Claudia Llosa recrea un "Perú profundo" para los paladares europeos

La cineasta peruana Claudia Llosa, que el domingo opta al Óscar al mejor filme extranjero por "La teta asustada", es autora de una breve pero original cinematografía en la que retrata, o mejor dicho recrea, un "Perú profundo" más cercano al gusto europeo al que sus dos películas parecen dirigidas.

Llosa, que ya ha hecho historia por ser la primera directora peruana que pisará la alfombra roja de Hollywood, reside y trabaja en España, aunque sus dos películas se desarrollan en un marco inequívocamente peruano con referencias muy claras al país donde nació.

Su primera película, "Madeinusa" (por el nombre de la protagonista, que encarna Magaly Solier), se desarrolla en un pueblito de la montaña andina, mientras que "La teta asustada" transcurre en un barrio de la periferia limeña poblado precisamente por inmigrantes de la sierra peruana.

Tanto una como otra han sido criticadas en su país por ofrecer una visión forzada o caricaturesca, o incluso racista, de los barrios pobres peruanos, aunque luego, al ser "La teta" nominada a los Óscar como mejor filme extranjero, ganó el fervor patriótico. Poco pesaron en uno u otro caso los argumentos cinematográficos.

El presidente de la Asociación de Prensa Cinematográfica, Gabriel Quispe, cree que sería tendencioso decir que Llosa filma pensando en un público europeo.

Y aunque reconoce que a ese público le fascinan las historias remotas con un toque antropológico, considera que "La teta asustada" "logra, desde la localía recóndita, un retrato universal de espanto, dolor y desafío".

Sin embargo, la protagonista de ambas películas, Magaly Solier, no deja de alimentar esa imagen "étnica", al haber prometido presentarse en Hollywood ataviada con prendas típicas, diciendo unas palabras en quechua y mascando hojas de coca.

En las películas de Llosa hay todo un muestrario de fiestas y celebraciones -con sus dosis de brutalidad o de sarcasmo- que los espectadores extranjeros tienden a considerar como documentos antropológicos, y ha sido ahí donde muchos peruanos, en diarios o en blogs, han creído ver el racismo de una directora "blanca" sobre sus compatriotas "serranos".

Pero si nos ceñimos a lo estrictamente cinematográfico, es cierto que las obras de Llosa están alejadas del patrón de Hollywood, y tanto sus silencios como sus primeros planos fijos lo acercan más a la cinematografía del Viejo Continente.

El historiador de cine Ricardo Bedoya lo admite y lo justifica en una reciente entrevista con Efe. Según él, la penosa tarea de financiar un filme en Perú hace que los cineastas busquen el dinero fuera, y para ello nada mejor que intentar hacer productos atractivos al mercado de festivales europeos.

Es discutible si las historias que relata pueden resultar más creíbles al público nacional o foráneo, pero en todo caso Llosa ha optado por la originalidad de salirse de los esquemas trazados, a costa de escenas o personajes a veces demasiado forzados.

El ejemplo de la papa es ilustrativo: la protagonista de "La teta asustada", hija de una mujer violada por los militares, lleva una papa dentro de la vagina para evitar que se repita esa agresión y tiene que cortar las raíces que brotan de tanto en tanto.

Algunos han visto en esta escena un monumento al ridículo; otros han defendido su fuerza simbólica por ser la papa el alimento totémico peruano, clave del apego a la tierra.

Como recuerda Quispe, con el presupuesto que ha costado la película se habrían podido financiar tres filmes peruanos "con cierto estándar de despliegue", en alusión al bajo presupuesto que generalmente se manejan en las películas peruanas.

En una cartelera peruana fagocitada por la industria de Hollywood, donde la cinematografía europea es rara de ver -por no hablar de la asiática-, la obra de Claudia Llosa, como la de otros nuevos cineastas, supone al menos un revulsivo contra el cine más superficial.