Buchenwald: La historia negra de Weimar
Publicado 2005/01/31 00:00:00
- Tailandia
Las fosas comunes del Campo Soviético fueron descubiertas entre los años 1989 y 1990.
PERSONAJES fantasmagóricos y famélicos se esconden en sus ruinas. Una sensación que sólo se puede percibir al entrar a un cementerio. Es un silencio que a la vez te grita al oído demasiado. Es el Memorial y Museo Buchenwald, antiguo campo de concentración nazi, ubicado en la colina Ettersberg cercana a la ciudad de Weimar, en Alemania.
Johann Wolfgang von Goethe veía este sitio como un lugar en donde el hombre podía llegar a ser libre, en donde él buscaba inspiración para escribir, pero jamás se imaginó que siglos más tarde esa misma colina se convertiría en el infierno de muchos.
Y es que el lugar donde se ubica este antiguo campo de concentración hoy memorial, es hermoso, desde allí se puede divisar bellísimos paisajes que de seguro sirvieron de inspiración al autor de "Fausto". Pero esa hermosura contrasta con la utilización que a partir de julio de 1937 le dieron los nazis.
Aunque este campo nunca fue de exterminio sino de trabajo para la industria bélica, hay constancias que dentro de sus cercas se asesinó en masa a prisioneros de guerra, se realizaron experimentos biológicos y químicos y se dejó morir de hambre a cientos de personas.
Incluso existen vestigios que los prisioneros preparaban a los muertos, los dejaban en la cama haciendo parecer que dormían para alimentarse de su ración de pan o de sopa, a base de cáscaras de papa. También hubo evidencias de canivalismo.
Al ser Buchenwald un campo de trabajo forzado para construir armamento bélico, no podían ingresar prisioneros que no tuvieran la fortaleza para realizar las labores. Aunque no se permitía la entrada de niños, cuando las fuerzas aliadas entraron al campo el 11 de abril de 1945 se encontraron con menores de edad.
Los sobrevivientes dan cuenta de que en uno de los viajes que el tren realizó hacia la cima de la colina, venían tres niños que no superaban los nueve años de edad. Los nazis, los soltaron por la Calle del "Carajo" para que corriendo alcanzarán la puerta de entrada del campo de concentración y fueran liberados. Pero los nazis les soltaron unos perros que los destrozaron, y a unos metros antes de llegar a la puerta, un soldado les dio el tiro de gracia.
Ese fue uno de los relatos más escalofriantes que contó, Pamela Wachholz, chilena de nacimiento y colaboradora pedagógica en el Museo Conmemorativo de Buchenwald, en una pasada visita al lugar.
Buchenwald no sólo fue un campo de concentración para todos los enemigos del nazismo. A escasos tres meses de que los aliados llegan al lugar, los soviéticos establecieron allí, el Campo Soviético en donde los nazis recibieron parecido tratamiento: exterminio por abandono y falta de higiene, en donde mueren 7,000 de hambre, que luego son enterrados en fosas comunes, ubicadas a escasos metros de la cerca del campo de concentración de los nazis.
Se determinó que en cada fosa se enterró de tres a cinco personas, y que en total unas 5,000 personas se encuentran allí. Este campo dejó de funcionar en el año 1949. Weimar es una ciudad hermosa que se promociona a sí misma como la cuna de mentes brillantes como la de Goethe o de Friedrich von Schiller, pero que muy poco da cuenta de que a casi un kilómetro de distancia de ella hay una historia negra, nacida de la intolerancia política, racial y religiosa.
Johann Wolfgang von Goethe veía este sitio como un lugar en donde el hombre podía llegar a ser libre, en donde él buscaba inspiración para escribir, pero jamás se imaginó que siglos más tarde esa misma colina se convertiría en el infierno de muchos.
Y es que el lugar donde se ubica este antiguo campo de concentración hoy memorial, es hermoso, desde allí se puede divisar bellísimos paisajes que de seguro sirvieron de inspiración al autor de "Fausto". Pero esa hermosura contrasta con la utilización que a partir de julio de 1937 le dieron los nazis.
Aunque este campo nunca fue de exterminio sino de trabajo para la industria bélica, hay constancias que dentro de sus cercas se asesinó en masa a prisioneros de guerra, se realizaron experimentos biológicos y químicos y se dejó morir de hambre a cientos de personas.
Incluso existen vestigios que los prisioneros preparaban a los muertos, los dejaban en la cama haciendo parecer que dormían para alimentarse de su ración de pan o de sopa, a base de cáscaras de papa. También hubo evidencias de canivalismo.
Al ser Buchenwald un campo de trabajo forzado para construir armamento bélico, no podían ingresar prisioneros que no tuvieran la fortaleza para realizar las labores. Aunque no se permitía la entrada de niños, cuando las fuerzas aliadas entraron al campo el 11 de abril de 1945 se encontraron con menores de edad.
Los sobrevivientes dan cuenta de que en uno de los viajes que el tren realizó hacia la cima de la colina, venían tres niños que no superaban los nueve años de edad. Los nazis, los soltaron por la Calle del "Carajo" para que corriendo alcanzarán la puerta de entrada del campo de concentración y fueran liberados. Pero los nazis les soltaron unos perros que los destrozaron, y a unos metros antes de llegar a la puerta, un soldado les dio el tiro de gracia.
Ese fue uno de los relatos más escalofriantes que contó, Pamela Wachholz, chilena de nacimiento y colaboradora pedagógica en el Museo Conmemorativo de Buchenwald, en una pasada visita al lugar.
Buchenwald no sólo fue un campo de concentración para todos los enemigos del nazismo. A escasos tres meses de que los aliados llegan al lugar, los soviéticos establecieron allí, el Campo Soviético en donde los nazis recibieron parecido tratamiento: exterminio por abandono y falta de higiene, en donde mueren 7,000 de hambre, que luego son enterrados en fosas comunes, ubicadas a escasos metros de la cerca del campo de concentración de los nazis.
Se determinó que en cada fosa se enterró de tres a cinco personas, y que en total unas 5,000 personas se encuentran allí. Este campo dejó de funcionar en el año 1949. Weimar es una ciudad hermosa que se promociona a sí misma como la cuna de mentes brillantes como la de Goethe o de Friedrich von Schiller, pero que muy poco da cuenta de que a casi un kilómetro de distancia de ella hay una historia negra, nacida de la intolerancia política, racial y religiosa.
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