¿Cómo reparar el "peldaño roto" de la escalera corporativa?
- Amalia Toro
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- Socia y Managing Partner de McKinsey & Company Panamá
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En todo el mundo, las mujeres obtienen buenos resultados en materia de educación: se gradúan en mayor proporción que los hombres y tienen un promedio de calificaciones más alto. Pero luego ocurre algo extraño: al entrar al mercado laboral, pierden rápidamente esa ventaja. Cuando llegan los primeros ascensos, la caída sigue: por cada 100 hombres que ascienden a gerentes, solo 81 mujeres lo hacen.
Un mundo en donde la meritocracia se posicione como la variable más importante para definir el éxito profesional debería ser una realidad, pero lamentablemente no es así. Lo que vemos es que el avance profesional se frena desde el principio debido a que el primer peldaño de la escalera corporativa está roto.
Este fenómeno, descrito en el libro The Broken Rung: When the Career Ladder Breaks for Women —and How They Can Succeed in Spite of It, de Kweilin Ellingrud, Lareina Yee y María del Mar Martínez, socias senior de McKinsey & Company, expone cómo las mujeres quedan rezagadas desde su primera promoción y cómo la desigualdad se profundiza a lo largo de su carrera, hasta el punto en que solo el 29% de los puestos en la alta dirección son ocupados por mujeres. La meritocracia, al menos en su versión ideal, podría funcionar mejor.
¿La clave? Más "capital de experiencia" para las mujeres
Arreglar el peldaño roto, según las autoras —quienes se basaron en más de una década de investigación, en conversaciones con más de 50 líderes destacadas en todo el mundo, y en sus propias experiencias— empieza por fomentar el "capital de experiencia". Los hombres tienen más de este capital que se concentra en habilidades, conocimientos y experiencias adquiridas en el trabajo. Las mujeres necesitan acumular más de este capital, que en promedio representaría aproximadamente el 50% de sus ingresos de toda la vida a nivel mundial.
¿Por qué sucede esto? Según la investigación, mientras los hombres hacen más transiciones entre puestos y empresas, las mujeres tienden a permanecer más tiempo en un mismo cargo, lo que limita sus oportunidades de crecimiento. Además, los roles que ocupan las mujeres con mayor frecuencia no suelen ser los que conducen a un puesto de liderazgo.
No se trata solo de un problema individual, sino de un obstáculo estructural en el mundo laboral. Para corregirlo, es crucial que las organizaciones empiecen por reconocer el valor del capital de experiencia y diseñen estrategias para que más mujeres puedan acumularlo.
Implica, por un lado, fomentar entornos laborales donde las mujeres tengan acceso a proyectos de alto impacto, mentorías con ejecutivos influyentes y oportunidades para cambiar de roles de manera estratégica. Por otro lado, las mujeres podemos empezar a adoptar estrategias para tomar el control de nuestra trayectoria profesional: buscar activamente roles con impacto, aprender habilidades tecnológicas clave —aspecto muy importante, sin importar en cuál industria— y construir redes de apoyo sólidas.
Dejar las fantasías y concentrarnos en las realidades
Podemos empezar también por dejar atrás la narrativa de la mujer "extraordinaria" que supera todos los obstáculos y, en cambio, apostar por la transformación del sistema para que el talento de millones de mujeres no se desperdicie en estructuras corporativas desbalanceadas.
En este Día Internacional de la Mujer, la conversación sobre equidad puede evolucionar. Ya no basta con señalar la desigualdad: es hora de empezar a pensar en soluciones integrales y de raíz, reparando y reforzando (con acero, si es necesario) ese primer peldaño de la escalera laboral.
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