De jesuitas y compromises
Publicado 2006/08/01 23:00:00
- Ginela Escala M./
"... mis experiencias con los jesuitas han sido en su mayoría positivas e inspiradoras, lo que no quita que sean una orden religiosa polémica..."
NUNCA estudié ni en colegios o universidades regentados por jesuitas, y menos aspiré a ingresar en esta -ni otra- orden religiosa, pero la presencia de integrantes de la Compañía de Jesús han sido fundamentales en compartir caminos recorridos en pro de la justicia y el cristianismo vital.
¿Como olvidar los cursillos de capacitación social y la revista Diálogo Social con el aporte de Juan de Dios Antolinez, Ignacio Castañedas, "perico" Moraza , Xabier Gorostiaga, Tarcisio Parrado? ¿O Fe y Alegría donde aprendí el método psicosocial de Freire y lanzamos propuestas novedosas popular? ¿O la una misión indígena entre los Ngobe Buglé en San Félix, Chiriquí y la campesina en Las Lajas, con sacerdotes como Jorge Sarsanedas? ¿El Colegio Javier y Servicio Social Javeriano, actividad pionera que fomenta actividades de cercanía y búsqueda de cambios en la sociedad para el bien común; y que conlleva la vivencia plena de valores cristianos y profundamente humanos junto con el deseo de aportar en las comunidades de trabajo y convivencia la resolución de algunos proyectos comunales o de beneficio para todos sus miembros? ¿El inolvidable Gorostiaga y la fundación de CEASPA hace 30 años? y ¿O la permanente vivencia centroamericana del Noviciado San Ignacio en Pedregal, Villa Lupus, la cruzada de alfabetización de Fernando Cardenal en Nicaragua, el apostolado de los Mártires de El Salvador y el dinamismo de César Jerez, Pico y Falla? ¿Y la obra "Jesús en los Pobres" que tiene como objetivo la formación cristiana y social para determinar compromisos parroquiales y de grupos con la gente más necesitada? ¿Néstor Jaén, el Comité Ecuménico, Foro 2020 y la obra teatral Carta a Héctor Gallego? Se que quedan muchas más referencias por fuera.
La verdad es que la huella jesuita en Panamá en muy antigua. En un reciente reconocimiento de la historia urbana de Panamá, me reencontré las ruinas de obras jesuitas en Panamá la Vieja que datan de 1575: Una parroquia, una escuela primaria, una congregación mariana para personas negras que además atendían a enfermos y presos. Luego al recorrer el Casco Antiguo sigue visible y en pie la primera universidad del istmo creada en 1749, Universidad San Javier y cerrada apenas 18 años después cuando los jesuitas son expulsados de Panamá y otros países por el Rey Carlos III de España, pero en 1903 el primer obispo de la era republicana fue el jesuita Francisco Javier Junguito.
En el 2006 se celebran tres importantes conmemoraciones en la Iglesia y sobre todo en la Compañía de Jesús. Los 450 años del nacimiento de San Ignacio de Loyola, su fundador y organizador. Los 500 años del nacimiento de San Francisco Javier, que es dentro de la Iglesia, el patrono de las misiones por sus infatigables correrías por Indonesia, Japón y la India donde convirtió a miles de personas. Murió en una playa teniendo por delante las costas de China, a la que pensaba visitar Y por fin los 500 años del nacimiento del Beato Pedro Fabro, que fue un gran director espiritual y que atraía en Europa incluso a las personas no creyentes por su amabilidad y respeto.
La verdad que mis experiencias con los jesuitas han sido en su mayoría positivas e inspiradoras, lo que no quita que sean una orden religiosa polémica, pues San Ignacio la quiso comprometida con los retos históricos de cada tiempo y estos no suelen ser fáciles, por lo que también cometieron errores históricos.
Su principal desafío es ser coherentes con su propio lema "Al servicio de la fe y la promoción de la justicia" entendiendo que la fe no puede ser dogmatismo sino orientación hacia la conjunción de humanismo y divinidad, y que la justicia es hoy un imperativo ineludible en una realidad descarnada pletórica de exclusiones, desigualdades e inequidades a tutiplén. La justicia es hoy por hoy, compromiso intenso y germinal.
Escribe Eduardo Galeano que la palabra y el acto no se habían encontrado nunca. Cuando la palabra decía sí, el acto hacía no. Cuando la palabra decía no, el acto hacía sí. Cuando la palabra decía más o menos, el acto hacía menos o más. Un día, la palabra y el acto se cruzaron en la calle. Como no se conocían, no se reconocieron. Como no se reconocieron, no se saludaron.
