La cena de las cenizas*
- Ernesto Endara
"Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla" Giordano Bruno
Le vi la cara a Giordano Bruno (regalo de Google). El fantasma que se hacía pasar por él en mis sueños filosóficos era un farsante, se parecía a Mel Gibson, o más bien a la imagen que el actor nos da de William Wallace (Corazón Valiente). Bruno se parece al teniente Dan (Gary Sinise en Forrest Gump); como él, valiente y decidido, pero con una melancolía más siglo XVI, es decir, más renacentista.
Como mencioné en la columna anterior, Bruno fue juzgado y condenado por Roberto Belarmino, quien era un sacerdote muy querido hasta que lo hicieron director de la Inquisición en el juicio contra Giordano. Se le esfumó la bondad del alma y se le secó la inspiración divina, siendo reemplazada por el fanatismo ácido, injusto y cruel.
Los problemas de Bruno comenzaron cuando decidió no reverenciar las imágenes de santos (sólo se arrodillaba ante el crucifijo). Huyendo, se sumó a Juan Calvino en Ginebra, pero lo abandonó por sus errores de lectura. Enseñó en Oxford la cosmología copernicana, pero tuvo serias discusiones y abandonó su puesto. Viajó, discutió, escribió y vivió intensamente sus ideas. En Italia lo recibe "un amigo": Moncenigo, que lo traiciona entregándolo a la Inquisición.
Ocho años estuvo encarcelado, estrujado en una celda de doce metros cuadrados, quien dio en el clavo al asegurar que el universo es infinito y que son incontables las estrellas. Hombre tenaz como el sol, Giordano fue capaz de imaginar la recta de un sólo extremo. No lo amilanó una mazmorra de cuatro paredes. Hoy le hubieran dado la cátedra de Newton, la misma en la que susurra sabiduría Stephen Hawking.
Se le hicieron muchas ofertas de retractación que no tomó en cuenta. Prefirió, como Sócrates, morir con sus ideas invictas. El 17 de febrero lo quemaron vivo en Roma (la fecha casi coincide con el cumpleaños de Galileo).
Una noche de insomnio sostuve un diálogo con Giordano. Se los regalo… si lo aceptan:
??"Dime, Giordano, ¿Si tu ojo hubiese indagado la materia con la penetración del microscopio atómico; si hubieses visto la luz y el tiempo que nos reveló el Hubble, permanecería en pie tu fe en Dios?
??"Su pregunta, signore - contestó -, es una trampa de la poesía (no de la ciencia que es tan ingenua). Pero seguiré su juego. Condensaré mi respuesta en dos versos: El espacio es el cuerpo de Dios, y el tiempo su voluntad.
*Título de un libro de Giordano Bruno
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.