Esperanza de rehabilitación para más de 300 indigentes
Publicado 2002/04/08 23:00:00
- Mogadiscio/
Este sujeto aseguró que utiliza el puente elevado vehicular de la vía Transístmica como vivienda debido a que no tiene donde quedarse.
La gran cantidad de orates, indigentes y de los denominados "piedreros" que deambulan por las diferentes calles de la ciudad de Panamá, se han convertido en uno de los principales problemas sociales de la capital, pues en su afán de conseguir dinero para alimentarse o drogarse, roban todo lo que represente algún valor.
Entre las quejas más comunes que se reciben en esta redacción están los casos de robos perpetrados por indigentes y "piedreros". Muchos de los afectados se han tomado la justicia por sus manos ante la falta de seguridad por parte de las autoridades competentes.
Otras de las permanentes quejas son dirigidas a los indigentes que, en busca de comida o algo de valor, riegan la basura. Ante la triste realidad de la falta de albergue, los puentes vehiculares de la ciudad -incluyendo algunos que no habían sido inaugurados- le están sirviendo de techo.
Recientemente el Municipio de Panamá firmó un convenio con dos agrupaciones religiosas Rehabilitación Marginados (REMAR) y el Ministerio Iglesia Ejército de Dios, quienes se dedican a rehabilitar a esta personas, a fin de resocializarlos para que vuelvan a ser hombres y mujeres útiles.
Sobre este particular, El Panamá América abordó a la subgerente de Desarrollo Social de la Alcaldía de Panamá, Orieta Medina, quien señaló que los operativos conjuntos con estas agrupaciones se llevan a cabo con normalidad.
Precisó que el año pasado alrededor de 10 individuos fueron rehabilitados como resultado de estos operativos y del plan de resocialización.
"De repente esta cifra parece insignificante si la comparamos con la cantidad de sujetos que tratamos el año pasado, pero realmente es bastante, ya que no siempre se pueden salvar a estas personas del flagelo de las drogas", indicó Medina.
Sostuvo que las personas que pasan la primera etapa del tratamiento son trasladas a otro sitio donde se incorporan al programa final denominado Puertas Abiertas, donde los rehabilitados pueden permanecer allí, salir y realizar las labores a las que se dedican y regresar en horas de la tarde y no puede llegar ni con aliento alcohólico, ni drogado porque no los dejan entrar.
Explicó que de los 10 rehabilitados varios se encuentran en sus casas conviviendo con sus familias. Explicó que entre estas dos agrupaciones estarán ayudando a 350 personas, 200 por REMAR y 150 por el Ejército de Dios.
Al ser preguntada acerca de por qué estos individuos eran recogidos e inmediatamente estaban en la calle y en las mismas condiciones, manifestó que estas personas deben quedarse por convicción y porque realmente se quieren rehabilitar, pero lamentablemente la mayoría no piensa así.
Agregó que estas personas no pueden ser retenidas en contra de su voluntad, puesto que se le estarían violando sus derechos ciudadanos. "Muchas veces estos enfermos llegaban a REMAR e inmediatamente se escapaban, pues no son conscientes de que necesitan ayuda y que eran trasladados a ese sitio para que mejoraran", señaló la funcionaria.
Sin embargo, el sentimiento general es que cada día hay más personas que viven en las calles, víctimas de las drogas y del alcohol. El convenio con el Ministerio Iglesia Ejército de Dios es de un año de duración prorrogable a discreción de las partes interesadas y se desarrolla a fin de brindar ayuda a los sectores más vulnerables, a través del tratamiento y reintegración a la sociedad de quienes atraviesan problemas de drogadicción.
A juicio del sociólogo Raúl Leis, el problema de los orates e indigentes en Panamá es de todos y por ende la sociedad en general debe aportar su grano de arena para hacerle frente a esta situación.
Leis recordó que estas son personas vulnerables, casi aniquilados, que han perdido la capacidad de casi todo y no le pueden hacer frente a su realidad.
Para el sociólogo, hay que hacer mayores programas prevención. Acotó que los planes de resocialización actuales hacen lo mejor que pueden, pero son muy limitados.
