llama germanía al modo de hablar de los ladrones, quienes hacen uso de ciertas peculiaridades de la lengua o cambian las normas del habla para encubrir la mención de sus delitos.No se trata solo de usar palabras con significado diferente al original, apelando en no pocas ocasiones a un sutil sentido poético digno de mejor causa (nieve por droga, filo por arma, lírica por conversación), sino también de trastocar el orden de las sílabas en las palabras (manitoher, laopé, sopá) o calcar burdamente algunos extranjerismos (chantin por shanty; buco por beaucoup, guial por girl).Lo que pretende el usuario de este código es disimular sus actividades usando el idioma como cortina de humo.A medida que las claves se revelan y el sentido deja de ser oscuro para el resto de los hablantes, desecha esas expresiones y crea otras.No hay sector más caliente en la lengua, más activo, que el nivel vulgar, del cual forma parte la mencionada jerga de los pillos.Por imitación, por el gracejo que parece dar al hablante el uso de giros empleados en la calle, esos términos abandonados por los delincuentes llegan poco tiempo después a la boca de los usuarios naturales del lenguaje popular, y por igual camino suben hasta los que están llamados a emplear formas de expresión más cultivada: estudiantes, profesionales, políticos, periodistas, docentes.Así se cierra un círculo que nos atrapa: dichas por una persona educada, o por alguien que habla o escribe en los medios, las voces de oscura procedencia adquieren carta de vecindad.Dado su impacto en la colectividad, los medios de comunicación tienen un papel decisivo a la hora de contribuir a modelar la cultura de un pueblo, y no parece justo que lo hagan sobre bases tan reprochables.En los sótanos del lenguaje, en otro lugar del mundo, un ratero robó a otro parte de una mercancía mal habida; con su escaso vocabulario, definió tal proeza narrando que “tumbó” al colega lo que llevaba.La palabra caló bien entre los de su calaña y pronto llamaron de esa manera a las acciones similares.Ya se la he escuchado a abogados cuando hablan de delitos, y a reporteros que la repiten sin depurarla.Remedando a Lope de Vega, podríamos preguntar sobre esa voz: “De do viene, de do viene…”, y surgiría la respuesta: “Viene de la germanía…”Hay más palabras de este tipo saltando de boca en boca, pero las dejamos para el otro domingo.Usted, por si acaso, mejor cuídese de ellas.¡Que la palabra te acompañe!