Las campanas de Buenos Aires vuelven a sonar al ritmo de Llorenç Barber
- REDACCION
Más de 60 campanas del casco histórico de Buenos Aires tañeron hoy al unísono al ritmo de una partitura escrita especialmente para este evento por el inventor de estos singulares conciertos, el compositor español Llorenç Barber.
Musicólogos, campaneros profesionales y percusionistas dieron vida a los bronces de los once principales campanarios del centro de la capital argentina, distribuidos en iglesias y edificios públicos, cuyo estruendo se completó con un espectáculo de fuegos artificiales que congregó a gran cantidad de personas.
Durante poco menos de una hora, 34 campaneros, siete directores de campanario, diez percusionistas y numerosos asistentes hicieron sonar a la vez las solemnes campanas de la parroquia de San Ignacio de Loyola, la más antigua de la ciudad, y la emblemática campana del Cabildo, entre otras muchas, algunas de ellas de origen europeo y de varios siglos de antigüedad.
Su solemne melodía se completó con la peculiar acústica del carillón más grande de Suramérica, ubicado en la Legislatura porteña, y con el inolvidable sonido de la sirena del edificio en el que funcionaba el ex diario La Prensa, con la que se anunciaban hace un siglo los acontecimientos más importantes del momento.
En un imponente cierre, los más de 70 profesionales hicieron sonar a la vez la sirena y las campanas, cuyo estruendo quedó parcialmente silenciado por la traca final del espectáculo de fuegos artificiales que completó este concierto, organizado por el Ministerio de Cultura porteño y el Centro Cultural de España en Buenos Aires.
El de hoy fue el tercer "Concierto de campanas" ideado por Barber que se interpreta en la capital argentina, que ya se dejó conquistar por la pionera iniciativa del músico valenciano en 1998 y 2008.
Sus partituras han sido ejecutadas durante los últimos 20 años en los campanarios de las principales capitales y ciudades europeas y latinoamericanas, como Londres, Roma, Madrid, México o Quito, entre otras.
"No es concierto de estruendos y evidencias, sino de grandes sutilezas, ecos y cierta melancolía. No es un concierto pasivo, sino que cada cual debe construir su itinerario sonoro en busca de ecos, retumbos y repiques, surgidos del combate entre la partitura escrita y la orografía de la ciudad", sugiere el vanguardista compositor.
La zona en la que convergen los campanarios, en las proximidades de la histórica Plaza de Mayo, fue cortada al tránsito para permitir a los asistentes un mayor disfrute del concierto.
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