¿Cierto o falso?: la prueba poligráfica tiene la palabra
Publicado 2004/02/22 00:00:00
- Grisel Bethancourt
Los propios agentes de la PTJ son sometidos al detector de mentiras.
¿Estaría usted dispuesto a hacerse una prueba poligráfica para determinar si miente o no? Su aplicación por las autoridades o por peritos particulares se ha convertido en un arma para la detección de situaciones un tanto complicadas. Tal es el caso de una prueba de pre empleo o para verificar si un individuo está involucrado en un delito o si es sospechoso en una investigación.
Hace poco el director de la Policía Técnica Judicial, Jaime Jácome, anunció la aplicación periódica de un instrumento conocido como el polígrafo o detector de mentiras, a los investigadores de la propia institución.
El mismo instrumento ya se ha utilizado en investigaciones sensitivas, como en las prácticas de pruebas solicitadas por las autoridades de instrucción. Además, generalmente se efectúan durante el ingreso de los aspirantes a los cursos para detectives.
Según los especialistas, este instrumento no es un sistema represivo, pues las personas se deben someter a él de forma voluntaria.
El inspector Luis Romer, de la PTJ, graduado en Ciencias y Metodología de la Poligrafía en Fort Lauderdale, Florida, es uno de los cinco poligrafistas del país. Señala que en la persona interrogada se registra la actividad fisiológica seleccionada como la respiración, cambios de calor y ritmos cardíacos.
A medida que una persona sienta que pueda ser descubierta, estas reacciones fisiólogicas cambian, pues respira con cierta dificultad, el ritmo cardíaco se acelera y empieza a sudar, no de una forma corriente porque siente cosquilleo en el cuerpo.
Cuando una persona no quiere someterse a una prueba poligráfica y se le señala en alguna investigación, puede presumirse que tiene temor a ser descubierta.
Cada vez que la persona miente, la gráfica registra las irregularidades.
Se efectúan nueve preguntas, que se pueden extender a 12. Se trata de aplicar la técnica de "raport", la que busca que el entrevistado se manifieste por sí mismo y dé su versión del hecho que se investiga.
En una prueba poligráfica hay tres tipos de preguntas: irrelevantes, de control y las relevantes.
Por ejemplo, la de control es una pregunta que guarda algún tipo de relación con el suceso. La pregunta se formularía de esta manera: ¿Entre los 17 y 18 años participó en un robo de propiedades?
Mientras que las preguntas relevantes son directas. Se hacen interrogantes como ¿participó usted en el robo del dinero?, ¿fue usted quien robó el dinero?.
Antes de realizarse la prueba debe hacerse una preentrevista del polígrafo, para nivelar el estrés, adrenalina y ansiedad, la que debe coincidir con la información que se tiene previa a la prueba.
A quien le sea aplicado este proceso sólo debe contestar si o no, en consideración a que el grado de efectividad es de 98.9%.
Hay que verificar el estado de ánimo de la persona que debe ser sometida al examen. Específicamente, el especialista pregunta al examinado si sufre de alguna alteración físicopersonal, como presión alta o baja, presiones en el trabajo o en su vida cotidiana.
El inspector Romer aseguró que no es una prueba obligatoria, represiva, sugestiva, con ánimo de acusar a la persona, pues las preguntas se leen y se practican, con la anuencia de ella.
Quienes efectúan estas pruebas determinan el comportamiento, conducta, personalidad y fisiología de la persona que examinan y aquellas con trastornos de personalidad se detectan de inmediato.
El inspector Romer recordó que tuvo un caso de dos personas involucradas en el hurto en una empresa. Una de ellas presentó un problema psicopático, idealizaba las cosas, era demasiado extrovertida, y esto se pudo detectar por su conducta.
Tampoco pueden ser sometidas personas neuróticas, con esquizofrenia, sicóticos o sociópatas, debido a los trastornos de personalidad, las enfermedades mentales, los accesos depresivos y el comportamiento antisocial.
