Mundo de Negocios
Cómo encontrarle la lógica a la última alza tecnológica
Las acciones de las grandes firmas tecnológicas tienen una buena racha.
- Actualizado: 02/3/2020 - 10:10 am
En 2018, una nueva palabra ingresó al léxico de Silicon Valley: “techlash”, el riesgo de un levantamiento de los consumidores y las autoridades regulatorias en contra de las grandes empresas tecnológicas. En la actualidad, esa amenaza parece vacua. Aunque los reguladores debatan sobre nuevas reglas y los activistas se preocupen por el derecho a la privacidad, los últimos doce meses han sido un impresionante periodo alcista para las acciones de las cinco empresas tecnológicas más grandes de Estados Unidos: un aumento del 52 por ciento. El incremento en el valor combinado de las firmas, de casi dos billones de dólares, es difícil de comprender: es casi equivalente a todo el mercado bursátil de Alemania. Cuatro de las cinco —Alphabet, Amazon, Apple y Microsoft— valen más de un billón de dólares cada una (Facebook vale tan solo 620.000 millones de dólares). A pesar de todo lo que se ha dicho sobre el “techlash”, a los gestores de fondos en Boston, Londres y Singapur les dejó de importar y siguieron adelante. Según sus cálculos, nada puede detener a estas firmas, las cuales están destinadas a ganar riquezas inconmensurables.
Este incremento en el precio de las acciones de los gigantes tecnológicos produce dos preocupaciones. Una es que los inversionistas hayan inflado una burbuja especulativa. Las cinco empresas, valuadas en 5,6 billones de dólares, constituyen casi una quinta parte del valor del índice S&P 500 de acciones estadounidenses. La última vez que el mercado estuvo tan concentrado fue hace veinte años, antes de la crisis que detonó una recesión generalizada. La otra preocupación es lo opuesto: que los inversionistas tal vez están en lo correcto. Las valuaciones extra grandes de estas empresas tecnológicas sugieren que sus ganancias por lo menos se duplicarán en la siguiente década, y esto provocará estremecimientos aún más fuertes en los países ricos y una alarmante concentración del poder económico y político.
LEA TAMBIÉN: Cómo aplicar el aprendizaje automatizado en forma más inteligente
El cuestionamiento respecto a la creación de una burbuja es razonable. Los ciclos del sector tecnológico son una parte integral de la economía moderna. Los años ochenta vieron el auge de los semiconductores. Luego, en la década de 1990, llegaron las computadoras personales y el internet. Cada ciclo se atenúa o termina en un colapso.
El alza de la actualidad comenzó en 2007 con el lanzamiento del iPhone. Para 2018, también parecía estar demostrando su envejecimiento. Las ventas de los teléfonos inteligentes se estaban estancando. Los escándalos sobre los datos en Facebook cristalizaron la ira en torno a la ligereza con la que los gigantes tecnológicos manejaban la privacidad. Los reguladores antimonopólicos de todo el mundo estaban alertas. Y las pérdidas a causa de las excentricidades de los extravagantes “unicornios” del sector tecnológico, como Uber y WeWork, evocaban el tipo de frivolidad especulativa que a menudo se ve al final de un auge prolongado.
De hecho, al menos para los gigantes tecnológicos más grandes, las valuaciones de la actualidad se basan en cimientos más sólidos. Los últimos doce meses, las cinco firmas tecnológicas más grandes, en conjunto, han producido un flujo de efectivo incesante de 178.000 millones de dólares después de hacer inversiones. Su tamaño aún no ha ralentizado su expansión: el crecimiento promedio de sus ventas, del diecisiete por ciento en el último trimestre, sigue siendo tan impresionante como el de hace cinco años.
INTERESANTE: La competencia en la era digital
Los consumidores aseguran que les importa la privacidad, pero actúan como si les importara mucho más comprar cosas, y de preferencia sin tener que pagarlas en efectivo. Desde finales de 2018, la cantidad de gente que utiliza los servicios de Facebook (incluidos Instagram, Messenger y WhatsApp) ha aumentado un once por ciento, a 2300 millones de dólares. Los reguladores han castigado a las empresas tecnológicas por conductas inapropiadas en temas de impuestos, privacidad y competencia, pero hasta ahora sus esfuerzos han sido equivalentes a llevar una cerbatana a una balacera: las multas y las sanciones que han impuesto equivalen a menos de un uno por ciento del valor de mercado de las cinco grandes, un costo tolerable para hacer negocios. Además, las agonías de algunos de los unicornios, y su principal patrocinador, SoftBank, tan solo han demostrado lo difícil que es reproducir la escala y los efectos de red de las grandes cinco.
