La historia vista desde otra perspectiva
Ser primera dama en EE.UU., un trabajo no apto para cualquiera
"Ninguno de los primeros presidentes de este país hubiese podido hacer carrera política si no hubiese tenido detrás a una mujer que velara por sus negocios y cuidara de las plantaciones".
Ser primera dama en EEUU es "el trabajo no pagado más duro del mundo", sentenció en una ocasión la esposa Richard Nixon, una opinión que parecen compartir muchas de las 41 mujeres que han ocupado "el cargo".
La pionera de las primeras damas, Martha Washington, escribió ya en el siglo XVIII numerosas cartas en las que compartía no solo la parte más agradable del trabajo, sino también la más difícil de sobrellevar, unas reveladoras intimidades recopiladas, junto a las de muchas de sus sucesoras, por el Museo Nacional de Mujeres Escritoras Americanas.
"Creo que George ya le ha dado mucho a la nación como para volver a la vida pública... nuestra familia enloquecerá", escribió Marta Washington sobre su esposo en 1789, después de que éste fuera elegido primer presidente de la Unión.
En una carta a una amiga, Martha confesó cuán "disgustada" se sentía por la decisión de su marido: "Poco me imaginaba, cuando terminó la guerra, que cualquier circunstancia podía llamar al General otra vez a la vida pública...".
Son extractos seleccionados por su biógrafa Patricia Brady, quien señaló cómo, una vez en el cargo, Martha se sentía "como una prisionera del Estado".
El de Washington no fue un caso aislado y el duodécimo presidente, Zachary Taylor, explicó durante un acto de campaña en 1849 que su mujer, Margaret, era "tan contraria a que él fuese presidente" que incluso rezaba "activamente" pidiendo la victoria de su rival.
Algo similar le ocurrió a Franklin Pierce (1853 y 1857), cuya esposa despreciaba tanto la intromisión que la política había causado en su matrimonio que se desmayó al conocer que su marido había sido nominado para la presidencia.
Se trata de anécdotas compiladas historiadoras expertas en primeras damas que ilustran las "enormes dificultades" de un cargo "importantísimo y demasiadas veces olvidado".
"Michelle Obama, por ejemplo, supone un bastión emocional para su marido y, fuera de la Casa Blanca, se encarga de lavar la imagen de hombre poco social que algunos le achacan a Barack", apuntó.
Sobre el papel que la actual primera dama el libro "The Obamas" retrató supuestos "choques" de Michelle con los consejeros del presidente.
La autora del libro y periodista del The New York Times Jodi Kantor describió a Michelle Obama como "una esposa solidaria, pero a menudo ansiosa, recelosa del pensamiento político convencional, una figura rompedora que ha sentido agudamente las presiones y posibilidades de ser la primera afroamericana en su posición".
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