En pro de una inclusión real
En pro de una inclusión real
En años recientes, se ha vuelto común por parte de algunas personas que simpatizan con determinadas ideologías, el escribir en lugar de todos (pronombre indeterminado plural, tanto masculino como neutro), expresiones como "tod@s", "todes" o "todxs". En reiteradas oportunidades, la Real Academia Española (RAE), ha rechazado intervenciones idiomáticas forzadas y que están alineadas con determinada agenda política, más que en pro de enriquecer el idioma, porque "el español ya dispone de mecanismos gramaticales suficientes para garantizar la inclusión sin necesidad de alterar su estructura formal", de acuerdo con Miguel Pérez Pichel (El Debate, 17 de octubre de 2025).
Por otra parte, en la recordada entrevista en la que el Periodista Jorge Ramos (Univisión), le preguntó al Doctor Mario Vargas Llosa (QEPD), Premio Novel de Literatura, sobre el uso de "todes" en lugar de todos, el literato, tras una carcajada memorable, expresó lo siguiente: "El lenguaje es algo que nace naturalmente y sobre eso se establecen ciertas reglas. Nosotros tenemos en el español clarísimamente un masculino inclusivo". El autor de La ciudad y los perros, señaló que, desnaturalizar el lenguaje en favor de un feminismo malinterpretado es una estupidez. Por lo expuesto hasta aquí, surge entonces la interrogante: ¿Cómo podemos contribuir con una inclusión real?
Más que debatir sobre la escritura correcta, se deben tener mecanismos que faciliten la participación de todos como sociedad, en el marco del respeto y la tolerancia, sin discriminación. Esto se encuentra contemplado en la constitución de cada nación libre, así como en los reglamentos de las entidades (públicas y privadas), que prestan servicios y ocupan personal para ello. Al revisar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una inclusión verdadera debe contribuir con lo siguiente:
- Al brindar con equidad oportunidades de trabajo y desarrollo, todas las personas aptas podrán aportar con la economía familiar y desempeñar diferentes roles que contribuyan con el crecimiento y desarrollo de una comunidad. Además, en las diferentes etapas de la producción de alimentos, se generan oportunidades de empleo acordes con los talentos y capacidades de cada persona. Sumado a esto, al ocupar talento y capacidad de manera incluyente, se apunta hacia una actividad productiva con ética y responsabilidad.
- Adicionalmente al reconocimiento y empoderamiento equitativo, se debe contemplar la importancia del relevo generacional y el respeto hacia las personas que, de manera libre y consciente, optan por una vida diferente a lo convencional, pero con dignidad. Así mismo, de manera integral, al mejorar con equidad las oportunidades de trabajo, educación y acceso tecnológico, las brechas sociales se acortarán.
- Todos deben contar con acceso a atención médica y educación de calidad. Sobre esta última, debe responder a los principios, valores y metas que como sociedad establecemos, sin aceptar imposiciones tendenciosas de matiz político ajenos a la identidad social y cultural, ni que atenten contra la seguridad y bienestar infantil y juvenil. Por ello, siendo socialmente justos, económicamente rentables y ambientalmente responsables, se construyen ciudades y comunidades sostenibles; lo que brinda solidez institucional y fortalecimiento comunitario. En lugar de mirar aquello que nos hace diferentes, debemos fortalecernos con lo que nos une y aproxima como sociedad productiva.
En definitiva, la verdadera inclusión trasciende la mera modificación forzada del lenguaje. El reto fundamental reside en contar con mecanismos de acción reales, que faciliten la participación de todos, en el marco del respeto, la tolerancia y sin discriminación; de manera socialmente justa, ambientalmente responsable, económicamente rentable y verdaderamente transformadora.