Mientras tanto, el tamaño de la oportunidad es inmenso. Muchas partes de la economía aún no están digitalizadas. En Occidente, tan solo una décima parte de las ventas minoristas se realizan en línea, y tal vez una quinta parte de la carga de trabajo informático está en la nube con empresas como Amazon y Microsoft. Las grandes empresas tecnológicas operan a nivel mundial, lo cual les da más espacio de expansión, en especial en economías emergentes donde el gasto en tecnología digital sigue siendo relativamente bajo.
El problema es que, si pensamos que las firmas tecnológicas crecerán mucho más y se diversificarán en más industrias, desde la atención médica hasta la agricultura, es lógico suponer que las reacciones negativas en su contra no desaparecerán, sino que, a la postre, aumentarán.
LEA: Google alcanza un valor de un billón de dólares
Conforme se expanda el alcance de los gigantes tecnológicos, más firmas no tecnológicas notarán el impacto en sus ganancias y se alterará el sustento de más trabajadores, lo cual producirá electorados furiosos. Una manera rudimentaria de medir la escala es fijarse en las ganancias a nivel mundial en contraste con el producto interno bruto de Estados Unidos. Según este criterio, Apple, empresa que se está expandiendo hacia los servicios, ya casi es tan grande como eran Standard Oil y US Steel en 1910, en la cúspide de su poder. Alphabet, Amazon y Microsoft están perfilados a llegar a ese umbral en los próximos diez años.
Cuando impacte la recesión, se encenderán nuevos resentimientos. Los gigantes tecnológicos podrían enfrentar una tormenta a la que pocos han prestado mucha atención. Las cinco grandes firmas emplean a 1,2 millones de personas y ahora son por mucho los más grandes inversionistas de las corporaciones estadounidenses, con un gasto cercano a 200.000 millones de dólares al año. Sus decisiones en torno a la presión a los proveedores, los recortes a las inversiones o los ataques a rivales más débiles demostrarán ser tan controvertidas como las de las automotrices cuando Detroit todavía reinaba en la década de 1970, o incluso las de Wall Street en 2007-2008. El papel de las grandes empresas tecnológicas en la política ya es tóxico; las redes sociales y los videos influyen en las elecciones desde Minnesota hasta Birmania.
Todo esto quiere decir que, lejos de haber alcanzado la cima, la ira podría estar al pie de la montaña. Los ejecutivos esperan que un cabildeo habilidoso los proteja. Sin embargo, incluso en este momento, el panorama fuera de Estados Unidos no es de inacción, sino un tumulto de experimentos regulatorios. China mantiene a sus gigantes del internet bajo el control tácito del Estado y quiere depender menos de Silicon Valley, que incluye a Apple, además, ya está lidiando con el virus COVID-19 y otras adversidades en ese país. Al menos 27 países han considerado o están considerando imponer impuestos digitales. Esta semana, la Unión Europea propuso restricciones a la inteligencia artificial. Incluso en Estados Unidos, los encargados de perseguir los monopolios podrían limitar la capacidad que tienen las grandes firmas tecnológicas de devorar empresas emergentes, una estrategia que ha sido fundamental para el éxito de Alphabet y Facebook en particular.
Justo cuando pensabas que la plastaformas volvían a estar de moda
El valor de mercado de 5,6 billones de dólares que han acumulado las cinco firmas tecnológicas más grandes deja claro que son de las empresas más exitosas de la historia en términos comerciales. Sin embargo, también supone que crecerán mucho más mientras el mundo se mantiene al margen plácidamente. Hasta hoy, las grandes empresas tecnológicas en esencia han salido ilesas. Mientras más grandes se vuelvan, habrá más razones para dudar que esto pueda seguir así.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.