Desplazados, paramilitares y traficantes rodean idílica Cartagena de Indias
- Cartagena (Colombia)
La idílica Cartagena de Indias, icono del turismo colombiano, es un espejismo para los miles de desplazados por el conflicto armado que conviven en su periferia junto a sicarios, paramilitares y traficantes de droga.
Más de un millón de turistas pasean cada año por esta pulcra ciudad caribeña, pero nunca se adentran en esos barrios donde la gran mayoría de las familias sobrevive con menos de 500.000 pesos mensuales (250 dólares).
Ese es el promedio diario que gasta un turista en la más vibrante y costosa ciudad de Colombia, repleta de restaurantes, rascacielos y tiendas de lujo.
Uno de esos barrios es Nelson Mandela, fundado hace 15 años por desplazados a causa de la violencia y el conflicto interno, que fueron ocupando terrenos y hoy suman 70.000 habitantes.
"Yo me fui para prevenir que pudieran atentar conmigo, yo era joven, era un objetivo para reclutarme", explica a Efe Whailer Herrón, líder comunal y uno de los fundadores de Nelson Mandela.
Su padre, originario de Antioquia, fue secuestrado por la guerrilla y después por el Ejército en el monte. "Era veterinario y todos creían que les curaba a todos ellos", relata Herrón sobre la odisea de su familia.
Así hallaron la paz en Nelson Mandela, hasta que llegaron los paramilitares reclutando a jóvenes y tomando el control del barrio.
"Cuando los paramilitares entregaron las armas e hicieron un pacto de paz con el Gobierno (en 2003), aquí quedaron muchos de ellos que luego conformaron otros grupos y se hicieron llamar las Águilas Negras", explica el líder comunitario.
En los últimos años han sido asesinados varios dirigentes, el último fue el 16 de junio de 2007 y la víctima Manuel López Ayala, administrador de la junta vecinal.
"Murió porque les enfrentó, había recibido amenazas, lo denunciamos y sabían quiénes eran, pero no detuvieron a nadie", recuerda Herrón, quien detalla: "ahora ya no están los mismos, aquí salen unos y entran otros. Aquellos se liquidaron entre ellos".
Según Herrón, sicarios y traficantes de droga están aún presentes en Nelson Mandela, donde siguen desaparecidos jóvenes reclutados por paramilitares.
"Hay chicos desaparecidos, no tengo cifras, inclusive un cuñado mío. En su caso fue un señor vestido de vigilante que estaba reclutando a los que habían salido recientemente del Ejército, les ofrecían cuidar una zona cocalera y de amapolas (opio) por 800.000 pesos (400 dólares)".
Hace sólo tres semanas "llegó un sicario disparando, asesinó a un joven, hirió a dos jovencitas y a un bebé. Al bebé lo enterramos la semana pasada", explica, por su lado, Rafael Silvera, también dirigente comunal y presidente de la Junta de Vivienda.
Silvera alerta de otro problema más reciente: la formación de pandillas que se disputan el territorio.
"Nelson Mandela es un barrio de una ciudad como Cartagena de Indias que tiene una imagen idílica a nivel internacional pero que es un paradigma muy claro de las enormes desigualdades que hay en Colombia", remarca a Efe el coordinador de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), Miguel González Gullón, para quien este hecho "es la raíz del conflicto".
"La Alcaldía tiene otras prioridades, que son promocionar la Cartagena turística; en cambio los desplazados, que en Colombia suman el 10 por ciento de la población, se encuentran con unos derechos ciudadanos poco satisfechos", agrega.
Por eso la AECID, cuyo objetivo general en Colombia es la construcción de paz, ha puesto en marcha un proyecto clave de alcantarillado en ese barrio.
Por las calles embarradas de Nelson Mandela circulan las aguas fecales que fomentan dengue, hongos y leptospirosis, enfermedad esta última que se trasmite por el orín de las ratas y puede desembocar hasta en meningitis aséptica.
Con 7.450 millones de pesos (3,7 millones de dólares), la AECID ha aportado la mitad del presupuesto para el proyecto, una ayuda que proviene del Fondo de Cooperación para el Agua, creado por el Gobierno español y dotado con 1.500 millones de dólares para toda América Latina.
En Nelson Mandela, la iniciativa contribuye además a la construcción de paz.
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