Panamá
El verdadero sentido de la política panameña
La deformación de la política hoy, es acto del hombre y del propio descalabro de la sociedad donde se vive.
- Mgter, Aldo Antonio Brunette (docente)
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- - Actualizado: 02/3/2023 - 12:00 am
Sin duda alguna, en nuestro pequeño y cosmopolita país, hoy se hace muy difícil encontrar a algún ciudadano que no exprese su inconformidad por el estado lamentable y vergonzoso en que se encuentra el ejercicio de la política. Y lo que es más grave aún, como resultado de ese deterioro, una atmósfera de escepticismo, incredulidad y desconfianza se ha apoderado del criterio de las personas o de los ciudadanos con el derecho constitucional de ejercer voto.
Para la mayoría de los panameños, la política no ha sido otra cosa que sinónimo de engaño, tráfico de influencias, clientelismo, enriquecimiento para unos a costa de la pobreza y miseria de otros; de aprovechamientos individuales, palanca familiar y amigal, utilización de los recursos y bienes del Estado para beneficio propio y de asociaciones delincuencial, etc, etc.
Esta concepción, pese a estar distante de lo que en si significa el verdadero sentido de hacer política, y más sobre todo, lo que ha sido y sigue siendo la praxis de lo político a lo largo de su historia, se fundamenta en la realidad que vive e interpreta el hombre común de nuestro pueblo, justamente por su estado de frustración que el estilo y tolerancia de nuestra democracia criolla le ha impuesto.
La interpretación de la política, tal cual está concebido por el ciudadano hoy, no es simple capricho, por el contrario es producto de la acumulación histórica de descontentos, intentos fallidos y falsas esperanzas derivada de la igual acumulación de promesas incumplidas, de necesidades insatisfechas, de ofertas de soluciones divinas que nunca se concretaron, y como si fuera poco, del engaño característico de cada período eleccionario de agendas ocultas el cual siempre encuentra víctimas.
Sin pretender eludir la realidad, es bueno que se sepa que la política no es todo lo malo que se piensa de ella, por el contrario, desde sus orígenes la política es considerada, a través de todos los tiempos, uno de los oficios más nobles del hombre civilizado. En tal sentido la política representa entrega, servicio a una causa, sacrificios en la defensa y concreción de idearios, responsabilidad en la conducción correcta de grupos humanos en base a posibilidades reales. Esto a su vez, significa que el hombre político se obliga a limitar las comodidades de su individualidad para someterse al bienestar colectivo. Por consiguiente la política es un acto bueno, que representa el arte de administrar las aspiraciones humanas, sin dejar de establecer que es una ciencia y que como tal debe servir para aportar grandes soluciones a grandes problemas.
La deformación de la política hoy, es acto del hombre y del propio descalabro de la sociedad donde se vive. Han convertido el noble ejercicio de la política en instrumento: autocrático, dictatorial, de persecución y maldad; de caprichos, de denuncias infundadas y de dominio coactivo contra el propio hombre.
Para otros inescrupulosos, la política constituye su vehículo para satisfacer sus ambiciones personales, saciar la sed de facturar venganza al adversario político o contra quienes opinan en contrario, y hasta de satisfacción de su egocentrismo.
El hombre que hace verdadera política, además de no estar interesado por las recompensas, es un preclaro de su realidad social y económica, y actúa conforme a ella, no contra ella, alejándose de los apetitos que en ocasiones genera el individualismo; es un inclaudicable luchador por el bien común, sin importar las consecuencias que esta imponga.
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