Las Bodas de Oro de Ramón
Publicado 2002/05/06 23:00:00
Hace 50 años, cuando aún era un adolescente, inició el peregrinaje por el largo y exquisito camino de las letras y de la información. Ramón Jiménez Vélez convirtió el periodismo en una gran pasión que ha sabido desarrollar con un excelente conocimiento del lenguaje, un manejo experto de las técnicas de comunicación; pero sobre todo, con integridad, honradez y una gran capacidad de análisis.
Desde reportero novato, Ramón ha ejercido todos los cargos que en nuestro país están destinados a personalidades que, como él, poseen un amplio conocimiento de la historia y de la naturaleza humana. Ha sido, en varias ocasiones, director de medios impresos y audiovisuales, ha destacado como un acertado analista político, ha ejercido como director de campañas electorales y jefe de prensa presidencial, entre los muchos cargos que ha ocupado. Por sus ideales fue perseguido cuando, junto a su hermano Alfredo (Wilfi, el autor de Las Garzas), trató de abrir la editorial independiente La Verdad, que editaría el diario Quiubo. ¡Cuántas cosas pasan en 50 años!. Pero, Ramón no sólo es un gran periodista, también un gran maestro. Como tal, fundó la escuela de Comunicación Social en la USMA y ha participado de innumerables organizaciones educativas internacionales; además, somos muchos los comunicadores que nos hemos visto positivamente influenciados por sus enseñanzas.
Y es que, como todo gran maestro, Ramón es un eterno estudiante, lo que lo llevó hace sólo unos años a obtener una maestría en Ciencias de la Información. Tuve la oportunidad de compartir con él las aulas de clase, y en ellas también pude apreciar su aguda inteligencia y su buen humor. No ha habido una sola vez que lo encuentre, aunque sea de manera casual, en que no tenga un libro en la mano; la lectura es parte de su vida.
Proveniente de una familia de periodistas y escritores, en el 2000, el Forum de Periodistas por la Libertad de Expresión le otorgó el premio a la Excelencia Periodística; poco antes, una afección cardiaca había amenazado su vida. Como es de esperar, fueron muchos los amigos que le acompañaron en esos momentos y muchos también seremos los que en este mes celebraremos con él este aniversario especial. Ramón simboliza el buen periodismo. El respeto y la admiración están con él porque predica con el ejemplo y nos enseña cómo ser verdaderos periodistas. En mi caso en particular, estoy segura de que él, mi tío Ramón, es un caminante que hace camino al andar. ¡Y... ni una palabra más!.
Desde reportero novato, Ramón ha ejercido todos los cargos que en nuestro país están destinados a personalidades que, como él, poseen un amplio conocimiento de la historia y de la naturaleza humana. Ha sido, en varias ocasiones, director de medios impresos y audiovisuales, ha destacado como un acertado analista político, ha ejercido como director de campañas electorales y jefe de prensa presidencial, entre los muchos cargos que ha ocupado. Por sus ideales fue perseguido cuando, junto a su hermano Alfredo (Wilfi, el autor de Las Garzas), trató de abrir la editorial independiente La Verdad, que editaría el diario Quiubo. ¡Cuántas cosas pasan en 50 años!. Pero, Ramón no sólo es un gran periodista, también un gran maestro. Como tal, fundó la escuela de Comunicación Social en la USMA y ha participado de innumerables organizaciones educativas internacionales; además, somos muchos los comunicadores que nos hemos visto positivamente influenciados por sus enseñanzas.
Y es que, como todo gran maestro, Ramón es un eterno estudiante, lo que lo llevó hace sólo unos años a obtener una maestría en Ciencias de la Información. Tuve la oportunidad de compartir con él las aulas de clase, y en ellas también pude apreciar su aguda inteligencia y su buen humor. No ha habido una sola vez que lo encuentre, aunque sea de manera casual, en que no tenga un libro en la mano; la lectura es parte de su vida.
Proveniente de una familia de periodistas y escritores, en el 2000, el Forum de Periodistas por la Libertad de Expresión le otorgó el premio a la Excelencia Periodística; poco antes, una afección cardiaca había amenazado su vida. Como es de esperar, fueron muchos los amigos que le acompañaron en esos momentos y muchos también seremos los que en este mes celebraremos con él este aniversario especial. Ramón simboliza el buen periodismo. El respeto y la admiración están con él porque predica con el ejemplo y nos enseña cómo ser verdaderos periodistas. En mi caso en particular, estoy segura de que él, mi tío Ramón, es un caminante que hace camino al andar. ¡Y... ni una palabra más!.
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