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¿Un Lafite de China? Este vino de 300 dólares es auténtico
Lafite lanzó su primera cosecha de uvas cultivadas en Domaine de Long Dai, su finca ubicada en la provincia de Shandong, quieren usar los vientos nacionalistas como ventaja con un producto hecho en la región.

En China, se ha hecho vino de uva durante siglos. Hasta hace poco que los productores del país comenzaron a buscar una calidad más alta que pudiera gustar a los enófilos, principalmente en pequeña escala. Foto/Richard Haughton/Lafite.
Lafite lanzó su primera cosecha de uvas cultivadas en Domaine de Long Dai, su finca ubicada en la provincia de Shandong, quieren usar los vientos nacionalistas como ventaja con un producto hecho en la región.
China — En China, las historias sobre Château Lafite Rothschild son tan infames como legendaria es la finca de vinos de Burdeos.
Son historias —muy repetidas pero nunca confirmadas— de empresarios ricos de China que beben a grandes tragos Lafite mezclado con Sprite. O como aquella de la vez que un funcionario chino supuestamente dijo que al menos la mitad del Lafite que se vendía en China era falso.
Sin embargo, el último capítulo en la saga de Lafite es bastante distinto: la empresa detrás del famoso nombre, Domaines Barons de Rothschild (Lafite), ahora es la productora de un vino de clase mundial que se elabora por completo en China.
El mes pasado, Lafite lanzó su primera cosecha de uvas cultivadas en Domaine de Long Dai, su finca ubicada en la provincia de Shandong. La bodega francesa de siglos de antigüedad está apostando a que puede resistir la desaceleración económica de China y usar los vientos nacionalistas como ventaja con un producto hecho en la región.
En China, se ha hecho vino de uva durante siglos, pero nunca fue tan popular como otras bebidas y el país no ha sido reconocido por su producción vinícola. No fue sino hasta hace poco que los productores del país comenzaron a buscar una calidad más alta que pudiera gustar a los enófilos, principalmente en pequeña escala.
“Cuando comencé a visitar China, muchos de los coleccionistas de lujo decían: ‘Nunca beberemos vino chino’”, comentó Saskia de Rothschild, quien este año sucedió a su padre como presidenta de Lafite. “En realidad, esa es nuestra apuesta: producir un vino chino de alta calidad para que los chinos se sientan orgullosos de él”.
No obstante, los productores de Lafite han estado trabajando durante una época difícil para las empresas dirigidas a la élite china.
La campaña del presidente Xi Jinping en contra de la corrupción disminuyó durante años el gasto exagerado, y las ventas de vino —uno de los regalos preferidos entre los líderes empresariales y políticos de la nación— sufrieron un impacto particular. El año pasado, las importaciones de vino en China por volumen cayeron por primera vez en cinco años, de acuerdo con un reporte de Wine Intelligence, una firma de investigación en Londres.
Sin embargo, Lafite busca apelar al sentimiento patriótico del país ofreciendo un vino elaborado en China producido por un equipo que en su mayor parte es chino.
“A lo largo de los años, hemos visto cambiar a los consumidores chinos, y ‘Hecho en China’ en verdad se ha convertido en algo de lo que la gente se enorgullece”, comentó Rothschild, una experiodista que ha escrito para The New York Times.
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