Arte y cultura
La peculiar leyenda de Cortijo y su combo
Canciones de negros que gustaron a todos y nos enseñaron que Puerto Rico era una isla en las Antillas habitada por gente que sufría, lloraba, bailaba, amaba como nosotros.
Cortijo y su Combo y su cantante Ismael Rivera surgieron como un huracán musical y asombraron a todos en el Caribe. Su música y su fama también llegaron a Nueva York y demostró que venían a tomar el lugar que los artistas cubanos perdieron por la revolución de Castro. Después de años de tener fama y fortuna el combo se desintegra y se convierte en leyenda músical.
Este grupo de músicos se aferraron a su arte y grabaron uno tras otros long play en que todos sus números fueron éxitos.
Desde el “Negro Bembón, y el “Bombón de Elena” siempre estuvieron arriba en la preferencia de los bailadores y amantes de la música tropical . Con su bombas, plenas y guarachas, y uno que otro bolero, cautivaron a todos.
Cortijo y su Combo tenían rabia, ganas de demostrar que aunque su piel era negra tenían talento y una forma de interpretar como nadie lo había hecho. Tocaban de pie, bailaban y transmitían un mensaje sencillo de cosas populares.
Su música tenía el olor de los Besitos coco, y sus Bomba t, con sabor a jueyes (cangrejos) y a melao. Las letras de sus canciones hacían referencia a estampas diarias de los barrios como, La hija de la Vecina y Tuntuneco, o de los sitios de trabajo como los ingenios de caña en: Quitate de la vía Perico. (Perico estaba comiendo caña en la vía y no vio el tren.)
Canciones de negros que gustaron a todos y nos enseñaron que Puerto Rico era una isla en las Antillas habitada por gente que sufría, lloraba, bailaba, amaba como nosotros.
Todas las tardes Cortijo y su Combo nos visitaba en la Plaza Amador cuando después de la birria de basketo de fútbol y de irnos a chapotearnos a la casa, la gallada se sentaba alrededor de un radio a escuchar el programa de Esteban Quintana que se dedicaba a reproducir los discos de Cortijo cantando Ismael.
Podíamos recitar de memoria los nombres de los músicos: Martín Quiñones en las congas, Roberto Roena en los bongos y en la campana, Mario Cora en la trompeta; en los saxs, Kito Vélez y Eddie Pérez. Este último era el de la vocecita en los coros que distinguía al combo. Rafael Ithier en el piano. Cortijo en los timbales y un juvenil Ismael en la voz principal.
Casi todos eran compositores. El combo tuvo un final poco feliz cuando Cortijo e Ismael caen en el aeropuerto de San Juan con marihuana que traían de su gira por Panamá.
Después de ese traspié, nada fue igual, los músicos del combo se agrupan alrededor de la figura del pianaista Ithier y forman el Gran Combo con una trayectoria de más de 50 años. Ismael se convierte en el Sonero Mayor de la salsa y el Combo de Cortijo se pierde en la leyenda de los mejores conjuntos del Caribe.
Su forma de interpretar fue única, el modo de repicar sus tambores y combinarlas con los vientos y el coro de sus cantantes demuestra que los negros podían ser estrellas rutilantes y leyendas en el firmamento de la música latina.
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