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Hersilia Ramos de Argote: La maestra
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Héctor Collado (Escritor) / EscritorAguadulce, su tierra natal; el magisterio, su apostolado; la poesía, su mejor expresión.Supo, como pocas maestras de su generación, ser protagonista de importantes cambios en la instrucción pública, desde el Departamento de Textos del Ministerio de Educación, y mucho más desde su obra poética, sobre todo, desde aquella que hace fulgurar su estética, la dedicada a la infancia.Su vida dignifica su obra, esa obra que es reconocida porque trascendió, y es a la luz de su centenario, que la Universidad Tecnológica de Panamá fundó, con auspicio de la empresa SUCASA, el Premio Nacional de Literatura Infantil que lleva su nombre.Sus aportes a la educación se entrecruzan con su milicia literaria, ofreciendo a la posteridad textos antológicos, versos de inédita factura y poemas que expresan una sensibilidad a flor de labios, así como un rosario de himnos y canciones dedicados a numerosos planteles educativos.Uno de los valores más inapreciables de su casa y su causa, al cual dedicó el mundo de su alma, fue consolidar una familia que hoy por hoy continúa siendo signo de dignidad y orgullo.Su vida fue un ejemplo de vida, es la maestra por antonomasia.Sus libros de poesía: Tregua, Alma y mundo, Rosales al viento y Hojas eternas fueron instantes importantes en el parnaso panameño.Famosa es su Oda a la patria: ¡Oh Patria que te extiendes, egregia y soberana, /sobre un istmo radiante de luz y de verdor; /te arrulla el armonioso murmullar de dos mares/ y te cobija un cielo de espléndido fulgor!Su libro “Versos para niños y por los caminos de un apostolado” es un manual de referencia.Un botón de palabras sencillas para comunicarse en el lenguaje de la infancia: “Los niños somos/ como la arcilla/ que guarda huellas/ de aquellos dedos/ tiernos y suaves/ que la modelan./Maestra tierna, /maestra buena,/ tú eres la brisa/ que con dulzura/ mi mente airea.Tú eres la mano del alfarero/ que diestramente/ mi almita blanda/ hábil modela./Nunca en la vida/ podré olvidarte,/ dulce maestra,/ pues tu recuerdo,/ hondo, indeleble,/ grabado en mi alma/ por siempre queda”.Su credo: “Y sin embargo, qué dulzura tan grande me causa haber podido dar, dar siempre; darme toda entera al amor, a la vida, al deber”.Desde esta columna, con el orgullo de poder nombrarla y con la humildad de su magisterio, reclamo su nombre para una escuela panameña.Se lo debemos.