Los pecados capitales, la lujuria
- Alonso Correa
- /
- [email protected]
- /
Placeres que se comparen, hay pocos. Es la suma más absoluta de la sensualidad, la cúspide del contacto.
Placeres que se comparen, hay pocos. Es la suma más absoluta de la sensualidad, la cúspide del contacto.
El sexo es sudar diamantes, es tocar las entrañas de Venus y disparar estrellas de un cañón de carne. El sexo es plantar los pendones de tu familia en la más alta cima del universo. Hay cosas que el sexo arregla, hay guerras que se han dado por el sexo, muerte y vida, eso es el sexo.
Es la frontera entre el Cielo y el Averno. Sexo, sexo, sexo, hay algunos que solo piensan en eso. Pero es mucho más que eso, el valor está en lo que . Y es esta sociedad hipersexualizada donde el sexo es una caricatura, pero la solución no es cortar la raíz, sino curar el árbol. La lujuria pulula a sus anchas debajo del brillo opaco que invade los corazones de los pobres diablos enfermos de soledad.
Porque la lujuria nos separa, nos aleja, nos convierte en muñecos de carne, tendones y grasa. Esa semilla, ese muérdago parásito, logra hacerse con la parte más íntima de nuestro ser, nos debilita y nos aliena. El lujurioso busca en el gatillazo las cenizas de un placer ajeno al esperma.
El lujurioso encuentra en la paz de después del orgasmo un refugio ante la in temperie del abandono. Por eso regresa a ella, por eso anhela su voz. Porque Dama Lujuria tiene miel en la boca y veneno en la piel. Y mientras camina, erótica, por la avenida, alza la voz para llamar a quien la busque. Porque la lujuria es una trampa, una jugarreta para distraerte. Porque el deleite de la incertidumbre es mayor que el arrepentimiento de una puñalada sangrante.
Y la cepa de ese malestar cae en la misma realidad en la que todos los pecados vistos previamente. La dicha nace de la disciplina, esa es la pieza faltante, el eslabón perdido de la larga cadena de casualidades que completan al sexo.
Y esto no es una homilía eclesiástica ni una apología evangélica. Estos escritos, estas reflexiones, quiero que se lean como lo que son, meras reflexiones de un aficionado, las cavilaciones de un desvelado intranquilo.
Estas especulaciones demuestran que el velo prohibido, esa aura de misticismo, que rodea ciertas cuestiones, es falso, es una mentira repetida mil veces que nos impide desvelar los recónditos espacios que las completan. Esa es la realidad, a veces el miedo nos demuestra la cobardía y para salvar nuestro pellejo del juicio de nuestra cabeza le damos un nuevo valor a la temerosa oscuridad del abismo.
Las reflexiones de los antiguos autores, de los anónimos escribas y de los olvidados traductores no están cinceladas en piedra, ni vetadas de la interpretación de las masas, no son más que huellas de la poesía social, hojas de la cultura global. Pero si luchamos contra las ganas de huir, si arremetemos contra nuestros prejuicios, podremos descubrir un océano de posibilidades, un universo de verdades escondido bajo los pelos de nuestra nariz.
Esa es la única opción, con un mundo fracturado, la moral, la ética y los valores desaparecidos, rodeados en la más inmunda decadencia, solo nos queda aprender de los clásicos, rememorar lo tradicional y adaptarlo al futuro. Porque el ayer remoldeado es el mañana formado. Pero las dotes para hacer frente a tal tarea son perseguidos, es por esa razón por la que nos bombardean con lujuria en las redes, es peligroso para los que se sientan cómodamente en los tronos del control, que la población reflexione sobre lo que fue y encuentre en la memoria la verdadera forma de aquellos que se esconden tras el telón.
¡Mira lo que tiene nuestro canal de YouTube!
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.