La televisión: Enajenación colectiva
Publicado 2000/05/03 23:00:00
- Angel Vega Ruiz
La gente de nuestros días no piensa, prefiere ser entretenida. Sea cual sea el tema, debe presentarse de forma que entretenga ante todo... no importa si el tema es intrascendente, superficial, negativo, no instructivo, ni siquiera si informa o no... lo importante es que debe cautivar y entretener procurando llevarnos a una realidad virtual de nuestro día a día, ayudarnos a tratar de escapar de nuestra realidad.
Por ejemplo, en el área de la literatura, aún muchos libros fracasan económicamente hablando, de forma estrepitosa, si su autor no cuenta bastantes anécdotas que mantengan la atención del lector. Creo que gran parte de esa tendencia actual, de esa necesidad mundial de ser entretenidos... de ser distraídos... se debe a la televisión.
En el caso de las noticias son presentadas con fotografías, que atraen los ojos, párrafos pequeños y citas breves, muchas de las cuales son solamente espectaculares y fuera de contexto. Como un ejemplo de lo anterior tenemos las campañas políticas en donde se enfocan generalmente, en torno a las imágenes televisivas de los candidatos (lo que aparentan proyectar), pero los verdaderos temas sustanciales que a la población votante le interesa conocer a profundidad y en detalle... son ignorados ex profeso.
La televisión... esa caja negra... no obstante, es el medio adecuado para transmitir mensajes desafiantes y perturbadores; sus mensajes en sentido general -salvo excepciones contadas- son triviales algunos, muy negativos y destructivos la mayoría. Puede que los programas tengan altas tasas de sintonía, especialmente los que ve la juventud, pero al revés que lo que esa sintonía pudiese significar, sus mensajes son triviales unos, nada edificantes otros, incitan a la violencia, al irrespeto a los valores morales, a la familia, a las personas mayores, a las tradiciones, a la cultura de guerra y agresión en menoscabo de la tan pregonada "cultura de paz" y sobre todo a la vulgaridad y al trastocamiento de todos los valores establecidos por la sociedad como norma de conducta entre los seres humanos.
La problemática de todo esto es que la gran mayoría de nosotros ha sido criada por la televisión, la cual es ya parte de nuestra cultura e idiosincrasia y no podemos ignorarla. Prácticamente a nivel mundial -y nuestro país no escapa a este contexto- las personas pasan pegadas al televisor... los jubilados todo el día... y los que trabajamos al llegar a casa hasta pasada la media noche cada día. En Panamá, unos solamente los canales locales por carecer del recurso necesario para pagar el servicio por cable... y el resto por Direct TV y Cable Onda.
Quienquiera que haya sido el inventor del término "chupete electrónico" alusivo al televisor, conocía muy bien nuestros hábitos y cultura. Para gran parte de la sociedad, la vida fuera de sus trabajos significa sentarse frente a una pantalla de televisión eternamente encendida... masificadamente a hacer nada... como papas en un saco.
Conozco muchas personas así, que son agradables, pero probablemente llevan años sin leer un buen libro. Al hablar con ellos resulta fácil darse cuenta que tienen fuertes e inflexibles opiniones sobre casi todos los temas, pero mucho de lo que piensan es superficial y no se dan cuenta que tal vez debieran considerarse otras opiniones. Y así, cada noche y cada día siguen sentándose frente al enajenante televisor y sus vidas no ejercen impactos en nadie... en ocasiones ni siquiera en su propia familia.
Las personas que son verdaderamente influyentes de forma positiva sobre los demás, son gente pensante, de mente ágil, chispeante, despierta, alerta; siguen creciendo. Leen, mantienen una actitud de estar abiertos y receptivos a nuevas experiencias e ideas frescas. En cambio, los teleidiotizados no sirven de mucho para ser verdaderamente influyentes.
