Opinión
La riqueza de la familia
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
Todo es puro en el matrimonio, y la familia que nace de ese amor conyugal extiende la pureza a todos sus hijos...
Mons. Rómulo Emiliani cmf
Dios ha instituido la familia como núcleo vital de la sociedad. Le ha dado el rango de sacramento al bendecir expresamente la unión conyugal entre un hombre y una mujer.
Por lo tanto, esa unión en la que se hacen "una sola carne" es sagrada; Dios está en medio y dentro de cada uno de los esposos fundamentando la relación.
Es tan sagrada la unión que San Pablo la compara con la relación entre Cristo y su Iglesia. Y pone al amor conyugal como ejemplo del amor del Señor con su esposa la madre Iglesia. Y la fecundidad de la pareja de casados se traduce normalmente en hijos, y ellos son fruto sagrado del matrimonio. Y el lecho nupcial es como un altar donde ambos se consagran a Dios en un acto sexual que es también sagrado.
Todo es puro en el matrimonio, y la familia que nace de ese amor conyugal extiende la pureza a todos sus hijos. Por eso la familia es santuario de la vida, escuela de humanidad, Iglesia doméstica, foco de luz que ilumina el quehacer humano, semilla de trigo espiritual sembrada por Dios para producir pan de vida, niños formados en la fe, esperanza y caridad, que serán a su vez testigos del Reino. Las creaturas nacidas en el vientre espiritual y humano de una familia cristiana serán protagonistas de la creación de un mundo nuevo.
Serán por el bautismo "profetas, sacerdotes y reyes", y constituirán los profesionales, obreros, artistas, los científicos, literatos, mecánicos, pilotos, políticos, religiosos que el mundo necesita para su crecimiento integral.
Pero ya hemos visto, Satanás quiere destruir todo esto. Bombardea constantemente a la familia con toda clase armas destructivas para aniquilar todo vestigio humanidad sagrada. Drogas, licor, pornografía y últimamente con la falsedad psicobiológica del supuesto matrimonio entre dos varones o entre dos mujeres. Y luego con la idea absurda y antinatural de que un niño puede decidir, dependiendo de cómo se sienta, si quiere ser varón o niña, cambiarse de sexo, y hasta en algunos países obligando a los Estados que paguen la operación de cambio de sexo. Eso va contra la voluntad de Dios que creó al ser humano, hombre o mujer.
No podemos negar la existencia histórica de la homosexualidad, y que muchas veces fue condenada, llegando al extremo de penalizarla con la muerte, cárcel o destierro.
Eso no puede ser y ha sido un acto injusto y criminal. Debemos respetar a cada persona que está en esa situación, No se la puede marginar en nada. Pero aceptar que puede elevarse la unión de dos personas del mismo sexo a matrimonio va en contra de la ley natural. Debemos defender a la familia tal y como Dios la creó.
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