Existen dos tipos de polígrafos, el análogo y el computarizado. El primero utiliza un papel especial donde se marcan o se registran las gráficas que interpretará el perito, y sólo toma en cuenta la opinión del examinador que hizo la prueba.
El instrumento computarizado tiene la facilidad de que hay tres opiniones: la del examinador, la del instrumento Lafayette y la de la Universidad John Hopkins; inclusive da un promedio alcanzado por la persona examinada en tal prueba, así como los promedios en los exámenes individuales por pregunta.
Sí le da una rata de 99%, quien fracasó en las preguntas relevantes, hace una escala de más a menos y la califica por examen.
En la gráfica, los dos primeros trazos corresponden a la respiración, que son registrados a través del numo; el tercer trazo más delgado indica la sudoración y el último trazo que es más grueso, delata a la persona e indica el ritmo cardíaco, el que no se puede manipular.
La persona que siente que va a ser descubierta se protege mintiendo. Cada barrita equivale a cinco segundos, pero cuando miente en este mismo tiempo hace sólo una curva, aseguró el investigador.
En el año 2002, después de 17 meses de encarcelamiento, un narcotraficante decidió ser sometido a la prueba poligráfica, su apoderado legal quería demostrar que su cliente estaba anuente a que la verdad saliera dentro del proceso. El resultado no se reveló, pero sigue detenido. Esta fue la primera vez que la justicia panameña utilizó el polígrafo.
Actualmente, la Policía Técnica Judicial, de forma voluntaria, la aplica a los involucrados en una determinada averiguación del Departamento de Responsabilidad Profesional de la entidad.
Otra forma de utilizarlo es en las entrevistas de pre empleo, debido a la eliminación del récord policivo.
Uno de los casos más sonados ha sido la desaparición de la niña Mónica Serrano. A petición de las autoridades judiciales, una de las implicadas fue sometida al detector de mentiras. Efectivamente, se conoció que "mentía" en sus declaraciones.
El fiscal electoral, Gerardo Solís, también es poligrafista y en un texto de su autoría indica que en Panamá no existe ninguna norma legal que prohiba su ejercicio.
Explica en el texto "El polígrafo en Panamá" que existen otras normas de carácter constitucional que ponen un freno a la manera en que se debe usar, las que no son incompatibles con el correcto uso que de él exigen las normas aprobadas por la American Polygraph Association.
El artículo 22 de la Constitución Política exige la presunción de inocencia de toda persona acusada de haber cometido un delito. Esta disposición, que tiene el más alto rango en la jerarquía de las normas de convivencia en la sociedad, requiere del examinador que administra un examen poligráfico, una conducta totalmente objetiva e imparcial durante el ejercicio de la misma.
No debe ser acusatorio ni inclinarse siquiera, a sugerir que la prueba tiene como único o principal objetivo detectar decepción, cuya misión es verificar la veracidad o detectar decepción de las declaraciones del sujeto examinado, explica Solís.
"La prueba pericial poligráfica puede ser escuchada por el juez para que éste conozca, aprecie o evalué algún dato o hecho de influencia en el proceso que tenga carácter científico, técnico o práctico y que no pertenezca a la experiencia común, ni a la formación específica exigida al juez", cita el artículo 953 del Código Judicial.
Para conocer cómo se sienten las personas sometidas a la prueba del polígrafo, nosotros mismos estuvimos dispuestos a defendernos de preguntas sobre la infidelidad.
Con sólo la colocación de los aparatos que van adaptados al instrumento computarizado, la sensación fue extraña y se comenzó a acelerar nuestro corazón.
Se conectó un aparato para medir la presión en el brazo derecho, se amarraron cables en los dedos de las manos y otros rodeaban nuestro pecho.
La mirada tenía que ser directa a una pared, sin mover las manos, las piernas y los pies. En una silla parecida a la eléctrica, las manos comenzaron a sudar y después de unos minutos nuestra reacción fue de incomodidad.
Al sentirme algo presionada con tantos cables, respiré profundamente. El examinador nos comentó que era signo de nerviosismo. Lo que no sabía el inspector Romer es que tenía una ansiedad terrible.
