Los años oscuros
- Emiliano Pardo-Tristán (Compositor y guitarrista)
Cantus Interruptus A la edad de quince años Marozia fue amante del Papa Sergio III, le parió un hijo que luego sería Papa y también su amante.





El rey visigodo Alarico, en tres días del año 410, saqueó e incendió Roma y aunque no muere en la hazaña —la más importante de su vida—, la malaria se encargará de abatirlo ese mismo año. Su botín más preciado —más aún que la Mesa de Salomón con todo el conocimiento del universo escrito—, fue Gala Placidia, una mujer de estirpe noble, hija de emperador, que Alarico nunca desposó porque prefirió a una prima. Gala Placidia fue devuelta a Roma seis años después a cambio de trigo.
Desde la caída del Imperio Romano en el siglo V, hasta un poco después del reinado de las prostitutas, en el siglo X, transcurren los años oscuros de la Edad Media. Teodora y Marozia, madre e hija, dos mujeres a las que no les temblaba el pulso para ser amantes de Papas y luego mandarlos a matar si era necesario. En el libro (transcribo) Desabrochado, los Papas completamente desnudos: Un estudio sincero de sexo y corrupción en el Vaticano, Arthur Frederick Ide escribe: «Como deseaba controlar todo lo que había en la tierra, Marozia no vacilaba para cometer adulterio, incesto, o cualquier otro acto sexual». A la edad de quince años Marozia fue amante del Papa Sergio III, le parió un hijo que luego sería Papa y también su amante. Sí, un Papa bastardo e incestuoso. La desaforada concupiscencia de Marozia amerita un artículo entero sobre ella. Una mujer sin escrúpulos y con una larga lista de Papas en su descendencia: Juan XI, Juan XII, Benedicto VII, Benedicto VIII, Juan XIX y Benedicto IX.
Fue Francesco Petrarca quien de forma despectiva acuñó la frase Edad Oscura en el siglo XIV y los humanistas urgieron su encomio. El ilustre sonetista basó su epíteto en el deterioro cultural y económico de la época. La metáfora de la oscuridad medieval era contrapunto obvio a la luz renacentista. Lo que consideraron los humanistas para su juicio —según Franco Simone en el ensayo El renacimiento de la conciencia en los Humanistas—, fue la ignorancia absoluta de la cultura clásica en los años oscuros.
En la Edad Media el analfabetismo era tal, que muchos amanuenses no sabían leer y copiaban por imitación las letras del alfabeto. El Emperador Carlomagno llegó a pensar que escribir era un talento innato, que él simplemente no poseía. En claro contraste con las tinieblas medievales, la invención de la imprenta en el Renacimiento iluminará las mentes de clases sociales negadas de la palabra escrita. Con su invento Gutenberg propagó la luz de los libros, «extensión de la memoria y de la imaginación», diría Borges, sempiternamente iluminado.
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