Panamá
La insolencia revertida
- Silvio Guerra Morales
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- Jaqueline Probst
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"Los "antivaxxers", además de divertirse haciendo daño, buscan prominencia y publicidad."
Como personas con una clara conciencia crítica, plenamente identificada con el movimiento mundial que cuestiona la versión oficial multilateral relacionada con la supuesta pandemia de Sars CoV-2 (Covid-19), incluyendo las vacunaciones obsesivas-compulsivas, y que nos han bautizado con los epítetos de "antivaxxers", "conspiranoicos" y demás, consideramos inapropiadas y ofensivas la sola alusión a "Insolencia" hacia nuestras convicciones o movimiento de advertencia y concienciación, ello por parte de cualquier médico o pediatra por añadidura, que se considere ético, aseverando que: "Los "antivaxxers", además de divertirse haciendo daño, buscan prominencia y publicidad."
Precisamos, de modo categórico: Daño es el causado en manifiesta complicidad con los gobiernos corruptos, organismos y empresas internacionales (Big Pharma, Big Tech), multinacionales, medios de comunicación, etc., entre otros, al tolerar una agresión sistemática a la dignidad, integridad y derechos de toda persona, en evidente agresión al completo bienestar físico, mental y social (Derecho a la Salud), incluso económico, por lo cual disentimos con el Dr. Vargas, en alusión a los "antivaxers", las vacunas como dogmas de fe, son en sí una insolencia, pro Big Pharma, mientras no se demuestre y sustente mediante: 1. En estadísticas locales independientes y 2. Hechos comprobados, la existencia local del riesgo.
Se requieren estadísticas locales de eficacia que comprueben:
1. El porcentaje real de reducción de la infección : 2. El porcentaje real de muertes en relación a los no vacunados; 3.Los estudios locales de seguimiento de los vacunados para detectar efectos adversos y calidad de vida en comparación a los no vacunados. Nada de esto existe en nuestro país y tampoco, presuntivamente, tampoco en ningún otro. Aunado al hecho histórico que se ha obviado la debida prescripción médica (Ley 1 de 2001) y se ha incumplido con la obligación de otorgar a cada persona y padre de familia el derecho al consentimiento libre e informado (Ley 68 de 2003), previo a la vacunación, indicando los beneficios y posibles efectos adversos e, incluso, opciones distintas a la vacunación, irrespetando con ello, de modo flagrante, el principio ético y básico de la medicina consistente en el respeto a la autonomía de la voluntad del paciente y el derecho a la información como seres libres e iguales en derechos y en dignidad.
Aludimos a extensos esquemas de vacunación in crescendo, generalizados, a una población sana mayoritaria, niños especialmente, sin justificación alguna, sin información, promoviendo vacunaciones irresponsables y a ciegas, contrario al principio del derecho al interés superior del niño, y peor, pues con el pleno conocimiento que las vacunas in comento conllevan riesgos leves, moderados, incapacitantes y hasta muerte, independientemente de sus beneficios.
Es innegable que las personas pueden ser perfectamente saludables sin vacunas, pues nacemos con un sistema inmunológico natural. La maleficencia e insolencia real detectada en esta pandemia es irrefutable: 1.Carencia de comprobación causa-efecto (que el Sars Cov-2 causa el Covid-19); 2. Manipulación fascista de la opinión pública mediante censura de medios de comunicación social (Decreto Ejecutivo No. 64 de 28 de Enero de 2020); 3. Terrorismo 24/7 de la existencia de un supuesto virus mortal: Promoción de una perversas y grave psicosis colectiva, a sabiendas que la mayoría de las personas no necesitan tratamiento especial alguno (Esto conforme a la definición de la proia OMS); 4. Exigencias de códigos QR (injustificados y discriminatorios); 5. Interpretación errónea e intencional de las pruebas RT-PCR como infecciocidad, manipulando todos los datos, cuando son incapaces de distinguir entre virus activos de los inactivos; 6. Incursión ilegal y perversa de limitar la óptima oxigenación vital con el uso de mascarillas que, al contrario, nada prevenían y causaban enfermedades; 7. Ilegítimo derecho de intimidar, presionar e incluso obligar a las personas a vacunarse, contra su autonomía e integridad física, mental y moral; 8.Incumplimiento del principio esencial de precaución en salud pública (Ley 97 de 2019) con vacunas "gènicas" carentes de registro sanitario en ningún país, y menos en el nuestro, con contratos confidenciales que implican inmunidad e impunidad en desprotección de la población; 9. Toques de queda, cierres de locales y lugares excluidos de la definición de medida sanitaria del propio Reglamento Sanitario Internacional de la OMS 2005; 10. La publicidad engañosa de vacunas seguras y eficaces, cuando no evitan ni la infección ni la propagación del virus y se desconocen sus efectos y eficacia a mediano y largo plazo, superando con creces los reportes adversos conocidos; 11. El perverso slogan del "Quédate en casa", sin atención primaria (presuntiva mala praxis médica por omisión); 12. Obstrucción y exclusión de todo tratamiento distinto a la "Sagrada solución única de la vacuna" (siendo evidente el presunto abandono de personas en estado de necesidad); 13. El total irrespeto a la autonomía y al disenso democrático al que tiene derecho toda persona de poder optar por la medicina alternativa o tradicional e, incluso, el derecho y deber, al mismo tiempo, de defender su propio sistema inmunológico natural (beneficiado con recetas y productos naturales e inmuno bombas, calificadas con desprecio y hasta con odio por algunos médicos como "mejunjes").
En realidad, la verdadera maleficencia humana, la pura maldad y perversión, que rayan con lo sádico, no está de este lado sino del que promueve esta perversa agenda y sus maléficos propósitos; la insolencia está en el no advertir a los vacunados contra el Covid sobre los efectos graves y adversos como lo son: La miocarditis, la pericarditis, la esclerosis múltiple, trombos (coágulos), ampliamente reconocidos y reportados, entre muchos más, incluso sobre el exceso de muertes misteriosas.
Advertimos, a nivel de la más grave insolencia, la detección de una agresión continuada contra la salud de la población, mediante la desidia estatal en la falta de agua potable, carencia de nutrición óptima, proliferación de alimentos y productos transgénicos sin etiquetado, exceso de sodio, grasas trans y azúcares, ultra procesados, productos sintéticos, con registros sanitarios; omisión de garantizar ambientes y productos libres de contaminación, ampliamente reconocida con los sucesos de Cerro Patacón (plaguicidas, herbicidas, agroquímicos, etc.), incremento de riesgos por contaminación electromagnética (4Gplus, 5G, radares de tránsito, frecuencias, etc.), incremento de toxicidad por químicos (medicamentos y vacunas), que permiten y promueven, induciendo, irremediablemente, al incremento de afecciones crónicas tales como la diabetes, obesidad, hipertensión, enfermedades respiratorias, cardiovasculares, renales, autismo, entre otros. Ante estos hechos, con el silencio cómplice de los medios, solo queda una sola cosa: Exigir justicia! ¡Dios bendiga a la Patria!
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