Además de la opción de tener en la mano el control remoto para divagar por horas cambiando de un canal a otro en busca de algo mejor... también está la alternativa de un buen libro, escuchar buena música, salir... en fin hacer cosas diferentes cada día, para romper la rutina, para desintoxicarse de esa masificación de vista y pensamiento que captura y retiene el cerebro limitándolo a esa caja negra.
Por ejemplo, en el área de la literatura, aún muchos libros fracasan económicamente hablando, de forma estrepitosa, si su autor no cuenta bastantes anécdotas que mantengan la atención del lector. Creo que gran parte de esa tendencia actual, de esa necesidad mundial de ser entretenidos... de ser distraídos... se debe a la televisión.
En el caso de las noticias son presentadas con fotografías, que atraen los ojos, párrafos pequeños y citas breves, muchas de las cuales son solamente espectaculares y fuera de contexto. Como un ejemplo de lo anterior tenemos las campañas políticas en donde se enfocan generalmente, en torno a las imágenes televisivas de los candidatos (lo que aparentan proyectar), pero los verdaderos temas sustanciales que a la población votante le interesa conocer a profundidad y en detalle... son ignorados ex profeso.
La televisión... esa caja negra... no obstante, es el medio adecuado para transmitir mensajes desafiantes y perturbadores; sus mensajes en sentido general -salvo excepciones contadas- son triviales algunos, muy negativos y destructivos la mayoría. Puede que los programas tengan altas tasas de sintonía, especialmente los que ve la juventud, pero al revés que lo que esa sintonía pudiese significar, sus mensajes son triviales unos, nada edificantes otros, incitan a la violencia, al irrespeto a los valores morales, a la familia, a las personas mayores, a las tradiciones, a la cultura de guerra y agresión en menoscabo de la tan pregonada "cultura de paz" y sobre todo a la vulgaridad y al trastocamiento de todos los valores establecidos por la sociedad como norma de conducta entre los seres humanos.
La problemática de todo esto es que la gran mayoría de nosotros ha sido criada por la televisión, la cual es ya parte de nuestra cultura e idiosincrasia y no podemos ignorarla. Prácticamente a nivel mundial -y nuestro país no escapa a este contexto- las personas pasan pegadas al televisor... los jubilados todo el día... y los que trabajamos al llegar a casa hasta pasada la media noche cada día. En Panamá, unos solamente los canales locales por carecer del recurso necesario para pagar el servicio por cable... y el resto por Direct TV y Cable Onda.
Quienquiera que haya sido el inventor del término "chupete electrónico" alusivo al televisor, conocía muy bien nuestros hábitos y cultura. Para gran parte de la sociedad, la vida fuera de sus trabajos significa sentarse frente a una pantalla de televisión eternamente encendida... masificadamente a hacer nada... como papas en un saco.
Conozco muchas personas así, que son agradables, pero probablemente llevan años sin leer un buen libro. Al hablar con ellos resulta fácil darse cuenta que tienen fuertes e inflexibles opiniones sobre casi todos los temas, pero mucho de lo que piensan es superficial y no se dan cuenta que tal vez debieran considerarse otras opiniones. Y así, cada noche y cada día siguen sentándose frente al enajenante televisor y sus vidas no ejercen impactos en nadie... en ocasiones ni siquiera en su propia familia.
Las personas que son verdaderamente influyentes de forma positiva sobre los demás, son gente pensante, de mente ágil, chispeante, despierta, alerta; siguen creciendo. Leen, mantienen una actitud de estar abiertos y receptivos a nuevas experiencias e ideas frescas. En cambio, los teleidiotizados no sirven de mucho para ser verdaderamente influyentes.
Además de la opción de tener en la mano el control remoto para divagar por horas cambiando de un canal a otro en busca de algo mejor... también está la alternativa de un buen libro, escuchar buena música, salir... en fin hacer cosas diferentes cada día, para romper la rutina, para desintoxicarse de esa masificación de vista y pensamiento que captura y retiene el cerebro limitándolo a esa caja negra.
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