La falta de cultura en Panamá
Publicado 2000/11/16 00:00:00
- Toronto
Cultura es el conjunto de estructuras sociales, políticas, intelectuales, físicas, deportivas y artísticas de un país. Los pueblos se distinguen por el valor que den a sus culturas, que son, en parte, sus costumbres, deberes, acciones y su dignidad. Panamá mantiene un déficit en su cultura. La mayoría de los panameños padece de cultura en todos los ámbitos en que se desenvuelve. En el ambiente político no hemos madurado lo suficiente en cuanto a la elección de las figuras que manejen el destino de la nación, aún continuamos aceptando la imposición directa e indirecta de los políticos que manejan esa actividad para su propio beneficio, y no nos atrevemos a reclamar con libertad a los gobiernos sus deberes, por el temor de perder el trabajo y a otras represalias.
La cultura patriótica no la hemos superado, porque mezclamos e importamos nuestras tradiciones de modas, costumbres, trajes, ritmos musicales y bailes con los de otros países, despreciamos el consumo de nuevas frutas y preferimos otros productos de afuera, ello lo vemos todos los años durante la Navidad, Año Nuevo y otras fiestas tradicionales. Nuestra farándula nacional la discriminamos con la importación de artistas. La falta de cultura urbana del panameño se deja sentir en la falta de atención con el semejante y los mayores de edad, con la expresión de algunas palabras extravagantes y obscenas que no son propias de un idioma decente y nuestro, igual que los nombres de personas y establecimientos con otros idiomas, menos el español; el irrespeto al derecho, los deberes con la patria y la limpieza de la ciudad. Otra falta muy común en el panameño, es la irresponsabilidad manifestada en la organización y el cumplimiento a la hora fijada en los actos públicos, sociales y oficiales, igual que nuestros deberes cívicos y ciudadanos con la patria, la sociedad y el Estado.
La falta de cultura en la dignidad de la persona consiste en la incapacidad del sentido común del panameño, sus modales, la autosuficiencia en sus necesidades indispensables al creerse que todo tiene que venirle del cielo. El irrespeto a su propia dignidad, a la naturaleza y al Estado, cosa que no vemos en los emigrantes de otros países. Lamentablemente nuestra formación viene afectando la imagen de nuestra patria, nuestra economía, porque lo que presumimos y consumimos en nuestras tradiciones representa un enorme escape de divisas económica al exterior. No podremos avanzar y crecer lo suficiente mientras sigamos apoyando y consumiendo lo de afuera. El nacionalismo de un país debe descansar en su cultura patriótica, luchar por lo nuestro y para ello se necesita la responsabilidad, el regionalismo, el orgullo de todos los que forman su población.
La cultura patriótica no la hemos superado, porque mezclamos e importamos nuestras tradiciones de modas, costumbres, trajes, ritmos musicales y bailes con los de otros países, despreciamos el consumo de nuevas frutas y preferimos otros productos de afuera, ello lo vemos todos los años durante la Navidad, Año Nuevo y otras fiestas tradicionales. Nuestra farándula nacional la discriminamos con la importación de artistas. La falta de cultura urbana del panameño se deja sentir en la falta de atención con el semejante y los mayores de edad, con la expresión de algunas palabras extravagantes y obscenas que no son propias de un idioma decente y nuestro, igual que los nombres de personas y establecimientos con otros idiomas, menos el español; el irrespeto al derecho, los deberes con la patria y la limpieza de la ciudad. Otra falta muy común en el panameño, es la irresponsabilidad manifestada en la organización y el cumplimiento a la hora fijada en los actos públicos, sociales y oficiales, igual que nuestros deberes cívicos y ciudadanos con la patria, la sociedad y el Estado.
La falta de cultura en la dignidad de la persona consiste en la incapacidad del sentido común del panameño, sus modales, la autosuficiencia en sus necesidades indispensables al creerse que todo tiene que venirle del cielo. El irrespeto a su propia dignidad, a la naturaleza y al Estado, cosa que no vemos en los emigrantes de otros países. Lamentablemente nuestra formación viene afectando la imagen de nuestra patria, nuestra economía, porque lo que presumimos y consumimos en nuestras tradiciones representa un enorme escape de divisas económica al exterior. No podremos avanzar y crecer lo suficiente mientras sigamos apoyando y consumiendo lo de afuera. El nacionalismo de un país debe descansar en su cultura patriótica, luchar por lo nuestro y para ello se necesita la responsabilidad, el regionalismo, el orgullo de todos los que forman su población.
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