La contienda que marcó el comienzo del intervencionismo de EE.UU.
- REDACCIÓN
La entrada de EEUU en la II Guerra Mundial acabó con las aspiraciones de Washington de mantenerse aislado de los conflictos internacionales, y le llevó a iniciar una etapa de intervencionismo exterior que aún hoy perdura.
"EEUU cambió de manera dramática a partir la II Guerra Mundial. Hasta entonces era una potencia económica, no militar, que se mantenía aislada de los conflictos", dijo a EFE el profesor de la American University Peter Kuznick.
"De haber seguido así, no habría habido bomba nuclear ni Guerra Fría. El mundo sería distinto hoy", añadió este experto en historia americana del siglo XX.
En 1939, los estadounidenses presenciaron el comienzo de otra guerra europea con alarma pero sin ánimo alguno de involucrarse en un conflicto para el que no se estaban preparados.
El presidente Franklin D. Roosevelt había logrado del Congreso autorización para mejorar la dotación de sus fuerzas armadas, pero aun así, apenas si estaban preparadas para defender el territorio nacional y atender a catástrofes y desastres naturales.
En esa época había 174.079 soldados en 130 puestos y campamentos en EEUU, Hawai, Filipinas y la Zona del Canal de Panamá. De los 53.000 oficiales, casi la quinta parte no había recibido instrucción para el combate.
La I Guerra Mundial, que se cobró 116.000 vidas, había dejado un mal recuerdo a los estadounidenses, y con la Gran Depresión aun en fresca en su memoria, la población no quería implicarse de nuevo en un costoso conflicto.
En 1939, el índice de desempleo llegaba a casi el 18 por ciento, y casi la mitad de los 132 millones de habitantes del país era todavía población rural, según la Oficina del Censo.
Además, seguía imperando en EEUU la corriente aislacionista que surgió tras la independencia de la corona británica, que llevó a los colonos a desentenderse de los conflictos en los que se veía involucrada la vieja Europa.
De hecho, Washington no entró a defender a los republicanos en la Guerra Civil española (1936-1939), pese a que algunos de sus ciudadanos se movilizaron en la lucha contra el general Francisco Franco, como recuerda Kuznick.
De acuerdo con encuestas de Gallup, en 1937, el 66 por ciento de los estadounidenses estaba a favor de "una conferencia mundial de desarme". En 1939, asimismo, el 96 por ciento de los encuestados por Gallup se oponía a "entrar en la guerra europea".
Ante la pregunta de si EEUU debería mantenerse al margen del conflicto aún si Alemania conquistaba a Francia e Inglaterra, el 77 por ciento de los encuestados prefería ver la guerra desde el balcón transatlántico.
No obstante, tras el ataque japonés sobre Pearl Harbor en 1941, todo cambió. EEUU entró en la costosa contienda y pudo salir de ella convertido en la primera potencia mundial.
El gobierno de Roosevelt ya había colocado a Estados Unidos en el camino de una colisión con Alemania con su programa de ayuda material a Inglaterra durante 1940 y 1941, pero fue el ataque de Pearl Harbor, al otro lado del planeta, el que despertó el ánimo guerrero de los estadounidenses.
En los tres años y medio siguientes, Estados Unidos movilizó a más de 16 millones de soldados, de los cuales más de 400.000 murieron y 672.000 sufrieron heridas en batallas en todo el mundo, desde el norte de África a las junglas asiáticas, y desde Francia a Japón.
El envío de tantos hombres al frentes sacó a millones de mujeres de las labores domésticas y las involucró en la industria, el comercio y los servicios en proporciones hasta entonces desconocidas.
Las necesidades de la guerra forzaron, incluso, la creación de unidades de combate integradas por soldados y oficiales negros.
Apenas tres años después del fin de la guerra, el presidente Harry Truman decretó la integración racial en las fuerzas armadas, con lo que se convirtió en la primera institución nacional que tomó esa medida en EEUU.
Al término del conflicto en 1945, Estados Unidos tenía 10 millones de soldados en el Ejército, la Marina, la Infantería de Marina y la Fuerza Aérea, y el índice de desempleo se aproximaba al 0 por ciento.
La guerra fortaleció la industria y estimuló la tecnología de Estados Unidos, convirtió a "los americanos" en modelos de vestimenta, música y hasta en sus hábitos, como en el consumo de cigarrillos "Lucky Strike", imitados en todo el mundo.
Sin haber sufrido en su propio territorio la devastación que arrasó a Europa, Rusia, China y Japón, EEUU salió de la guerra como la principal potencia económica y militar, una posición que debería disputar con la Unión Soviética en una tensa relación que dividió al mundo en dos bloques antagónicos.
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