mundo
Hace 55 años en EE.UU., un discurso de Kennedy evitó una guerra nuclear con la Unión Soviética
Las palabras de Kennedy que cambiarían el mundo, aunque en realidad fueran pronunciadas precisamente para todo lo contrario, para que no cambiara, para evitar un posible holocausto nuclear que hubiera convertido, según dijo el entonces presidente estadounidense , "el fruto de cualquier victoria en ceniza en nuestras bocas".
Rafael Salido y Lorena Cantó / EFE - Actualizado:
"Buenas tardes conciudadanos. Este Gobierno, tal y como prometió, ha mantenido una férrea vigilancia sobre las operaciones del Ejército soviético en la Isla de Cuba", con estas palabras el presidente de EEUU, John Fitzgerald Kennedy, comenzaba un discurso llamado a que no cambiara el curso de la historia. Este domingo se cumplieron 55 años de ese crucial discurso, que fue emitido tanto por radio como en una televisión aún en blanco y negro, y que tuvo paralizado a todo un país que escuchaba atentamente cada una de sus 2,434 palabras, once de las cuales coincidían: "nuclear". A estas alturas, el escenario es bien conocido por todos. El 14 de octubre de 1962 fotografías tomadas por aviones U2 del servicio de inteligencia estadounidense revelaban la presencia de 8 lanzaderas y 16 misiles de medio alcance en la región occidental de la isla. "Era evidente que estas armas estratégicas, que eran fiables y modernas, estaban destinadas a ser manejadas por la Unión Soviética y no para ser transferidas a Cuba", señaló la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en un informe ya desclasificado. Esta información dio paso a trece días de tensión en los que cualquier error de cálculo hubiera podido dar pie a un conflicto de consecuencias difíciles de imaginar. "La actitud del presidente fue fundamental para desactivar la crisis. Kennedy buscó evitar cualquier intercambio nuclear, ya fuera voluntario o accidental", señaló a Efe la historiadora jefe de la Oficina del Departamento de Defensa, Erin Mahan. "A través de iniciativas por canales no oficiales, Estados Unidos acordó no invadir Cuba y retirar sus misiles de Turquía. Por su parte, (el soviético Nikita) Khrushchev se comprometió a desmantelar y retirar los misiles soviéticos y bombarderos ligeros de Cuba", explicó la historiadora del Pentágono. LA HABANA Si la Unión Soviética hubiera permitido a Cuba participar en las negociaciones con Estados Unidos por la "crisis de los misiles" de cuyo salto a las portadas de este domingo se cumplieron 55 años, la isla habría tenido una oportunidad de oro para zanjar entonces con su vecino del norte diferencias aún vigentes en 2017. "Se perdió un momento histórico", afirmó a Efe el investigador del Instituto de Historia de Cuba Tomás Díez Acosta, considerado en la isla el mayor conocedor de un episodio de tensión que puso al mundo al borde de una guerra nuclear entre el 15 y el 28 de octubre de 1962. La devolución de la base de Guantánamo, el levantamiento del embargo financiero y el fin de las acciones de subversión ideológica y propaganda, actos de piratería en las costas cubanas y sabotajes eran los puntos que el entonces líder Fidel Castro -fallecido en 2016- habría llevado a la negociación. VEA TAMBIÉN: Trum abrirá archivos sobre el asesinato de John Kennedy El propio Castro aventuraba que otro gallo habría cantado si el entonces líder soviético Nikita Jrushov hubiera dado voz a Cuba en los tensos intercambios con el presidente de EE.UU John F. Kennedy que frenaron la crisis. "Si hubiéramos participado en las negociaciones, lo hubiéramos hecho de forma constructiva. Quizás se hubiera entablado un diálogo, un intercambio de impresiones que hubiera podido evitar muchos de los problemas que nuestros países han enfrentado después", consideró el mandatario en sus conversaciones con el periodista Ignacio Ramonet recopiladas en el libro "Cien horas con Fidel". Los cubanos prácticamente se enteraron del acuerdo por la prensa, a pesar de que la entente incluía el desmantelamiento y salida de los misiles de su territorio -junto con la retirada de 56 misiles estadounidenses situados en Irán y Turquía, cercanos a la frontera sur de la URSS-. También sostiene que los misiles desplegados en Cuba "no cambiaban el balance estratégico" entre las dos potencias en plena Guerra Fría, que la isla nunca pidió misiles sino "armas para defenderse" de una potencial invasión estadounidense y que Castro lo que quería era amparar todo el asunto en un tratado militar con la URSS que se hiciera público. "Pero el secretismo soviético nos trajo muchos problemas", aduce Díez. Un secretismo que en la isla no escapó al choteo cubano. A los misiles rusos los llamaban "los etcéteras de Fidel", porque cuando éste advertía públicamente a EE.UU de que no se lanzara a invadir Cuba, solía añadir: "porque tenemos armas, artillería, tanques, etcétera, etcétera". Hoy, irónicamente, ese acercamiento pospuesto medio siglo por los superiores intereses de la Guerra Fría está de nuevo en punto muerto por la entrada en escena de Trump y la ocurrencia de unos misteriosos "ataques acústicos" contra diplomáticos de EE.UU en Cuba que a muchos les han hecho evocar las enrevesadas tramas de espionaje de aquellos años.Y en este escenario, los datos indican que desde hace unos meses en la isla se intensifican a buena marcha las relaciones económicas con los antiguos aliados rusos, sin que en este caso parezca que pueda interferir un teléfono rojo.