Cuadragésima Cita
- José Pineda
El domingo pasado, cristianos católicos de la capital concurrieron a la Arena “Mano de Piedra” Durán remozada y con aire acondicionado central, a expresar públicamente el culto de homenaje de fe al Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
Según antigua costumbre y tradición, la 40 Cita Eucarística, dentro de una serie de festividades litúrgicas y de homenajes a las figuras del sacerdocio con motivo del centenario de la muerte del Santo Cura de Ars, se celebró para la fecha.
En un principio vino a ser la fiesta sustitutiva de la otrora procesión del Corpus de los años 30, parte del 40 y del 50, que, en su tiempo, cuando Panamá tenía dimensiones más exiguas, con muchas solemnidad y la acostumbrada piedad, circulaba por el caso viejo con la asistencia de los colegios católicos del área y casi todas las congregaciones piadosas que entonces funcionaban. Más adelante dado el progreso y evolución en muchos aspectos de la ciudad-pueblo a megápolis, la procesión se redujo a circular por el parque de Catedral y cada vez, la asistencia fue mermando y me imagino, no me consta, que el difunto emérito Monseñor Marcos Gregorio McGrath, C.S.S., diseñó la alternativa de la Cita Eucarística que desde el principio congregó grandes multitudes en el gimnasio mencionado.
Lo que también hay que alabar y felicitarnos es el hecho de la perseverancia en la celebración anual complicada en sí porque suponen movilización de personas en un ambiente como el panameño que no se caracteriza por su proverbial inconsistencia. Tantos buenos esfuerzos se han tomado que luego se han ido desapareciendo por su supuesta complicación.
La celebración presidida por el nuevo arzobispo Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, O.S.A., se desarrolló con una impecable organización en la cual contribuyen muchos elementos de nuestras juventudes parroquiales. La respuesta de la comunidad creyente nos llevó a comentar y pensar cómo el Espíritu Santo no nos ha abandonado y cómo la mala prensa que se ha estado difundiendo contra la Iglesia Católica no ha hecho la mella que muchos esperábamos hiciera. El pueblo creyente cree en Dios, creen en su tradición, cree en su Iglesia sin negar la negatividades de sus ministros.
No cesamos de dar gracias a Dios que aún nos podemos congregar libremente y podemos vivir la solidaridad en el culto externo a la Eucaristía.
La homilía como siempre fue del gusto de los participantes con las acostumbradas interrupciones cuando se aludía a situaciones actuales de preocupación.
Este año hubo una evolución a la costumbre litúrgica acostumbrada, ya que se complació al público con una atinada participación folclórica con que se culminó la Cita como nuestro ofrecimiento colectivo de fe al Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo que ojalá redunde en bendiciones abundantes sobre esta ciudad tan necesitada de la mano de Dios.
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