Devaneo de alguien que duda de todo
Publicado 2006/07/31 23:00:00
- Eduardo Soto P.
En estos días tempestuosos, hemos dejado de ser amigos, vecinos y compatriotas. Nos hemos convertido en sospechosos...
Debido a la explosión informativa y editorial que ha generado el descalabro en la lucha contra las drogas, muchos estamos de espalda a la pared, ansiosos, atentos a cada ruido extraño en las sombras o en la luz, dudando de cada palabra y cada silencio; sospechamos, y somos blanco de sospechas (acabo de dar los síntomas de la paranoia).
No se sabe con certeza quién está de qué lado, y tampoco tenemos claro cuáles son los lados. Es como en los años ochenta, cuando la CIA protegía a Manuel Noriega, mientras la DEA quería guardarlo en la celda donde hoy lo tiene. Había gente panameña en un bando y en otro, conspirando en arrebato, y uno no tenía seguridad sobre quién mentía y quién decía la verdad y, lo que es peor, dudábamos sobre cuál de las dos proposiciones, la mentira o la verdad, nos daría esa libertad que todavía no llega del todo.
Hoy podría estar pasando lo mismo. Es muy posible que diferentes agencias estadounidenses hayan establecido corros en el país, unos en guerra a muerte contra las drogas, otros contra la corrupción generalizada, o contra los izquierdistas que están ganando terreno en América Latina. Lo que puede estar pasando es que todos estos brazos colisionan porque no coinciden en métodos ni en el reclutamiento de aliados, y terminan poniéndose zancadillas.
Eso explicaría el tira y jala en el Ministerio Público, por poner un ejemplo, y cómo los diversos grupos dicen tener el apoyo de "la embajada".
Receta para no volverse loco: primero, sepamos que los narcos tienen sus garras hincadas en altas esferas del poder político y económico del país; hay que acabar con eso de una vez por todas. Segundo, aun cuando Estados Unidos esté apoyando a los diversos bandos, lo que a ellos les importa, y con justa razón, es la seguridad y bienestar del pueblo estadounidense, por lo que, a la hora de tomar decisiones críticas, nada más será considerado.
Contagiada de la misma voracidad centralista y acaparadora que caracteriza a los mandamases de "la patria nueva", primero echó al Director del Instituto de Medicina Legal, poniéndolo bajo su control y anulando, en consecuencia, la independencia que debe ser consustancial a un organismo técnico, que debe emitir dictámenes periciales independientes. Ahora, para satisfacer su ambición de control, pero esta vez apadrinada por su jefe, vuelve a emprenderla contra el Director de la PTJ.
Después de haber sido testigos de todas las destituciones, mediante las caricaturas de juicio que son los "procesos disciplinarios", en los que el "despacho superior" es investigador, juez y tribunal de apelaciones, todo a un mismo tiempo, ¿puede alguien pensar que la PTJ conservará su independencia técnica para ejercer sus funciones si sus directores, al igual que los miles de funcionarios que integran el Ministerio Público, queda bajo la férula de la señora Procuradora y son de su libre nombramiento y remoción?
Repasen con cuidado todos los hechos que he relatado y mediten sobre sus consecuencias. Y, finalmente, sumen la aparente "idea suelta e inocente" que recientemente lanzó uno de los asociados del poder, sobre la reelección del señor Torrijos.
Ya el lobo ha enseñado las orejas varias veces. De nosotros depende que no se materialice de cuerpo entero, pero si seguimos impasibles, nuestra incipiente democracia, sazonada a su gusto, le servirá de almuerzo.
No se sabe con certeza quién está de qué lado, y tampoco tenemos claro cuáles son los lados. Es como en los años ochenta, cuando la CIA protegía a Manuel Noriega, mientras la DEA quería guardarlo en la celda donde hoy lo tiene. Había gente panameña en un bando y en otro, conspirando en arrebato, y uno no tenía seguridad sobre quién mentía y quién decía la verdad y, lo que es peor, dudábamos sobre cuál de las dos proposiciones, la mentira o la verdad, nos daría esa libertad que todavía no llega del todo.
Hoy podría estar pasando lo mismo. Es muy posible que diferentes agencias estadounidenses hayan establecido corros en el país, unos en guerra a muerte contra las drogas, otros contra la corrupción generalizada, o contra los izquierdistas que están ganando terreno en América Latina. Lo que puede estar pasando es que todos estos brazos colisionan porque no coinciden en métodos ni en el reclutamiento de aliados, y terminan poniéndose zancadillas.
Eso explicaría el tira y jala en el Ministerio Público, por poner un ejemplo, y cómo los diversos grupos dicen tener el apoyo de "la embajada".
Receta para no volverse loco: primero, sepamos que los narcos tienen sus garras hincadas en altas esferas del poder político y económico del país; hay que acabar con eso de una vez por todas. Segundo, aun cuando Estados Unidos esté apoyando a los diversos bandos, lo que a ellos les importa, y con justa razón, es la seguridad y bienestar del pueblo estadounidense, por lo que, a la hora de tomar decisiones críticas, nada más será considerado.
Contagiada de la misma voracidad centralista y acaparadora que caracteriza a los mandamases de "la patria nueva", primero echó al Director del Instituto de Medicina Legal, poniéndolo bajo su control y anulando, en consecuencia, la independencia que debe ser consustancial a un organismo técnico, que debe emitir dictámenes periciales independientes. Ahora, para satisfacer su ambición de control, pero esta vez apadrinada por su jefe, vuelve a emprenderla contra el Director de la PTJ.
Después de haber sido testigos de todas las destituciones, mediante las caricaturas de juicio que son los "procesos disciplinarios", en los que el "despacho superior" es investigador, juez y tribunal de apelaciones, todo a un mismo tiempo, ¿puede alguien pensar que la PTJ conservará su independencia técnica para ejercer sus funciones si sus directores, al igual que los miles de funcionarios que integran el Ministerio Público, queda bajo la férula de la señora Procuradora y son de su libre nombramiento y remoción?
Repasen con cuidado todos los hechos que he relatado y mediten sobre sus consecuencias. Y, finalmente, sumen la aparente "idea suelta e inocente" que recientemente lanzó uno de los asociados del poder, sobre la reelección del señor Torrijos.
Ya el lobo ha enseñado las orejas varias veces. De nosotros depende que no se materialice de cuerpo entero, pero si seguimos impasibles, nuestra incipiente democracia, sazonada a su gusto, le servirá de almuerzo.
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