El fantástico y falso mundo del presidente
Tampoco es capaz de aceptar que el 40.0% de los trabajadores urbanos se encuentran en condiciones de informalidad, cifra que alcanza al 54.0% para el caso de Colón... el discurso presidencial choca más claramente con la realidad es en relación con la transparencia..
Un rasgo que se espera de un gobernante es el apego a la realidad, esto es al reconocimiento efectivo de los problemas, como elemento clave para avanzar hacia su solución. El reciente discurso del presidente de la República ante la Asamblea de Diputados muestra que, desgraciadamente, el primer mandatario de nuestro país adolece de dicha cualidad. En referencia a los problemas del ámbito social, es decir, de aquellos que tienen que ver con la reproducción social, el presidente al referirse a su gobierno afirmó que "hemos trabajado con entrega y visión de Estado buscando el bienestar de todos los panameños". Se trata de una frase vacía si se tiene en cuenta que los actuales problemas de la educación, del sector salud, del agua potable, solo por mencionar algunos, nos acercan a una situación de Estado fallido. Para dar un ejemplo concreto del alejamiento del discurso presidencial con la realidad se puede hacer referencia a cómo este hace alarde de los logros gubernamentales en la ciudad de Colón, la cual ha sido objeto de serias inundaciones gracias a la irresponsabilidad y desidia con que se realizan los proyectos gubernamentales en la misma. Además, en el plano de la seguridad ciudadana, la visión del gobernante de turno, según la que "Panamá sigue liderando las estadísticas como el país más seguro de la región", contrasta efectivamente con el deterioro de la misma que sufre diariamente la población.
En el plano de la economía en el que el presidente plantea la existencia de un "crecimiento sostenido" que mejora el "poder adquisitivo del panameño", la población observa desde su realidad concreta cómo su situación se estanca y deteriora. El presidente no es capaz de comprender que mientras que en el año 2000 la participación de las remuneraciones de los asalariados en el PIB fue de 37.8%, esta solo alcanzó a 24.7% en el 2016, esto es dentro de su mandato. Tampoco es capaz de aceptar que el 40.0% de los trabajadores urbanos se encuentran en condiciones de informalidad, cifra que alcanza al 54.0% para el caso de Colón.
Sin embargo, donde el discurso presidencial choca más claramente con la realidad es en relación con la transparencia. Es así que mientras que el presidente se autocalifica como iniciador y propulsor de la lucha contra la corrupción, la ciudadanía sigue esperando una explicación coherente de las relaciones financieras entre su partido político y la empresa Odebrecht, las cuales favorecieron a su campaña política. Así mismo, la población se pregunta cómo su afirmación de que en su gobierno "vivimos en una nueva era de democracia" se compatibiliza con la forma en que decidió, sin ninguna consulta ciudadana, designar a dos personas para el puesto de magistradas de la Corte Suprema de Justicia, pese a que su partido político, el cual el presidía en el momento, firmó los Acuerdos de la Concertación Nacional 2007, en los cuales existe el compromiso de hacerlo garantizando la participación ciudadana.
A final de cuentas, el presidente con su discurso solo ha logrado seguir perdiendo credibilidad para su ya poco legítimo gobierno.
Economista