Entre paréntesis: El asco
- Emiliano Pardo-Tristán (Compositor y guitarrista)
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En 'Entre paréntesis', la compilación de ensayos de Roberto Bolaño, aparecen los escritores que amó, a los que volvía ?como se vuelve a todo lo ...

Entre paréntesis: El asco
En 'Entre paréntesis', la compilación de ensayos de Roberto Bolaño, aparecen los escritores que amó, a los que volvía ?como se vuelve a todo lo ...
En 'Entre paréntesis', la compilación de ensayos de Roberto Bolaño, aparecen los escritores que amó, a los que volvía -como se vuelve a todo lo que se ama-, y los que odió: Paulo Coelho, Pérez-Reverte, Camilo José Cela, Francisco Umbral, Isabel Allende. Con estos últimos fue despiadado.
Si hay algo que Bolaño conservó de su juventud y de su rebeldía infrarrealista, fue la ironía para atacar a otros escritores, pero siempre lo hizo escudado en su amplio bagaje literario, su mejor arma. Las críticas más duras se las dedicó a su coterránea, Isabel Allende, ya se sabe, se quiere y se odia con más ganas lo que se siente más cercano. Bolaño escribe "la literatura de Allende es mala, pero está viva; es anémica, como muchos latinoamericanos, pero está viva. No va a vivir mucho tiempo, como muchos enfermos, pero por ahora está viva. Y siempre cabe la posibilidad de un milagro. No sé, el fantasma de Juana Inés de la Cruz se le puede aparecer un día y le puede dar una lista de lecturas".
Paulo Coelho que tanto gusta en países donde aún se busca la autoayuda en manuales con recetas mágicas, o en religiones y sectas que interpretan los textos sagrados, y de ñapa aseguran un terrenito en el cielo, para Bolaño es un escritor de "en versión telenovela de brujos cariocas...". Y añade: "La prosa de Coelho, también en lo que respecta a riqueza léxica, de vocabulario, es pobre".
De Horacio Castellanos Moya, Bolaño dice que si hubiera publicado 'El asco' en Bosnia o Kosovo, no hubiera llegado vivo al aeropuerto. Si en Panamá alguien escribe una novela como la del salvadoreño, también tendría que exiliarse. 'El asco' se adapta a cualquier país y Panamá no escapa su alcance. Los fanáticos del ombliguismo reinante se retorcerían al leer, por ejemplo, que la carimañola es una comida asquerosa, grasosa; que las cervezas nacionales son diarreicas, una cochinada; que el pindín es una música de tres acordes que bailan los patirajaos hasta las cinco de la mañana con el estómago harto de Seco; que las molas y los diseños precolombinos son vulgares por la simetría infantil que utilizan; la misma simetría que molestó a Lezama Lima en 'Paradiso': la simetría elemental y grosera de las casas tropicales.
Como ironía patriotera, es muy probable que cualquiera que escriba en Panamá lo que escribió Castellanos Moya en 'El asco', termine sus días con dos heridas asimétricas: una en la cabeza, para que no piense, y otra en el corazón, para que no ame.
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