Retratos que narran vivencias
- Redacción /
La exhibición se está presentando en el Museo de Arte Contemporáneo y se mantendrá hasta el 3 de octubre de martes a domingo.
Sandra Eleta no cree que deba existir una separación entre arte, información y realidad, puesto que todos pueden coexistir en una misma imagen, aunque ella prefiere estar del lado de la barda donde está su corazón, porque allí es donde se siente mejor.
Esta fotógrafa panameña, que goza de amplio reconocimiento internacional ha hecho con la ayuda de algunos colaboradores, la recopilación de 40 años de su trabajo, los cuales ha dividido en siete ensayos que están siendo exhibidos desde el jueves de esta semana en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC).
La presentación de la “Retrospectiva Fotográfica de Sandra Eleta” es el cierre de una etapa su vida fotográfica, según cuenta la artista quien entiende esta muestra como un ciclo natural. Así como hay diferentes etapas en la vida de un ser humano, en la naturaleza y en la historia, así mismo esta retrospectiva cumple con el fin de una etapa, explica.
La muestra fotográfica está compuesta por 60 obras recopiladas bajo siete temas o ensayos fotográficos: Portobelo, Emberá, Servidumbre, Las Campesinas, Los Abuelos, Los Caminos de la Piely Cuba. En ellas se registra gentes, paisajes y momentos que Sandra Eleta ha capturado durante su quehacer y andar por distintos confines de nuestro país y del mundo. Juntas forman una poesía emocional y estéticamente perfecta.
Cómo surge la idea.Sandra Eleta recuerda que le solicitó a su amigo Gustavo Araujo (q. e.p.d.) que le imprimiera algunas imágenes de diferentes ensayos para sentir mejor la relación entre ellos.
Éste le respondió que lo sentía de verdad, pero que había abandonado el oficio fotográfico por el de pintor, pero sonriéndose, le aconsejó que no se desesperara, puesto que pronto recibiría una sorpresa. De repente, Araujo le llevó todo su equipo fotográfico y montaron un cuarto oscuro en el depósito de la casa de Sandra.
Posteriormente le presentó a Rose Cromwell, una joven becada de Full- bright que vivía en Panamá y partir allí comenzó a tomar forma lo que hoy se puede apreciar en el MAC.
La obra fotográfica de Sandra Eleta es universal, le llega a los sentidos de todos el mundo, aunque ella advierte que esta retrospectiva va dirigida a “al que tenga los ojos y el corazón para saberla mirar”.
Y esta no parece ser una frase traída de los cabellos, puesto que las imágenes que se exhiben en las dos plantas del MAC más que retratos de gente, son retratos de almas.
Es que la fotografía de Sandra Eleta se caracteriza por interrelacionar a las personas con las cosas y los paisajes, creando una simbología muy fuerte y densa, pero al mismo tiempo sencilla. Sus personas y sus escenarios nos hablan del lenguaje universal de los sentimientos. Es allí donde radica la naturaleza de su arte, en encontrar la esencia y sentido de las cosas.
Lola Garrido, reconocida crítica de arte y coleccionista de fotografía de España, lo describe así: “Las personas que pasan por el ojo sutil y avezado de la artista, se convierten en retratos temporales y atmosféricos. Ella es capaz de utilizar su mirada como caja de resonancia de sus sentimientos, sin recurrir a trucos, para de una manera sencilla, pura y universal, plasmar lo que le rodea de una manera fiel, pero subjetiva, situándose muy de cerca a la utopía de la inmediatez cinematográfica”.
Selección: La escogencia de las 60 imágenes que componen la retrospectiva de 40 años de ver el mundo a través de su lente, fue un trabajo que inicialmente hicieron la propia artista en compañía de su prima Aurora Fierro en cuya galería, Foto Centro, la primera galería fotográfica en España en los años 70, fue donde Sandra Eleta realizó una de sus primeras exposiciones.
Correspondió finalmente a Carmen Alemán fungir como curadora, quien habló de la inmensidad de las actividades de Sandra y aseguró que la fotógrafa “tiene ángel, tiene el don para hacer que la gente se abra”.
Destino.A pesar del largo camino recorrido Sandra Eleta todavía mantiene esa inquietud que le es innata, por lo que no desecha la idea de volver a Cuba para terminar su ensayo fotográfico sobre "Cuando los Santos Bajan".
Dice no saber realmente qué hará después de esta exhibición y tampoco la inquieta, puesto que la corriente de la vida siempre ha sabido llevarla a sitios insospechados.
“Estoy segura de que todavía me esperan sorpresas en mi camino”, vaticina.
Qué opina?Aparte de aspecto técnico ¿qué tiene la fotografía de ayer, hace 30 años por ejemplo, que no tenga la de ahora?
La fotografía de ayer tenía un quehacer fotográfico, que era como un ritual.. mi primer profesor, Carlos Montúfar, era una persona dedicada a su oficio con un fervor casi religioso. Pasábamos horas en su laboratorio, con el olor a químico y con una firme determinación de mi parte en descubrir los secretos de esa mágica alquimia; el ver aparecer, ver emerger las imágenes entre los líquidos químicos, todavía me maravilla.
Es como asistir a un nacimiento...aparte de este rito ceremonial que tiene el quehacer fotográfico analógico, el resultado en las imágenes, al menos para mi, comparado con la fotografía digital es casi inefable...la fotografía de negativo tiene una presencia, un aura. Cuando está bien procesado el blanco y negro, que no tiene la fotografía digital. Podrá ésta tener más versatilidad, pero nunca el "aura" de una buena foto analógica. En fin, las comparaciones son siempre odiosas...
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