Articular la palabra y el acto encarnado en el compromiso de "lentes verdes" (fe y política) como lo escribió Néstor Jaén, es un desafío actual de los jesuitas, pero es también un desafío de todos y todas.
raulleisr@hotmail.com
¿Como olvidar los cursillos de capacitación social y la revista Diálogo Social con el aporte de Juan de Dios Antolinez, Ignacio Castañedas, "perico" Moraza , Xabier Gorostiaga, Tarcisio Parrado? ¿O Fe y Alegría donde aprendí el método psicosocial de Freire y lanzamos propuestas novedosas popular? ¿O la una misión indígena entre los Ngobe Buglé en San Félix, Chiriquí y la campesina en Las Lajas, con sacerdotes como Jorge Sarsanedas? ¿El Colegio Javier y Servicio Social Javeriano, actividad pionera que fomenta actividades de cercanía y búsqueda de cambios en la sociedad para el bien común; y que conlleva la vivencia plena de valores cristianos y profundamente humanos junto con el deseo de aportar en las comunidades de trabajo y convivencia la resolución de algunos proyectos comunales o de beneficio para todos sus miembros? ¿El inolvidable Gorostiaga y la fundación de CEASPA hace 30 años? y ¿O la permanente vivencia centroamericana del Noviciado San Ignacio en Pedregal, Villa Lupus, la cruzada de alfabetización de Fernando Cardenal en Nicaragua, el apostolado de los Mártires de El Salvador y el dinamismo de César Jerez, Pico y Falla? ¿Y la obra "Jesús en los Pobres" que tiene como objetivo la formación cristiana y social para determinar compromisos parroquiales y de grupos con la gente más necesitada? ¿Néstor Jaén, el Comité Ecuménico, Foro 2020 y la obra teatral Carta a Héctor Gallego? Se que quedan muchas más referencias por fuera.
La verdad es que la huella jesuita en Panamá en muy antigua. En un reciente reconocimiento de la historia urbana de Panamá, me reencontré las ruinas de obras jesuitas en Panamá la Vieja que datan de 1575: Una parroquia, una escuela primaria, una congregación mariana para personas negras que además atendían a enfermos y presos. Luego al recorrer el Casco Antiguo sigue visible y en pie la primera universidad del istmo creada en 1749, Universidad San Javier y cerrada apenas 18 años después cuando los jesuitas son expulsados de Panamá y otros países por el Rey Carlos III de España, pero en 1903 el primer obispo de la era republicana fue el jesuita Francisco Javier Junguito.
En el 2006 se celebran tres importantes conmemoraciones en la Iglesia y sobre todo en la Compañía de Jesús. Los 450 años del nacimiento de San Ignacio de Loyola, su fundador y organizador. Los 500 años del nacimiento de San Francisco Javier, que es dentro de la Iglesia, el patrono de las misiones por sus infatigables correrías por Indonesia, Japón y la India donde convirtió a miles de personas. Murió en una playa teniendo por delante las costas de China, a la que pensaba visitar Y por fin los 500 años del nacimiento del Beato Pedro Fabro, que fue un gran director espiritual y que atraía en Europa incluso a las personas no creyentes por su amabilidad y respeto.
La verdad que mis experiencias con los jesuitas han sido en su mayoría positivas e inspiradoras, lo que no quita que sean una orden religiosa polémica, pues San Ignacio la quiso comprometida con los retos históricos de cada tiempo y estos no suelen ser fáciles, por lo que también cometieron errores históricos.
Su principal desafío es ser coherentes con su propio lema "Al servicio de la fe y la promoción de la justicia" entendiendo que la fe no puede ser dogmatismo sino orientación hacia la conjunción de humanismo y divinidad, y que la justicia es hoy un imperativo ineludible en una realidad descarnada pletórica de exclusiones, desigualdades e inequidades a tutiplén. La justicia es hoy por hoy, compromiso intenso y germinal.
Escribe Eduardo Galeano que la palabra y el acto no se habían encontrado nunca. Cuando la palabra decía sí, el acto hacía no. Cuando la palabra decía no, el acto hacía sí. Cuando la palabra decía más o menos, el acto hacía menos o más. Un día, la palabra y el acto se cruzaron en la calle. Como no se conocían, no se reconocieron. Como no se reconocieron, no se saludaron.
Articular la palabra y el acto encarnado en el compromiso de "lentes verdes" (fe y política) como lo escribió Néstor Jaén, es un desafío actual de los jesuitas, pero es también un desafío de todos y todas.
raulleisr@hotmail.com
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