Feliz día de las madres
Publicado 2002/12/07 00:00:00
- Ginela C. Escala/CrÃtica
Mañana, 8 de diciembre, se celebra el Día de la Madre panameña como reconocimiento a una mujer que es toda dulzura, comprensión, bondad, amor y sacrificio; a una mujer que es importante soporte para que nuestra sociedad, alcance el fortalecimiento de la nación; a una mujer que no escatima esfuerzos para llevar felicidad y bienestar al hogar que ha formado y sueña, permanentemente, con una patria nueva en donde su género tenga las mejores oportunidades para poder cumplir, a cabalidad, con tan noble y sacrificada misión.
Sin distingo de ninguna clase los panameños, esposos, hijos, familiares etc., elevan preces al Señor por la madre ausente y presente; demuestran con regalos, ramos de flores y serenatas, lo mucho que quieren a ese ser que es toda espiritualidad. Es imposible pasar desapercibida una conmemoración que se enciende a mil colores para brindar testimonio de profundo reconocimiento a todas las madres de la República. Nos duele mucho que algunas no puedan recibir tan merecido homenaje por encontrarse perdidas entre riscos y montañas, envueltas en pobreza amarga y olvidados de la justicia social. Ellas también forman parte de ese gran tesoro de sabiduría, ternura y comprensión que llevan en el alma para endulzar las tristezas de la patria. Nos duele que muchas madres en esta fecha sufran el rompimiento de sus hogares por la irresponsabilidad de quienes tienen el deber de respetar la dignidad humana y compartir la tarea de construir una familia ejemplar. Es doloroso encontrar a hijos que por encontrarse perdidos en la delincuencia, no llegan hasta donde están sus madres para decirles lo tanto que la quieren.
En fechas como éstas es cuando más se agiganta el problema de la familia panameña; es cuando más necesitamos de la acción de las instituciones gubernamentales para ir dando solución al problema de la niñez, la juventud y la familia. El momento es propicio para la reflexión y proponernos trabajar por la exaltación de los valores de la mujer, porque ello representa el mejor homenaje y demostración de amor a una madre que participa con verdadera responsabilidad al engrandecimiento de la familia y al progreso de la nación. En la medida en que logremos colocar a la mujer en el lugar que le corresponde dentro de la sociedad en cuanto a profesionalismo, dignidad y competencia, en esa misma medida lograremos honrar a ese ser, que en muchos casos, es madre y padre en la lucha por el sostenimiento material y espiritual de muchos hogares panameños.
Es con verdadero cariño y respeto que envío un cordial saludo a todas las madres de Panamá, en especial a mi esposa, Albertina de Tristán y a mis hijas Reina María y a María Lourdes.
Sin distingo de ninguna clase los panameños, esposos, hijos, familiares etc., elevan preces al Señor por la madre ausente y presente; demuestran con regalos, ramos de flores y serenatas, lo mucho que quieren a ese ser que es toda espiritualidad. Es imposible pasar desapercibida una conmemoración que se enciende a mil colores para brindar testimonio de profundo reconocimiento a todas las madres de la República. Nos duele mucho que algunas no puedan recibir tan merecido homenaje por encontrarse perdidas entre riscos y montañas, envueltas en pobreza amarga y olvidados de la justicia social. Ellas también forman parte de ese gran tesoro de sabiduría, ternura y comprensión que llevan en el alma para endulzar las tristezas de la patria. Nos duele que muchas madres en esta fecha sufran el rompimiento de sus hogares por la irresponsabilidad de quienes tienen el deber de respetar la dignidad humana y compartir la tarea de construir una familia ejemplar. Es doloroso encontrar a hijos que por encontrarse perdidos en la delincuencia, no llegan hasta donde están sus madres para decirles lo tanto que la quieren.
En fechas como éstas es cuando más se agiganta el problema de la familia panameña; es cuando más necesitamos de la acción de las instituciones gubernamentales para ir dando solución al problema de la niñez, la juventud y la familia. El momento es propicio para la reflexión y proponernos trabajar por la exaltación de los valores de la mujer, porque ello representa el mejor homenaje y demostración de amor a una madre que participa con verdadera responsabilidad al engrandecimiento de la familia y al progreso de la nación. En la medida en que logremos colocar a la mujer en el lugar que le corresponde dentro de la sociedad en cuanto a profesionalismo, dignidad y competencia, en esa misma medida lograremos honrar a ese ser, que en muchos casos, es madre y padre en la lucha por el sostenimiento material y espiritual de muchos hogares panameños.
Es con verdadero cariño y respeto que envío un cordial saludo a todas las madres de Panamá, en especial a mi esposa, Albertina de Tristán y a mis hijas Reina María y a María Lourdes.
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