Panamá
Fabricar bombas en el alma
La razón es que toda maldad que fabriquemos contra otros nos contamina el alma igual, nos daña por dentro, nos envenena.
- Monseñor Rómulo Emiliani
- /
- [email protected]
- /
- - Actualizado: 16/1/2023 - 12:00 am
Escucha esta noticia
De todos es sabido como los terroristas fabrican clandestinamente bombas, artefactos caseros, con el fin de hacerlos explotar sorpresivamente, ocasionando víctimas inocentes y creando el pánico en la población. Esto es algo totalmente criminal y condenable.
Algunas veces tienen accidentes en el lugar donde los fabrican y al estallar la bomba mueren todos. Pues así nos pasa a los seres humanos, cuando preparamos zancadillas, trampas, calumnias, agresiones físicas, robos y cualquier otro daño a otras personas. Nada más que logremos el objetivo o no, siempre nos estalla en la cara la maldad que hemos preparado. Es la única diferencia, que, en el caso nuestro, se realice o no el atentado, también nos afecta a nosotros.
La razón es que toda maldad que fabriquemos contra otros nos contamina el alma igual, nos daña por dentro, nos envenena. No puede uno permanecer inmune a un acto dañino realizado contra otro. Por eso nunca serán felices los narcotraficantes, los asesinos, los violadores, los calumniadores, los que hacen un daño grande a otros. El veneno que destilan para inocular en sus víctimas primero lo asimilan, se lo tragan ellos, los envenena a ellos. los envenena a ellos. Los victimarios son sus propias víctimas. Todo acto malo dirigido a otro tiene el efecto "búmeran". Así como lanza con rabia y malevolencia el objeto, así mismo, con la misma velocidad y fuerza se le devuelve.
Por esa razón los que hacen daño son personas infelices, amargadas, frustradas, fracasadas. No importa tengan dinero o no. Desde la moral diríamos que han cometido pecado mortal que los condena al infierno. Desde la psicología se convierten en seres inestables, inquietos, emocionalmente turbados, coléricos, deprimidos, ansiosos, incapaces de mantener una relación profunda, armoniosa con los demás. En verdad quedan traumados. La conciencia nunca los dejara en paz.
Pero desde el evangelio y la fe todo esto tiene solución. Es cuestión primero de purificarse interiormente de todo mal deseo. Extirpar todo sentimiento negativo contra alguien. Eso exige esfuerzo y mucha oración. Recordemos que Jesús nos dijo que el deseo tiene la misma categoría moral que el acto. Y que de dentro de nuestro corazón nacen nuestras maldades. Eso también implica pedir a Dios perdón por esos malos sentimientos. Luego mandar bendiciones continuas a quien consideramos nuestro enemigo. Llegar a desearle el bien. En tercer lugar, perdonar si nos hemos sentido afectados. Cuarto, si fuera posible buscar la reconciliación dialogando con esa persona. Quinto, buscar asistencia psicológica para desentrañar los motivos que me llevan a malquerer a esa persona y así entenderme mejor. La cuestión es no dejarnos envenenar por nuestros malos sentimientos. Conservar la salud del alma, que eso ayuda a tener paz mental y armonía emocional. Cultivar siempre pensamientos y emociones positivos.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.