Sin Doblez
Meter el diablo
Los siglos no bastan para acabar con un problema que no es potestad del clero; sino de la humanidad en toda su dimensión.
Dentro de la literatura de la Edad Media se estudia la obra El Decamerón es, quizás, una de las más controversiales, según mi modo de ver. Si entendemos que esta es una época en la que Dios es el centro de todo, si sabemos que la Iglesia tenía un poder casi absoluto sobre las voluntades; entonces, al leer El Decamerón uno se pregunta cómo pudo sobrevivir esta obra al poder omnímodo de la Iglesia medieval.
El título del cuento parece sugerir un tratado de teología y de técnicas exorcistas muy elevadas como para someter al mismo diablo que, según advierte la obra, anda suelto. No obstante, en el cuento que hoy les comento, el diablo no es el diablo ni el infierno es el infierno; pues se trata de una estratagema que utiliza un monje para satisfacer sus deseos sexuales y “abusar” de la confianza de una adolescente que buscaba servirle a Dios.
La risa es infalible durante la lectura; pero el sabor amargo que deja ver la realidad que se vivía en el ámbito clerical es indescriptible. Los siglos no bastan para acabar con un problema que no es potestad del clero; sino de la humanidad. La integridad moral es una especie extinta; las hormonas y las pasiones pueden más que el bien social. La grave consecuencia de practicar una doble moral, sobre todo en aquellos que son guías de otros, (llámese sacerdote, padre de familia, docente, médico, etc) resulta en una descomposición tan grande que genera las lacras sociales más inusuales.
En este sentido, recuerdo la biografía del Marqués de Sade. Toda la perversión de la que fue capaz de reflejar en su obra y en su vida considero que se debió al hecho de ser testigo de la doble moral de su tío, “Jacques François Paul Aldonce de Sade, abad de Saint-Léger d'Ebreuil, escritor, comentarista de la obra de Petrarca y libertino afamado”, quien lo cuidó desde muy pequeño.
Quizá para algunos, mi planteamiento es una mojigatería; no obstante, nuestra época habla de todo el mal que puede estar detrás de la doble moral y que solamente nos dolerá (si acaso aún podemos sentir algo) cuando toque la puerta de nuestra realidad. Por lo pronto, nuestra sociedad es testigo de la podredumbre.
Y ahora, querido lectores, a meter el diablo en el infierno, pues la vida es corta y hay que disfrutarla al máximo.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.