Juan Pachanga
- Carlos Wynter (Escritor)
¿Has escuchado alguna vez Juan Pachanga? No es la canción más conocida de Rubén Blades, tampoco la más literaria – Pedro Navaja lo es por mucho. Pero retrata un drama conmovedor, conmovedor porque puedes verte en la tristeza del fiestero. Es quizás la misma que se trasluce en el poema Reír llorando de Juan de Dios Peza (¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora! / ¡Nadie en lo alegre de la risa fíe, / porque en los seres que el dolor devora, / el alma gime cuando el rostro ríe!).
Hace poco asistí a un concierto de Rubén Blades – ¿pudiste deducirlo por la introducción de arriba? Pocas personas, muchas anécdotas; así era anunciado el evento y así fue. Asistí abrazado a mi esposa, Leti, y dispuesto a recordar mis lecciones de salsa. Me encontré con el gran Abdel Pinzón, compañero de la escuela secundaria, y con un par de amigos de la misma gallada, Raúl, Fabio, Gloribeth. Me refrescó la música de Blades. Llevaba días escuchando el Juan Pachanga que tocó en un concierto en Perú, apenas pasado el año 2,000, pero la noche del 29 junio no repitió la tonada. De cualquier modo, prefiero ahora hablar de esa canción.
Cada canción tiene un ritmo y la música salsa tiene el suyo. Fue lo que intenté reproducir en mi libro “Cuentos con salsa”, publicado por editorial Norma. Y es que una narración puede tener el ritmo de la salsa. Es curioso que Juan Pachanga, en vez agitarse a un ritmo de reír llorando, sugiera bailar llorando.
Juan Pachanga es la más triste de las historias felices.
La primera escena: Juan Pachanga amanecido, ahogado en ron. Todos piensan que está feliz. Pero no. Juan Pachanga guarda una pena. Y el coro: Óyeme Juan Pachanga olvídala. Y el pregón: Amanece con su pena.
Y el coro: Óyeme Juan Pachanga olvídala. Y otro pregón: No, no, no, no lo quiere la morena.
¿Puede desaparecer la pena si una parte de nosotros se adormece y ríe? No, nunca. Pero en un mundo que aspira a la seguridad, pareciera necesario convertirse en máquina...
En la discusión que sostuvimos en facebook sobre el tema, Wever Araúz dijo que Juan Pachanga podía ser cualquiera y yo le contesté que sí, porque estábamos ante una canción-espejo, y entonces tuve que explicar que era para mí una canción-espejo.
Una canción-espejo es la que te dice algo de tí mismo, es una canción que captas al vuelo, que te toca, porque sabes que dice la verdad, la meritita verdad. ¿Quién no ha escondido sus emociones? ¿Y quién no ha reído queriendo, en realidad, llorar.
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