Dijo que los orates no deben ser vistos como lacras, sino como los enfermos que son. Explicó que no existe un denominador común entre esta gente, pues son diferentes factores los que caracterizan a estos individuos.
Reconoció que lo que si hay es una crisis de valores en la sociedad, la que incide en que situaciones irregulares se registren con mayor frecuencia.
Entre las quejas más comunes que se reciben en esta redacción están los casos de robos perpetrados por indigentes y "piedreros". Muchos de los afectados se han tomado la justicia por sus manos ante la falta de seguridad por parte de las autoridades competentes.
Otras de las permanentes quejas son dirigidas a los indigentes que, en busca de comida o algo de valor, riegan la basura. Ante la triste realidad de la falta de albergue, los puentes vehiculares de la ciudad -incluyendo algunos que no habían sido inaugurados- le están sirviendo de techo.
Recientemente el Municipio de Panamá firmó un convenio con dos agrupaciones religiosas Rehabilitación Marginados (REMAR) y el Ministerio Iglesia Ejército de Dios, quienes se dedican a rehabilitar a esta personas, a fin de resocializarlos para que vuelvan a ser hombres y mujeres útiles.
Sobre este particular, El Panamá América abordó a la subgerente de Desarrollo Social de la Alcaldía de Panamá, Orieta Medina, quien señaló que los operativos conjuntos con estas agrupaciones se llevan a cabo con normalidad.
Precisó que el año pasado alrededor de 10 individuos fueron rehabilitados como resultado de estos operativos y del plan de resocialización.
"De repente esta cifra parece insignificante si la comparamos con la cantidad de sujetos que tratamos el año pasado, pero realmente es bastante, ya que no siempre se pueden salvar a estas personas del flagelo de las drogas", indicó Medina.
Sostuvo que las personas que pasan la primera etapa del tratamiento son trasladas a otro sitio donde se incorporan al programa final denominado Puertas Abiertas, donde los rehabilitados pueden permanecer allí, salir y realizar las labores a las que se dedican y regresar en horas de la tarde y no puede llegar ni con aliento alcohólico, ni drogado porque no los dejan entrar.
Explicó que de los 10 rehabilitados varios se encuentran en sus casas conviviendo con sus familias. Explicó que entre estas dos agrupaciones estarán ayudando a 350 personas, 200 por REMAR y 150 por el Ejército de Dios.
Al ser preguntada acerca de por qué estos individuos eran recogidos e inmediatamente estaban en la calle y en las mismas condiciones, manifestó que estas personas deben quedarse por convicción y porque realmente se quieren rehabilitar, pero lamentablemente la mayoría no piensa así.
Agregó que estas personas no pueden ser retenidas en contra de su voluntad, puesto que se le estarían violando sus derechos ciudadanos. "Muchas veces estos enfermos llegaban a REMAR e inmediatamente se escapaban, pues no son conscientes de que necesitan ayuda y que eran trasladados a ese sitio para que mejoraran", señaló la funcionaria.
Sin embargo, el sentimiento general es que cada día hay más personas que viven en las calles, víctimas de las drogas y del alcohol. El convenio con el Ministerio Iglesia Ejército de Dios es de un año de duración prorrogable a discreción de las partes interesadas y se desarrolla a fin de brindar ayuda a los sectores más vulnerables, a través del tratamiento y reintegración a la sociedad de quienes atraviesan problemas de drogadicción.
A juicio del sociólogo Raúl Leis, el problema de los orates e indigentes en Panamá es de todos y por ende la sociedad en general debe aportar su grano de arena para hacerle frente a esta situación.
Leis recordó que estas son personas vulnerables, casi aniquilados, que han perdido la capacidad de casi todo y no le pueden hacer frente a su realidad.
Para el sociólogo, hay que hacer mayores programas prevención. Acotó que los planes de resocialización actuales hacen lo mejor que pueden, pero son muy limitados.
Dijo que los orates no deben ser vistos como lacras, sino como los enfermos que son. Explicó que no existe un denominador común entre esta gente, pues son diferentes factores los que caracterizan a estos individuos.
Reconoció que lo que si hay es una crisis de valores en la sociedad, la que incide en que situaciones irregulares se registren con mayor frecuencia.
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