Valores
Cuidemos nuestro prestigio
El prestigio es una palabra usada comúnmente para describir la reputación o la fama de una persona o institución. Este concepto tuvo connotaciones negativas dirigidas a la
El prestigio es una palabra usada comúnmente para describir la reputación o la fama de una persona o institución. Este concepto tuvo connotaciones negativas dirigidas a la pomposidad, la afectación o la soberbia, ya que su raíz viene del “præstigum” latino que significa engaño o truco, y que con el pasar de los años, desarrolló significados positivos: tales como alta estima y reputación sólida.
En las antiguas civilizaciones tuvimos personalidades como la clase sacerdotal, los chamanes del África Central, los astrónomos, los arquitectos del antiguo Egipto y ocupaciones similares, adquiriendo cada cual prestigio dentro de su cultural y sociedad, por el desempeño de sus acciones particulares. En la cultura europea continental destacan poetas, pintores, escritores, músicos, actores, entre otras expresiones del arte. También el prestigio se da en las principales clases económicas procedentes de asociaciones gremiales: periodistas, comerciantes, médicos, notarios, arquitectos, abogados, entre otros; e igualmente se les asocia a las clases sociales altas de hoy.
No es fácil ganar admiración, respeto y confianza de las demás personas. Debemos procurar una conducta correcta, apegada a las normas, con sentido común, prácticas igualitarias y recíprocas, que faciliten forjar un prestigio con el transcurrir de los años, y que no permita dudas, rumores o situaciones incómodas, que otras personas puedan utilizar para interpretar a su criterio. Por mucho que se esmeren algunos personajes en pulir su imagen, no siempre son bien aceptados ni animan a los que lo rodean. Esto pasa en política, en gremios empresariales, en asociaciones y empresas privadas, así como en entidades estatales y organismos de alto perfil.
No todo puede comprarse; el prestigio es uno de ellos. Es un valor intangible y fundamental para el ser humano. La dignidad y el respeto no se obtienen de cargos públicos ni por determinadas facultades legales, sino en practicar valores desde el hogar, respetando nuestro nombre, acciones, pensamientos más sublimes y sobre todo realizando ejecutorias como persona, profesional y ciudadano ejemplar.
Cuidemos nuestro prestigio, sin empañar el de los demás. No hagamos juicios apresurados de otras personas porque a simple vista nos parece errado o perjudicial. Seamos personas justas en nuestras decisiones, dando a cada caso la razón de su existencia. (Aporte de Comisión de Valores del Club Rotario de Panamá).
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