El partido político de los militares
Publicado 2001/02/23 00:00:00
Un grupo de militares, ex miembros de la Guardia Nacional y de las extintas Fuerzas de Defensa, ha anunciado su intención de inscribir un partido político con la denominación de Acción Democrática Nacional. Los ex miembros de aquel aparato represor que se llamó Fuerzas de Defensa, tienen legítimo derecho de promover su iniciativa, pues viven en un sistema democrático con las libertades y oportunidades que ellos arrebataron y negaron a los panameños durante 21 años.
Sin embargo, pensamos, como muchísimos connacionales, que el proyectado partido ADN no verá la luz de la democracia, arrasado por la sensación de desaliento, aprensión y desconfianza que evoca el recuerdo de las acciones antiésticas y antidemocráticas que desafortunadamente envolvieron a quienes aspiran a convertirse en sus dignatarios.
El pueblo panameño tiene una excelente e inagotable memoria y recuerda que la Guardia Nacional y las Fuerzas de Defensa, matriz política de los ex oficiales que pretenden abrazar la carrera política, fueron convertidas más que en garantes del respeto a la Constitución y las leyes de la República, en organismos de represión contra disidentes de gobernantes impopulares por espurios, secundando escandalosos fraudes electorales.
Por ello y muchas otras razones, no cabe la menor duda, fracasó el coronel Julián Melo Burbúa, en un intento de formación de un partido político a principios de los "90, triste suerte corrida también por el coronel Eduardo Herrera Hassan, en su fallida voluntad de inscribir el fenecido Movimiento de Concordia Nacional.
Vale recordar que militares en retiro como Rubén Darío Paredes, Rodrigo García Ramírez y Alejandro Araúz entre otros, han visto frustrados sus sueños de aspirar a la primera magistratura del país y a escaños en la Asamblea Legislativa, al haber sido objeto del rechazo de los electores. Y es que, lamentablemente, en Panamá, nunca un militar en ejercicio tuvo el valor de un Humala Tasso, que en el Perú se alzó contra una cúpula militar que calificó la corrupta e intolerable, exigiendo una inaplazable profilaxis institucional, para dar paso el profesionalismo y a la honestidad en la institución castrense.
Muy por el contrario, en nuestro Panamá, toda la oficialidad de las Fuerzas de Defensa, participó, avaló y colaboró estrecha e irrenunciablemente con la dictadura militar encabezada por Manuel Antonio Noriega, cometiendo execrables crímenes contra los panameños y contra la nación misma.
Ninguno de esos ex oficiales tiene la más mínima autoridad moral para hablar de democracia, libertad, respeto a los derechos humanos, porque por comisión y por omisión, han sido y siguen siendo cómplices de cuanto desafuero se cometió durante la tiranía que ellos sustentaron y sostuvieron, al extremo de enmudecer cuando sus propios compañeros de armas fueron masacrados por orden del tirano y cuando patios de los cuarteles de la República, fueron convertidos en cementerios clandestinos, para sepultar a indefensos panameños.
Están descalificados para ocupar cargos que deben corresponder a ciudadanos con las armas limpias y la conciencia tranquila; intachables, probos, íntegros, escrupulosos y patrios sinceros, que honren la Majestad de la Patria y la salud pública, sin servirse de su respetable patrimonio.
Para dirigentes políticos de baja ralea tenemos suficientes en el civilismo real y disfrazado, con voraces apetitos y conciencia de roca, pero frenados por el estado de derecho y la fiscalización oportuna de ciudadanos honestos que los recriminan cada vez que afloran intentos de esquilmar la riqueza estatal.
Sin embargo, pensamos, como muchísimos connacionales, que el proyectado partido ADN no verá la luz de la democracia, arrasado por la sensación de desaliento, aprensión y desconfianza que evoca el recuerdo de las acciones antiésticas y antidemocráticas que desafortunadamente envolvieron a quienes aspiran a convertirse en sus dignatarios.
El pueblo panameño tiene una excelente e inagotable memoria y recuerda que la Guardia Nacional y las Fuerzas de Defensa, matriz política de los ex oficiales que pretenden abrazar la carrera política, fueron convertidas más que en garantes del respeto a la Constitución y las leyes de la República, en organismos de represión contra disidentes de gobernantes impopulares por espurios, secundando escandalosos fraudes electorales.
Por ello y muchas otras razones, no cabe la menor duda, fracasó el coronel Julián Melo Burbúa, en un intento de formación de un partido político a principios de los "90, triste suerte corrida también por el coronel Eduardo Herrera Hassan, en su fallida voluntad de inscribir el fenecido Movimiento de Concordia Nacional.
Vale recordar que militares en retiro como Rubén Darío Paredes, Rodrigo García Ramírez y Alejandro Araúz entre otros, han visto frustrados sus sueños de aspirar a la primera magistratura del país y a escaños en la Asamblea Legislativa, al haber sido objeto del rechazo de los electores. Y es que, lamentablemente, en Panamá, nunca un militar en ejercicio tuvo el valor de un Humala Tasso, que en el Perú se alzó contra una cúpula militar que calificó la corrupta e intolerable, exigiendo una inaplazable profilaxis institucional, para dar paso el profesionalismo y a la honestidad en la institución castrense.
Muy por el contrario, en nuestro Panamá, toda la oficialidad de las Fuerzas de Defensa, participó, avaló y colaboró estrecha e irrenunciablemente con la dictadura militar encabezada por Manuel Antonio Noriega, cometiendo execrables crímenes contra los panameños y contra la nación misma.
Ninguno de esos ex oficiales tiene la más mínima autoridad moral para hablar de democracia, libertad, respeto a los derechos humanos, porque por comisión y por omisión, han sido y siguen siendo cómplices de cuanto desafuero se cometió durante la tiranía que ellos sustentaron y sostuvieron, al extremo de enmudecer cuando sus propios compañeros de armas fueron masacrados por orden del tirano y cuando patios de los cuarteles de la República, fueron convertidos en cementerios clandestinos, para sepultar a indefensos panameños.
Están descalificados para ocupar cargos que deben corresponder a ciudadanos con las armas limpias y la conciencia tranquila; intachables, probos, íntegros, escrupulosos y patrios sinceros, que honren la Majestad de la Patria y la salud pública, sin servirse de su respetable patrimonio.
Para dirigentes políticos de baja ralea tenemos suficientes en el civilismo real y disfrazado, con voraces apetitos y conciencia de roca, pero frenados por el estado de derecho y la fiscalización oportuna de ciudadanos honestos que los recriminan cada vez que afloran intentos de esquilmar la riqueza estatal.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.