El ritmo del arte nuevo
- Emiliano Pardo-Tristán /Compositor y guitarrista
El Ars Nova —arte nuevo o técnica nueva—, fue testigo de catedrales tan empinadas que casi le arañaban los pies a Dios; de escritores astutos que escondían con la senhal, entre los catorce versos del soneto, sus amores imposibles

El Ars Nova —arte nuevo o técnica nueva—, fue testigo de catedrales tan empinadas que casi le arañaban los pies a Dios; de escritores astutos que escondían con la senhal, entre los catorce versos del soneto, sus amores imposibles
El Ars Nova —arte nuevo o técnica nueva—, fue testigo de catedrales tan empinadas que casi le arañaban los pies a Dios; de escritores astutos que escondían con la senhal, entre los catorce versos del soneto, sus amores imposibles; de gran parte de una guerra entre Inglaterra y Francia (con victoria de la última) que duró 116 años y llamaron de los 100 años; del desastre que segó la cuarta parte de la población, el desastre más devastador en la historia de la humanidad —la peste negra—, confundido con el apocalipsis y aceptado con resignación como lo que era: un desastre; y fue testigo de la escritura —en pergamino o papel— del ritmo exacto de lo que se cantaba.
El tratado teórico Ars Nova de Philippe de Vitry, presta su nombre a las innovaciones musicales de la época. La nueva precisión rítmica de los signos musicales, acontece en momentos en que la iglesia pierde hegemonía. La división del tiempo musical, además de en tres —para representar la perfección de la Trinidad—, se escribe en dos, para ser herramienta de la creatividad y no mera alegoría celestial. La combinación de medidas ternarias (tiempo perfecto) con binarias (tiempo imperfecto) y la división del tiempo musical en figuras más pequeñas, son dos de las invenciones técnicas más importantes del siglo XIV. Es en el Ars Nova cuando empezamos a escuchar la verdadera polifonía: las voces cantan en conjunto, pero lo hacen con total independencia rítmica. A la melodía del canto gregoriano, se le estiran las notas hasta que se vuelve irreconocible, mientras las otras voces juegan en combinaciones de valores cortos y ritmos complejos.
La primera obra que recoge los avances rítmicos del Ars Nova, es el poema Roman de Fauvel. Un poema satírico al que Philippe de Vitry puso música y en donde se denuncian los vicios del clero y del estado. Fauvel, el personaje principal del poema, es un asno que se transforma en amo tras la intervención de la diosa Fortuna. El nombre del asno se forma con el acróstico en francés de algunos de los pecados capitales: adulación avaricia, villanía, veleidad, envidia y cobardía.
De la misma forma que el monje benedictino Guido de Arezzo, fija la altura de las notas por medio del tetragrama —pauta musical de cuatro líneas—, las invenciones rítmicas del Ars Nova ofrecen soluciones a problemas que llevaban siglos sin resolver. Cuando nos asombremos por la arcaica sonoridad del motete medieval, consideremos que aquello que nos mueve al baile en muchas danzas actuales, se originó en el Ars Nova y se sigue llamando síncopa.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.