Intelectuales orgánicos y transgénicos
Tanto las clases que tienen el poder en una nación, como las que luchan por tenerlo, tienen sus intelectuales orgánicos, que son aquellos que defienden los intereses de su clase. No necesariamente un intelectual defiende los intereses de su clase, sino que a veces defiende los intereses de una clase a la cual no pertenece.
Hay obreros, entendiendo por obrero a todo aquel que depende de un salario (su trabajo puede ser físico o intelectual), que defienden los intereses de los grandes empresarios. Y se ha dado el caso de intelectuales procedentes de las clases altas, que han defendido los intereses de los obreros. O sea, que cada clase tiene sus intelectuales orgánicos.
Según el mexicano Marco Rascón, bajo el nuevo orden económico y la subordinación ideológica se ha ido transformando el concepto de “intelectuales orgánicos” por el de “intelectuales transgénicos”, producidos y legitimados, “no desde la crítica, sino desde el poder”. Los intelectuales transgénicos son “clones” a la medida, sin personalidad, ni ideas propias; “un producto homogenizado y libre de asperezas”. Como si se les hubiera aplicado a ellos “ingeniería genética”, se les han removido los “genes defectuosos” (conflictivos), como el gen crítico, el del cuestionamiento y el de la problematización, y los han modificado por “genes pragmáticos”. Al igual que las semillas, son híbridos, son instrumentos del pensamiento único que garantiza que el poder político, llamado de izquierda, centro o derecha, sea lo mismo al servicio del determinismo económico.
La sociedad civil transgénica busca el “poder insustancial” y por ello se adhiere votando por “el menos malo”. Esa “uniformidad de pensamiento” sirve para marginar la crítica, pues donde casi todos piensan igual se piensa poco. Los intelectuales transgénicos provienen del poder trasnacional. Son los que ven la posibilidad de “humanizar la globalización” y un día son de izquierda y otro de centro, según el interlocutor y el momento. Como decía mi abuelo: “Se van hacia el lado que sopla el viento”.
Los transgénicos son simplistas: “El que no está conmigo, está contra mí”, (¿lo recuerdan?). En este tiempo de los intelectuales transgénicos, se combate a la memoria, porque ésta conspira contra ese ¿pragmatismo? (oportunismo) del presente. Para el pensamiento transgénico, lo fundamental son los medios, ya que tiene estructura de “espot”; es decir, “repetitivo y de 30 segundos”, hasta imponerse como verdad a la manera “goebbeliana” (propaganda de la Alemania Nazi, mediante la cual se divinizó a Hitler como ahora lo hemos hecho con Omar Torrijos). Así se han impuesto como “héroes” personajes que en su momento histórico fueron esbirros y verdugos de sus pueblos.
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