Aprendizaje
Las siete virtudes del líder
- Nelson Hernández (Publicista)
Últimamente he leído en algunas revistas y escuchado en programas de entrevistas acerca de los 7 pecados capitales: Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Los 7 pecados sirven como fuente de inspiración para meditar sobre sus contrapartes: las virtudes. Aquellas que todo líder debe tener.
Seas dueño de empresa, asalariado o estudiante y estás caminando para desarrollar tu liderazgo y deseas reforzar tu condición de modelo para los demás, permíteme hablarte sobre las 7 virtudes del líder:
Humildad.
La contraparte de la soberbia, decía la gran escritora Agatha Christie “cuando no hay humildad, las personas se degradan”.
Los verdaderos líderes aprenden, reconocen sus errores y escuchan consejos. Cuando están frente a un competidor, lo valoran, tienen la inteligencia de respetarlo como igual e incluso sacan tiempo para observarlo y estudiarlo.
La humildad nos ayuda a encontrar en lo más pequeño, grandes oportunidades de crecimiento, y es muy probable que nadie aprenda nada si no aprende primero humildad.
Generosidad
La contraparte de la avaricia. Ya lo decía Santa Teresa de Calcuta: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”.
Las leyes de la física son claras, para toda acción existe una reacción de igual fuerza en sentido contrario, así funciona el bumerán. Imagínate… si eres generoso, el mundo entero lo será para ti.
A esta virtud yo le agregaría conocimiento y pasión, porque si eres bueno en lo que haces y te gusta, no tengas miedo en compartirlo, pues al final nadie volará tan alto como tú, aunque sepan lo mismo. Cada cual tiene sus talentos, recursos y estilos de aplicar los conocimientos adquiridos.
Castidad
Lo contrario de la lujuria. Es claro que la castidad no es la simple conquista del cuerpo, es la conquista del espíritu. Y un líder que no resguarda su espíritu no resguarda su templo llamado cuerpo.
Cito a Gandhi: “la lujuria es el placer sin conciencia”. Es claro que al respetar tu cuerpo, respetas la casa de tus sueños, tus valores y ética. El amor puro comienza por aprender a amarte a ti mismo para entonces aprender a amar a alguien más.
Paciencia
La antagonista de la ira. Hay un proverbio persa que reza: “La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces”.
Quien tiene paciencia puede lograr lo que sea y esta virtud enlaza a todas. Si unes la paciencia con la asertividad, lograrás hacer magia en tu vida y en tu entorno. Si bien los molinos de Dios muelen despacio, muelen finamente; y si esperamos pacientemente, nuestros sacos estarán llenos de grandes recompensas. Si tienes que contar hasta mil, ¡cuenta!, si sientes que tienes que salir y tomar aire, ¡hazlo! y si tienes que callar, ¡calla! El silencio también es una virtud.
Templanza
La que no está aliada necesariamente con la gula. Aunque se asocia a la comida o bebida, la gula es el deseo desordenado del placer. Por ende, la templanza es la moderación ante los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura la voluntad y mantiene los deseos dentro de los límites sanos. Todo líder que luche contra sus demonios, debe procurar que al hacerlo no se convierta en otro demonio.
El liderazgo con temple no puede ni debe estar aliado a una forma de vida o de pensamientos mediocres.
Caridad
Lo contrario a la envidia. La caridad es saber ser empático con tu entorno. Un jefe que no se interese por su equipo ni los escuche no es líder. Charles Dickens, uno de mis escritores favoritos, dice que “la caridad comienza en casa y la justicia cuando se abre la puerta”. Recuerda, lo mejor que puedes dar a tu enemigo es el perdón; a un oponente, tolerancia; a un hijo, un buen ejemplo; a tu padre, deferencia; a tu madre, una conducta de la cual se enorgullezca; a ti mismo, respeto; a todos los hombres, caridad.
Diligencia
El freno de la pereza. Es el esmero y el cuidado en ejecutar algo. Como toda virtud, se trabaja poniéndola en práctica; significa cumplir con los compromisos, proponerse metas fijas y cumplirlas en su tiempo, poner entusiasmo y pasión en las acciones que se realizan.
En pocas palabras, es dejar la mediocridad totalmente abandonada. Ser diligente no es hacer mil cosas a la vez, es dedicarle tiempo con conciencia a una actividad y ser respetuoso del tiempo ajeno. Es luchar por alcanzar tus sueños y, una vez alcanzados, dar tu vida por ellos.
Ser un líder legítimo es llevar las 7 virtudes en la piel y en el corazón.
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