Análisis
Educar es comunicar en la verdad
...realidad del acto educativo: si no hubiera nada que conocer, y si incluso todo estuviera conocido, nada habrá que comunicar, el acto educativo sería imposible y todo hombre permanecería cerrado a sí mismo, vacío de todo contenido, por añadidura.
- Paulino Romero C.
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- - Publicado: 01/10/2018 - 12:00 am
En primer lugar, hemos de comenzar señalando que el acto educativo es un acto de conciencia, vale decir, el acto en que dos o más personas "conocen justamente", y porque conocen justamente, comunican.
¿Qué conocen justamente?
Es evidente que aquí reside todo el sentido y la misma realidad del acto educativo: si no hubiera nada que conocer, y si incluso todo estuviera conocido, nada habrá que comunicar, el acto educativo sería imposible y todo hombre permanecería cerrado a sí mismo, vacío de todo contenido, por añadidura.
El hombre contemporáneo ya no comunica, se ha extinguido en un monólogo absurdo, porque una vez que ha dado su negativa a aquello en lo que puede comunicar con su semejante, no puede comunicar conjuntamente.
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El hombre contemporáneo se halla ausente de la interioridad en sí mismo, y por esto vive (o cree vivir) disipándose en la superficie de su humanidad exterior o abismándose en el fondo oscuro y turbio del subsuelo de su humanidad inferior: en uno u otro caso está más acá de su humanidad profunda.
Así, pues, volviendo al principio, ¿en qué comunicamos?
No hay más que una respuesta: en la verdad, que es nuestra, de cada uno de nosotros, constituyendo lo que es más interior que nuestro mismo interior, y, siendo de todos, es interioridad luminosa de toda criatura humana.
En el error se comunica: el error separa, la verdad une; el error mata el pensamiento, la verdad lo alimenta y lo vivifica: el error es el obturador de la conciencia, la verdad es la apertura.
El error destruye en el hombre la persona, porque niega la libertad: no tiene sentido la libertad del o en el error, solo tiene sentido la libertad en la verdad.
Actualmente los hombres carecen de verdad y, por consiguiente, no logran ser personas; por esto la escuela carece de educadores, de maestros.
Mientras no haya acuerdo, no hay comunicación posible; y ponerse de acuerdo es salir de la contradicción para conocer conjuntamente, es decir, para convenir en la verdad.
La contradicción es error por sí misma, y el contradecir significa que uno de los dos departidores dice algo contrario a la verdad, es decir, erróneo.
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Por esto la contradicción, como tal, es incomunicabilidad.
De dos interlocutores, el que está en la verdad logra liberar al otro del error que le opone contradiciéndolo, se hace educador, porque logra realizar la comunicación, es decir, la "conciencia".
Solo cuando son expresión auténtica de verdad, las palabras logran suscitar la verdad, vale decir, penetrar los espíritus en la íntima profundidad de la esencialidad humana; solo entonces la palabra manifiesta toda su potencia creadora de la persona humana en el hombre biológico: eleva su vitalidad que, a su vez, recuperada en la verdad, vitaliza la espiritualidad.
Dos hombres que hablan y se entienden en el momento mismo de su diálogo testimonian que en ellos está presente la verdad.
Hoy día hay poca "educación" no en el sentido vulgar de la palabra (en este sentido hay suficiente), sino en el más rico y profundo.
La mayoría de los hombres no forma una "comunión" porque carece de comunicación, fuera de la verdad.
Por esto actualmente el problema de la educación debe plantearse en su sentido más alto y universal, como encuentro universal de la humanidad unánime en la verdad.
Pedagogo, escritor y diplomático.
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