De ciegos y cegueras
Pero ya va siendo tiempo de decir ¡Basta! ... los organismos internacionales califican como uno de los más ricos de la región por su elevada renta per cápita de casi $25.000.00; un promedio estadístico del que muy poco percibimos o que no sabemos dónde o a quién realmente beneficia.
- Samuel Rodríguez
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- - Publicado: 15/6/2020 - 12:00 am
A través de nuestra historia hemos tenido una cantidad de frases de políticos que han tratado de connotar una realidad de oportunidades para el pueblo y que han quedado como falaces porque la realidad posterior ha sido otra.
Pero, por desgracia, vemos que luego reviven en unas copias de otras previas.
En suma, como una competencia vil de ver quién se aprovecha más de la buena fe del pueblo y puede saquear las arcas del país.
En 1932, Harmodio Arias, echó mano de la consigna: “El candidato de los pobres”, que le valió el triunfo sobre Pancho Arias.
Este, por haber reconocido la victoria de su contrincante, fue bautizado como “El caballero de la política”.
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En 1952, José Antonio Remón Cantera corrió con el lema: “Remón sirve al pueblo”, que gracias a la ayuda que recibieron las clases populares de manos de Cecilia Pinel de Remón - “La dama de la bondad”- , le permitió al excoronel sentarse en el solio presidencial.
Cuatro años más tarde, Ernesto de la Guardia Jr. prometió “Pan y libertad” en momentos que escaseaban ambos.
En tanto, que en 1964, Marco A. Robles propuso “La reforma va”, pese a que la gente lo recordaba como “Marco rifle”, por su paso por el Ministerio de Gobierno y Justicia.
En 1968, en una de las campañas el candidato de la Unión Nacional, Arnulfo Arias, llegó a la presidencia por escasos 11 días, precedido por el premonitorio lema: “Dispara tu voto”.
Otras consignas más recientes han sido: “El pueblo al poder”, de Ernesto Pérez Balladares;
“Por un mejor Panamá”, de Mireya Moscoso; y “Sí se puede” y “Cero corrupción”, de Martín Torrijos.
Paradojas de presidentes de cuño neoliberal, uno, de populismo, los otros, y donde se origina la ola de corrupción que aún nos hace perder el sueño.
En las últimas elecciones, la candidata del PRD, Balbina Herrera, reclamaba el voto popular “De corazón” y le prometía al electorado “un gobierno para la gente”, mientras para darle el espaldarazo popular, el cantante Japanese entonaba: "Esta es la historia de Balbina".
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La contraofensiva llegó de la mano del binomio Martinelli-Varela, abocado al “Verdadero cambio”, que sacaba partido de las acusaciones de insania del oficialismo para tararear: “Los locos somos más”, sin olvidar “caminar en los zapatos del pueblo”, porque “Ahora le toca al pueblo”.
En fechas más recientes, el estribillo ha sido que "Ningún Panameño se queda atrás".
Pero la verdad es que hay muchísimos panameños rezagados, pero aún así tratando de darle una mano a los verdaderos últimos: aquellos sin derecho a nada o casi nada, según los que siempre han estado de primero y que no desean mirar atrás, acaso solo de reojo y por un brevísimo tiempo cada cinco años.
Pero ya va siendo tiempo de decir ¡Basta!
Es el nuestro un país al que los organismos internacionales califican como uno de los más ricos de la región por su elevada renta per capita de casi $25.000.00; un promedio estadístico del que muy poco percibimos o que no sabemos dónde o a quién realmente beneficia.
Pero de que esa riqueza existe, sí existe.
El hecho es que no llega a los que tiene que llegar, revelándose en buenos y modernos centros educativos, en un sistema educativo de alta calidad, en salud igual para todos, en seguridad social cierta y eficiente, en seguridad alimentaria y empleos decentes.
Hemos llegado a un sistema en el que menos trabaja es el que más gana y el que menos contribuye; y donde al que más trabaja es al que más sacrificios le piden.
Sonaré necio y redundante en el tema, pero es una realidad que esta pandemia ha puesto en evidencia brutal.
¿Haremos algo para que alguna vez los eslogan políticos se tornen programas reales, eficaces y efectivos?
Qué sean hechos y no palabras!
Así de simple es la cosa. ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!
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