Es asunto de fe auténtica
Es asunto de fe auténtica
Jesús iba a resucitar a la hija de Jairo. Ya la niña de 12 años había muerto. Pero en el camino la gente lo seguía, lo apretujaba, quería escucharlo, tocarlo, sentir su presencia. Ya la fama de Jesús sobrepasaba las fronteras de Judea, Galilea, Samaria, e inclusive en la sede del Imperio, en Roma, se escuchaba hablar de Jesús. Como un líder muy carismático que podría levantar al pueblo contra el César. Como un revoltoso más que podría conspirar y enfrentarse a Roma. Los fariseos y saduceos estaban preocupados. Si este hombre continúa así nos causará un problema político grande. Además, no se somete a nosotros. Mucha gente lo sigue. Nos cuestiona nuestra manera de ser. Pone en duda nuestra autoridad moral y prácticamente nos está desacreditando. Pero el pueblo lo sigue. No podemos enfrentarnos a él, porque el pueblo se pondrá en contra de nosotros.
En ese contexto aparece una mujer, que la tradición ha llamado la hemorroisa, joven y guapa, llena de vida, pero muy perturbada por una enfermedad. Padecía flujos de sangre imparables. Ningún médico la había podido sanar. Se había gastado todo su dinero en curaciones sin resultados positivos. Estaba desesperada. Avergonzada porque cuando le venían esas hemorragias tenía que apartarse de la gente. Esconderse y usar vendas, sábanas, lo que fuera para secarse. Y luego lavar esa ropa. La gente rehuía estar con ella. Ningún hombre quería pretenderla para matrimonio. Era casi como una leprosa.
Pero sintió una inspiración divina. Algo le decía por dentro que se acercara a ese hombre, al nazareno y le pidiera sanación. Pero era imposible llegar a él, entablar un diálogo, explicarle la situación, y además si al pedir una curación empezara a sangrar, la echarían los discípulos. Otra vergüenza más. Pero la inspiración fue más fuerte y le nació una fe muy grande. "Si me acerco y le toco, aunque sea la orla del manto, quedaré curada". Y con esa total seguridad se fue acercando a Jesús y abriéndose paso hasta llegar a él. Y logra acercarse y extiende la mano con dificultad y toca el manto. E inmediatamente sintió que una energía misteriosa, sublime, la fue invadiendo y que una fuerza divina la iba cubriendo y llenando todo su ser. Y se sintió curada. Y así fue. Y Jesús preguntó que quien lo había tocado y hubo extrañeza en los discípulos. "Pero si todos te están tocando Señor." "No, pero yo he sentido una fuerza interior que salió de mí". Y es que esta mujer lo tocó con fe. Por eso fue sanada. Lo tocó con una fe inmensa, única, intensa. En verdad creyó y por eso fue sanada. Así hay que acercarse a Jesús.