Diablitos conviven con Jesús
- José Miguel DomÃnguez F.
Diablitos y cactus forman parte de una exposición que reúne nacimientos de diversas regiones mexicanas.
La figura de un diablito observa al niño Jesús desde lo alto del pesebre en una exposición que reúne nacimientos de diversas regiones mexicanas, que tomaron esta tradición católica como un estandarte más de su mestizaje.
Cactus, sombreros charros y, sobre todo, toneladas de color inundan las distintas visiones del portal de Belén plasmadas por los creadores mexicanos que participan en Nacimientos mexicanos, alojada en el capitalino Museo Nacional de Culturas Populares.
La de los diablitos, por ejemplo, es una creación típica de la población michoacana de Ocumicho, que, como tantas de Oaxaca, Guanajuato, Jalisco y otros lugares de México, también encontró su hueco en el pesebre.
"Hechos sociales como la migración han ido transformando esta tradición", indicó el director del museo, Rodolfo Rodríguez Castañeda, quien añadió que la costumbre de poner el belén convive sin ningún problema en los hogares mexicanos con los abetos navideños y los trajes rojos de Santa Claus.
"Incluso en el árbol se ponen elementos tradicionales como la piñata. Estas tradiciones no están peleadas, pasa como con el día de Muertos y Halloween: hay sincretismo", explicó.
Dicho sincretismo ya existe dentro de los propios belenes, que convierten al niño, a María y a José en alebrijes, coloridas esculturas de cartón y madera (Oaxaca), o los reubican en un típico árbol de la vida, una figura de la tradición pagana de Puebla que distribuye flores, animales y otros símbolos a lo largo del tronco y las raíces de un árbol para explicar el origen de la humanidad.
En otro de los belenes expuestos, los cactus rodean al pesebre y varios jinetes charros ataviados con sus característicos trajes y sombreros, se acercan, junto a los Reyes Magos, para adorar al niño.
"Cada región hace sus interpretaciones", comentó el director del museo, que citó ejemplos como los nacimientos michoacanos que escenifican leyendas prehispánicas u otras versiones que insertan el pesebre en parajes de la cultura totonaca como las pirámides de El Tajín (Veracruz).
"Son siglos de historia, y es una tradición que sigue viva, vivísima, de hecho", agregó el responsable del Museo Nacional de Culturas Populares.
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