Diagnóstico de la Educación
Publicado 2001/12/07 00:00:00
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En estos momentos en que está por finalizar el año escolar 2001, debemos preguntarnos: ¿hacia dónde va la educación panameña?, ya que cada año en las vacaciones escolares son muy pocos los docentes que verdaderamente están involucrados con un plan de actualización de sus conocimientos, específicamente acorde con los cambios mundiales de carácter tecnológico, entre otros, producto del proceso de globalización que seguirá ampliando los mercados y provocará mayor competitividad, también en el campo educativo.
Este hecho determinará una misma necesidad: el aumento de la productividad (educativa), a fin de que Panamá sea competitiva en relación con otros mercados internacionales (otros centros de enseñanza), lo cual requiere que, como nación, actuemos de manera adecuada y coordinadamente, que implique tener una visión correcta de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Sólo una visión correcta del entorno internacional puede garantizar una respuesta adecuada, ante cambiantes factores externos que están ajenos al control de personas y países.
El sistema educativo en nuestro país tiene un rezago de relevancia, producto de circunstancias históricas, como fue la eliminación total de la reforma educativa en 1979; los quince años que tomó la preparación de una ley-cuadro de educación; la burocracia existente en el ámbito ministerial con planes de estudio obsoletos y alejados de la realidad mundial; las condiciones precarias de nuestras aulas de clases; la débil formación del personal docente; y, finalmente, la politización de la educación.
Sin embargo, los diferentes programas implementados por el Ministerio de Educación, específicamente los que promueven la calidad, equidad y eficiencia en la modernización educativa, mediante los centros pilotos, no han sido suficientes, a pesar del gran esfuerzo que se hace en conjunto con la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT) y la empresa MICROSOFT, en los llamados Infocentros, ubicados muchos de ellos en las bibliotecas municipales.
Se requiere, pues, de una política de Estado en materia educativa que conlleve la participación de todos los sectores de la sociedad, con la existencia de un sistema de medición de la eficiencia de la inversión; orientando mejor el gasto; asegurando una mayor integración del cambio tecnológico en nuestras escuelas; fortaleciendo el currículo de los docentes, especialmente a un nivel de educación superior; desarrollando planes salud-nutrición, ya que sin ellos no hay aprendizaje, así como fomentar un verdadero y justo sistema de becas escolares.
Por otro lado, Panamá ha dado pasos firmes en su esfuerzo por tener profesionales con un grado académico mayor al de una licenciatura, gracias a la inversión de varias universidades extranjeras que, igualmente, se han enfocado al interior del país, insertándose así en el proceso de globalización de la educación.
Finalmente, ante el alto índice de desempleo en nuestro país, es indispensable contar con ciudadanos que tengan una visión empresarial, la cual debe desarrollar el sistema educativo, ya que más bien tiende a formar asalariados, por lo que dicho sistema de educación debería incluir en sus planes de estudio, específicamente en la enseñanza secundaria que ha sido muy débil en cuanto a la orientación de los graduandos al elegir una carrera universitaria, un contenido de gestión empresarial.
Este hecho determinará una misma necesidad: el aumento de la productividad (educativa), a fin de que Panamá sea competitiva en relación con otros mercados internacionales (otros centros de enseñanza), lo cual requiere que, como nación, actuemos de manera adecuada y coordinadamente, que implique tener una visión correcta de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Sólo una visión correcta del entorno internacional puede garantizar una respuesta adecuada, ante cambiantes factores externos que están ajenos al control de personas y países.
El sistema educativo en nuestro país tiene un rezago de relevancia, producto de circunstancias históricas, como fue la eliminación total de la reforma educativa en 1979; los quince años que tomó la preparación de una ley-cuadro de educación; la burocracia existente en el ámbito ministerial con planes de estudio obsoletos y alejados de la realidad mundial; las condiciones precarias de nuestras aulas de clases; la débil formación del personal docente; y, finalmente, la politización de la educación.
Sin embargo, los diferentes programas implementados por el Ministerio de Educación, específicamente los que promueven la calidad, equidad y eficiencia en la modernización educativa, mediante los centros pilotos, no han sido suficientes, a pesar del gran esfuerzo que se hace en conjunto con la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT) y la empresa MICROSOFT, en los llamados Infocentros, ubicados muchos de ellos en las bibliotecas municipales.
Se requiere, pues, de una política de Estado en materia educativa que conlleve la participación de todos los sectores de la sociedad, con la existencia de un sistema de medición de la eficiencia de la inversión; orientando mejor el gasto; asegurando una mayor integración del cambio tecnológico en nuestras escuelas; fortaleciendo el currículo de los docentes, especialmente a un nivel de educación superior; desarrollando planes salud-nutrición, ya que sin ellos no hay aprendizaje, así como fomentar un verdadero y justo sistema de becas escolares.
Por otro lado, Panamá ha dado pasos firmes en su esfuerzo por tener profesionales con un grado académico mayor al de una licenciatura, gracias a la inversión de varias universidades extranjeras que, igualmente, se han enfocado al interior del país, insertándose así en el proceso de globalización de la educación.
Finalmente, ante el alto índice de desempleo en nuestro país, es indispensable contar con ciudadanos que tengan una visión empresarial, la cual debe desarrollar el sistema educativo, ya que más bien tiende a formar asalariados, por lo que dicho sistema de educación debería incluir en sus planes de estudio, específicamente en la enseñanza secundaria que ha sido muy débil en cuanto a la orientación de los graduandos al elegir una carrera universitaria, un contenido de gestión empresarial.
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