Aunque el resultado no se pudo concretar, demostró que el estar expuesto a este instrumento por más de media hora, causa nerviosismo. Al final, si es verdad o mentira...el instrumento y el examinador tienen la última palabra.
Hace poco el director de la Policía Técnica Judicial, Jaime Jácome, anunció la aplicación periódica de un instrumento conocido como el polígrafo o detector de mentiras, a los investigadores de la propia institución.
El mismo instrumento ya se ha utilizado en investigaciones sensitivas, como en las prácticas de pruebas solicitadas por las autoridades de instrucción. Además, generalmente se efectúan durante el ingreso de los aspirantes a los cursos para detectives.
Según los especialistas, este instrumento no es un sistema represivo, pues las personas se deben someter a él de forma voluntaria.
El inspector Luis Romer, de la PTJ, graduado en Ciencias y Metodología de la Poligrafía en Fort Lauderdale, Florida, es uno de los cinco poligrafistas del país. Señala que en la persona interrogada se registra la actividad fisiológica seleccionada como la respiración, cambios de calor y ritmos cardíacos.
A medida que una persona sienta que pueda ser descubierta, estas reacciones fisiólogicas cambian, pues respira con cierta dificultad, el ritmo cardíaco se acelera y empieza a sudar, no de una forma corriente porque siente cosquilleo en el cuerpo.
Cuando una persona no quiere someterse a una prueba poligráfica y se le señala en alguna investigación, puede presumirse que tiene temor a ser descubierta.
Cada vez que la persona miente, la gráfica registra las irregularidades.
Se efectúan nueve preguntas, que se pueden extender a 12. Se trata de aplicar la técnica de "raport", la que busca que el entrevistado se manifieste por sí mismo y dé su versión del hecho que se investiga.
En una prueba poligráfica hay tres tipos de preguntas: irrelevantes, de control y las relevantes.
Por ejemplo, la de control es una pregunta que guarda algún tipo de relación con el suceso. La pregunta se formularía de esta manera: ¿Entre los 17 y 18 años participó en un robo de propiedades?
Mientras que las preguntas relevantes son directas. Se hacen interrogantes como ¿participó usted en el robo del dinero?, ¿fue usted quien robó el dinero?.
Antes de realizarse la prueba debe hacerse una preentrevista del polígrafo, para nivelar el estrés, adrenalina y ansiedad, la que debe coincidir con la información que se tiene previa a la prueba.
A quien le sea aplicado este proceso sólo debe contestar si o no, en consideración a que el grado de efectividad es de 98.9%.
Hay que verificar el estado de ánimo de la persona que debe ser sometida al examen. Específicamente, el especialista pregunta al examinado si sufre de alguna alteración físicopersonal, como presión alta o baja, presiones en el trabajo o en su vida cotidiana.
El inspector Romer aseguró que no es una prueba obligatoria, represiva, sugestiva, con ánimo de acusar a la persona, pues las preguntas se leen y se practican, con la anuencia de ella.
Quienes efectúan estas pruebas determinan el comportamiento, conducta, personalidad y fisiología de la persona que examinan y aquellas con trastornos de personalidad se detectan de inmediato.
El inspector Romer recordó que tuvo un caso de dos personas involucradas en el hurto en una empresa. Una de ellas presentó un problema psicopático, idealizaba las cosas, era demasiado extrovertida, y esto se pudo detectar por su conducta.
Tampoco pueden ser sometidas personas neuróticas, con esquizofrenia, sicóticos o sociópatas, debido a los trastornos de personalidad, las enfermedades mentales, los accesos depresivos y el comportamiento antisocial.
Existen dos tipos de polígrafos, el análogo y el computarizado. El primero utiliza un papel especial donde se marcan o se registran las gráficas que interpretará el perito, y sólo toma en cuenta la opinión del examinador que hizo la prueba.
