Enseñanzas chinas
- Luis Rubén Paz Mollah
Sobre el mandarín. La noticia pasó desapercibida, como siempre ocurre cuando la Asamblea nos endilga sus "madrugonazos".
Escogieron la ocasión propicia, pues el pueblo que les eligió está distraído, pendiente de los muchos problemas del país, como la huelga de los médicos y el escandaloso peculado de los fondos del FECE. Además de que este es el mes para honrar a las madres y efectuar los habituales gastos navideños.
Resulta que los comisionados de Educación de la Asamblea aprobaron en primer debate el proyecto de ley Nº 216 por el cual se establece la enseñanza obligatoria del mandarín en centros educativos oficiales y particulares de primer y segundo nivel de enseñanza en el país. La ley permite la llegada de chinos para cumplir con las disposiciones generales de la ley.
Increíble, pero cierto. Da asco que los mal llamados “Padres de la Patria” reciban jugosos salarios, que para nada merecen, para colarnos leyes como ésa, para pretender que en Panamá se enseñe el chino-mandarín, uno de los más difíciles del mundo, cuando nuestros mal preparados alumnos a duras penas hablan inglés y el español lo balbucean de forma vergonzosa; sin mencionar otras áreas educativas como matemáticas y física.
Hace algunos años intentaron pasar esta ley. ¿Cuál el trasfondo de este aparente deseo de incrementar nuestra cultura? Es fácil vislumbrarlo, pues los "honorables" han previsto la “llegada de chinos para cumplir” con la misma. Como si fuesen pocos los más de 300 mil que ya tenemos en Panamá.
Casi puedo apostar que el gobierno de China está detrás de esto, porque nos ofreció en ocasión anterior sufragar los gastos de los miles de maestros que nos enviarían para ese cometido. Y es que cada día que pasa somos más parecidos a un país asiático que a uno latinoamericano. Hasta se envían representantes de origen y nombre chino a concursos de belleza, como si las mujeres latinas no fuesen dignas de representarnos.
La verdad es que los chinos de la última generación, muchos de ellos ilegales, le están haciendo un daño grande al país. Han acabado con la mayoría de los comercios al por menor locales, ultrajando a miles de panameños que han quedado en la ruina a causa de sus prácticas comerciales agresivas y aberrantes. Nos venden productos de forma insalubre o nos envían venenos como el dietilenglicol o fármacos sin registro. Compran conciencias y contribuyen a la corrupción. La mayoría siente un auténtico desprecio por nosotros, ya que ellos sí son racistas y no se integran a nuestras tradiciones y costumbres. Estos no son los chinos amables de antaño, que ayudaron a construir el país, sino gente agresiva y no le importa los medios para enriquecerse. Es cierto que muchos son incansables trabajadores, pero no es menos cierto que para sus propósitos recurran a prácticas parecidas a la esclavitud de su propios congéneres.
¿Por qué mejor no enseñar ruso, alemán o portugués? Después de todo Brasil está más cerca y tenemos mayor afinidad. O con la misma lógica permitirle a las empresas inglesas sufragar profesores de inglés del Reino Unido, o a los españoles de Castilla enviarnos asesores para enderezar el idioma que aquí se habla y escribe cada día más ininteligible y maltratado.
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