Estruendo infernal
- Guillermo Márquez B
De nada vale que los médicos y las autoridades de salud y del ambiente insistan en recordarle al prójimo que los ruidos excesivos causan sordera, nerviosismo, insomnio y hasta afectan el corazón.
En nuestro medio no hay evento social alguno en el cual, para amenizar, no se contrate una orquesta; pero a nadie se le ocurre establecer en el contrato respectivo que lo que se desea es que los invitados disfruten de una música melodiosa y no a sufrir una brutal agresión a sus oídos con instrumentos ruidosos y exasperantes.
Los invitados, unos frente a otros y a escasas pulgadas de distancia, tienen que gritarse entre ellos para ser oídos. Por consideración no les dicen nada a sus anfitriones, a pesar de la forma desconsiderada y agresiva en que son tratados.
La forma en que se celebra todo tipo de eventos en la actualidad no armoniza con una sociedad civilizada; por lo tanto, se hace ya indispensable que para toda actividad con la participación de orquestas, nuestra autoridades envíen representantes que le fijen a los músicos el máximo de tolerancia de decibeles para el oído de las personas, sin riesgo de que se afecte su salud.
Hace poco en la ciudad de Barcelona en España, la dueña de un sitio de diversión nocturna recibió cartas de vecinos que le habían escrito quejándose del ruido que a altas horas de la noche trascendía el ámbito de su negocio. lo que les impedía dormir y le pedían consideración y que se los evitara. No se dignó. a contestarles. El ruido siguió La demandaron, la juzgaron y le impusieron dos años de cárcel.
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