El instrumento computarizado tiene la facilidad de que hay tres opiniones: la del examinador, la del instrumento Lafayette y la de la Universidad John Hopkins; inclusive da un promedio alcanzado por la persona examinada en tal prueba, así como los promedios en los exámenes individuales por pregunta.
Sí le da una rata de 99%, quien fracasó en las preguntas relevantes, hace una escala de más a menos y la califica por examen.
En la gráfica, los dos primeros trazos corresponden a la respiración, que son registrados a través del numo; el tercer trazo más delgado indica la sudoración y el último trazo que es más grueso, delata a la persona e indica el ritmo cardíaco, el que no se puede manipular.
La persona que siente que va a ser descubierta se protege mintiendo. Cada barrita equivale a cinco segundos, pero cuando miente en este mismo tiempo hace sólo una curva, aseguró el investigador.
En el año 2002, después de 17 meses de encarcelamiento, un narcotraficante decidió ser sometido a la prueba poligráfica, su apoderado legal quería demostrar que su cliente estaba anuente a que la verdad saliera dentro del proceso. El resultado no se reveló, pero sigue detenido. Esta fue la primera vez que la justicia panameña utilizó el polígrafo.
Actualmente, la Policía Técnica Judicial, de forma voluntaria, la aplica a los involucrados en una determinada averiguación del Departamento de Responsabilidad Profesional de la entidad.
Otra forma de utilizarlo es en las entrevistas de pre empleo, debido a la eliminación del récord policivo.
Uno de los casos más sonados ha sido la desaparición de la niña Mónica Serrano. A petición de las autoridades judiciales, una de las implicadas fue sometida al detector de mentiras. Efectivamente, se conoció que "mentía" en sus declaraciones.
El fiscal electoral, Gerardo Solís, también es poligrafista y en un texto de su autoría indica que en Panamá no existe ninguna norma legal que prohiba su ejercicio.
Explica en el texto "El polígrafo en Panamá" que existen otras normas de carácter constitucional que ponen un freno a la manera en que se debe usar, las que no son incompatibles con el correcto uso que de él exigen las normas aprobadas por la American Polygraph Association.
El artículo 22 de la Constitución Política exige la presunción de inocencia de toda persona acusada de haber cometido un delito. Esta disposición, que tiene el más alto rango en la jerarquía de las normas de convivencia en la sociedad, requiere del examinador que administra un examen poligráfico, una conducta totalmente objetiva e imparcial durante el ejercicio de la misma.
No debe ser acusatorio ni inclinarse siquiera, a sugerir que la prueba tiene como único o principal objetivo detectar decepción, cuya misión es verificar la veracidad o detectar decepción de las declaraciones del sujeto examinado, explica Solís.
"La prueba pericial poligráfica puede ser escuchada por el juez para que éste conozca, aprecie o evalué algún dato o hecho de influencia en el proceso que tenga carácter científico, técnico o práctico y que no pertenezca a la experiencia común, ni a la formación específica exigida al juez", cita el artículo 953 del Código Judicial.
Para conocer cómo se sienten las personas sometidas a la prueba del polígrafo, nosotros mismos estuvimos dispuestos a defendernos de preguntas sobre la infidelidad.
Con sólo la colocación de los aparatos que van adaptados al instrumento computarizado, la sensación fue extraña y se comenzó a acelerar nuestro corazón.
Se conectó un aparato para medir la presión en el brazo derecho, se amarraron cables en los dedos de las manos y otros rodeaban nuestro pecho.
La mirada tenía que ser directa a una pared, sin mover las manos, las piernas y los pies. En una silla parecida a la eléctrica, las manos comenzaron a sudar y después de unos minutos nuestra reacción fue de incomodidad.
Al sentirme algo presionada con tantos cables, respiré profundamente. El examinador nos comentó que era signo de nerviosismo. Lo que no sabía el inspector Romer es que tenía una ansiedad terrible.
Aunque el resultado no se pudo concretar, demostró que el estar expuesto a este instrumento por más de media hora, causa nerviosismo. Al final, si es verdad o mentira...el instrumento y el examinador tienen la última palabra.
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